Domingo, 18 de noviembre de 2007 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: Tengo la respuesta, me dijiste de repente. Probemos que no escucho. Tengo la respuesta. Otra vez, Bajo el diario, sorbo de café, domingo a la mañana maravilloso, fresco noviembre aunque protesten los gastronómicos que organizan las Colectividades e indago con la mirada. Tengo la respuesta: Kirchner gobierna en el Superior de Comercio. ¿Cuántos años hace que te tengo paciencia? ¿Cuánto tiempo hace que comparto tus disquisiciones en diálogos que someto a la discusión con los lectores, domingo tras domingo? ¿No tengo derecho a decirte que ya es mucho? ¿Qué tiene que ver Kirchner con cuatro pibes que se quedan a dormir en la escuela, burlan la seguridad y ensucian un poco? Silencio. Retomo el diario. Y vos, claro, tu idea.
Me corrijo. Hay un estilo K en el modo del planteo de las cosas que es el que gobierna en el caso de la Escuela rosarina. ¿Te doy un ejemplo? No te lo pido. Si criticás al actual presidente o a su sucesora por parentesco de afinidad, estás en contra de los derechos humanos y sos pro milico. De nada vale que expliques que el actual primer mandatario carece de legitimidad de origen para sentirse el padre de la pelea justa, honorable y corajuda de madres, abuelas, hermanos y simples ciudadanos contra el estado terrorista asesino. Jamás patrocinó un sólo habeas corpus en la época dura. Ni él ni su esposa, está claro. Nunca integró un solo petitorio por las desapariciones. Un verdadero luchador por los derechos humanos me contó que estuvo presente cuando Alfonsín pensó la CONADEP, juntando a organismos, periodistas, políticos y religiosos, para recibir las denuncias por las desapariciones. Jamás sonó ni en las solapas el nombre de los K como integrante o referente del sur que pasó esa época viviendo del negocio inmobiliario durante el Proceso. Y te ahorro los calificativos que escuché sobre algunos. Sin embargo, enfatizás, sin embargo, K es el padre de los derechos humanos porque hizo descolgar el cuadro del nefasto Videla o porque se abrazó con Hebe. La genialidad de este estilo es que polariza radicalmente. No da margen. O es conmigo o es en mi contra. Y de ahí, se sucede el estereotipo artificial del PIMIF (progresista, de izquierda, moderno, informal y futurista) contrapuesto al CODAPP (conservador, de derecha, antiguo, pétreo y del pleistoceno). Y ya está. Es cierto que el tango se baila de a dos y nadie impone algo si no hay comodidad, masoquismo o extrema desesperación. Me banco la simplificación porque no tengo ganas de pensar, porque estoy enfermo o porque si no, muero de hambre o de sed. Voto por la simplificación y después me sorprendo para tener un rato de desahogo burgués puteando en el café. Juego que a no veo la simplificación porque es más sencillo que pensar.
Discutir es pensar. En coincidir a veces, disentir otras y, en su caso, cambiar de idea. Nadie imagina al padre del PIMIF cambiando de idea. ¿O si?
Dos: El cardenal vasco francés Roger Etchegaray, de 85 años, dijo que Dios no puede ser conservador. ¿Qué? Eso. Que Dios no puede ser conservador. ¿Y cómo sabe? Tomista puro. El mundo cambia todo el tiempo. El mundo es obra de Dios. ¿Eso es ser tomista? Releé las cinco vías de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios y te enterás. Dios no puede ser conservador.
Tres: Después de las piñas en el Monumento, luego de los chicos de la escuela técnica rompiendo bancos y filmándose, casi al mismo tiempo que los pibes del Poli festejando el fin del curso, cuatro alumnos de la querida Escuela Superior de Comercio decidieron quedarse a dormir una noche en la institución. Parece que luego vino algo escatológico como defecar en un cajón didáctico. Este tema, me parece poco importante, así que no pienso profundizar. Sea.
El estilo K se impuso rápidamente en la discusión del tema. Los PIMIF reclamaron reflexionar sobre qué estamos haciendo con la educación, pidieron que los adultos se hagan cargo de lo que han parido desde sus casas y desde sus escuelas y prohibieron a los gritos la posibilidad de cualquier sanción para los chicos, no vaya a ser cosa que se siga estigmatizando a las víctimas. Las víctimas PIMIF, por las dudas, son los pibes. Cualquier que ose discutir, pensar, esta posición para a ser un pichón de CODAPP y si la sigue, procesista pattiano de lo más peligroso.
Es cierto que desde los medios de comunicación favorecemos los simplismos y las adjetivaciones rimbombantes. Es cierto que por un título o una imagen de impacto abdicamos de nuestras neuronas. Primera persona del plural, quede dicho, con este escriba a la cabeza del pelotón. Pero tampoco les echaremos la culpa a los periodistas por la falta de debate en serio, quiero imaginar
Los PIMIF proponen que, solamente (dice solamente) revisemos cómo educamos a nuestros hijos para reparar esta infracción. Y este pretendido progre, al decir esto, toma una actitud no sólo conservadora sino autoritaria. ¿Quién dice que aquí está, sola y principalmente, en debate cómo educan los cuatro padres y las cuatro madres a los pibes que durmieron en Superior? ¿Qué es eso? Porque, convengamos, aquí no se trata de la excepcionalidad de la marginación social o económica que merece contemplar muchas otras aristas a la hora de mirar un episodio que puede ser apenas un síntoma de lo que no está bien. Acá se trata de pibes comunes y corrientes que cometieron una infracción escolar. Y grave, me apuro a decirte. Y hablo del quedarse a dormir en un edificio escolar con los potenciales peligros que esto conlleva. La defecación es secundaria y hasta admite la explicación de descompostura de uno de ellos y baños sucios. No sé. Ni siquiera importa mucho.
Los padres de los cuatro, y de todos los otros, educarán a sus hijos como mejor les parezca, con amplísimo derecho a ser más libertarios o no, sin que el estado ni ninguno de nosotros pueda meterse en la intimidad de sus casas. Los únicos límites son el Código Penal y la patria potestad de Vélez Sarsfield. Y punto. Dejar avanzar al estado para que creamos que lo único que hay que hacer es enseñar a los padres y maestros cómo educar a sus hijos so pretexto de PIMIFIdad pura es lo más autoritario que se conozca. Ahora ya tenemos pedido para que gerentes y socios de empresas privadas sean mujeres, otro disparate PIMIF. Pero ese es otro tema.
El problema se plantea cuando el pibe educado de acuerdo a lo que su familia desea entra en sociedad y convive con otros pibes educados de acuerdo a sus familias y con adultos que alguna vez fueron educados de acuerdos a sus otras familias. En esa eventualidad, lo que corresponde es fijar algunas reglas básicas que garanticen la convivencia, previamente conocidas y respetadas con sanciones para los que las violen. Nada más. Ese es el primer paso. No la discusión de los adultos malos educadores.
Los padres y analistas PIMIFistas que hoy chillan porque sus hijos quedaron libres por dormir en la escuela: ¿imaginan lo que podría haber pasado si se caía un techo en la cabeza de sus criaturitas? ¿Piensan en la reacción que hubiese suscitado un incendio por error iniciado por los chicos? ¿Hubieran cuestionado como lo hacen ahora al Consejo que aplicó la sanción si no hubiese sucedido este hecho?
Transgredir una norma es poco conservador. Aplicar una sanción es de lo más progresista: implica decirle al sancionado y al resto que la sociedad quiere seguir hacia delante preservando el derecho a no jorobar al prójimo. Y abre el camino para toda otra discusión. La que quieras. Posterior. Será que la escuela no supo. Puede ser. Será que los padres olvidaron. Quizá. Pero primero hacer honor a la palabra de esos mismos padres que un día acompañaron a sus hijos a la escuela y firmaron conocer y aceptar que hay reglas y sanciones.
Debatir. Pensar. No PIMIFIar.
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