Viernes, 23 de noviembre de 2007 | Hoy
Por Mario Alberto Perone
A Miriam Cairo
Sra. "Intentadora Tenaz": Cumplo en comunicarle que he leído con cierta preocupación su carta a mi persona y me siento en la obligación de hacerle conocer mis reparos (respetuosos, claro está) a algunos de sus párrafos, con los que no he podido menos que disentir. En efecto, desde mi punto de vista, no hay guías de autoayuda. Pertenecemos a un país en el que, gracias al buen criterio de nuestros gobernantes, esos así llamados "libros" han sido desterrados de todas las librerías y de todas las bibliotecas públicas y privadas. En adelante, nos han dejado solos y desnudos y no tenemos más opciones que ayudarnos unos a otros, tarea difícil sin duda alguna, y hasta casi imposible. Luego paso a recordarle que el despertar escapa a nuestro control, y más aún, la posibilidad de operar en sus condiciones. Mucho se puede elegir en esta vida, pero no eso. Es ocioso pensar en la longitud extrema del día, cosa que ya está calculada por nuestros astrónomos, físicos, videntes y pitonisas varias, con una precisión bastante aceptable, es decir, que todos los días son iguales a sí mismos menos uno, que no es igual a ningún otro. Por otra parte, no alcanzo a comprender qué tienen que ver el hecho banal de revolver el café con revolver el alma, siendo la primera proposición cosa harto concreta y la segunda totalmente abstracta y desconocida, según he leído en un magnífico manual de autoayuda que consulto cada vez que lo considero necesario y al que debo la suma de mis conocimientos. ¿Cómo se evita la lectura de un jeroglífico? ¿No será porque, precisamente, es oscuro? Y agrego que yo preferiría acercarme a las especies (léase homos) bien parecidos y desdeñar los otros. Me permito aconsejarle que tenga cuidado con el "Zoloft": son mayores sus daños colaterales que el efecto benéfico que dicen posee esa droga. Paso a recomendarle el "MagnaVox" que viene en envases de 100 mg. por 50 comprimidos. Aunque, desde otro ángulo, me pregunto de qué vale despertar. No es mucho lo que puede lograrse en estado de vigilia permanente. ¡No es su caso, válgame Dios! Daría lo que fuese por ser la autora de alguno de sus "Tembladerales" pero están fuera de mis modestos alcances. En este momento, me pierdo, porque no sé a quién estoy hablando, si a Usted, "Intentadora Tenaz" o a Usted, Miriam Cairo, madre de la anterior criatura, un tanto desventurada por cierto. Sé que no son pocos los que disfrutan de esas páginas cargadas de una íntima belleza, lo que me produce una especie de celos porque mis modestos "Fragmentarios" (que no son míos sino de un amigo que se avergüenza de ellos, y por lo tanto me los apropio) casi no son dignos de alguna rápida lectura y un pronto reemplazo por cualquier nota de deportes o modas del momento. No concuerdo con usted en cuanto a los restos fósiles de la última esperanza. Yo los guardo prolijamente, aunque todavía no haya resuelto qué hacer con ellos. En el bar (¿casi una casa, verdad?) yo soy la mutilada repetición de mí misma, y la horma casi no ha cambiado en la última década, o si algo ha cambiado, siempre ha sido para peor. No podría ayudarla, señora "Intentadora Tenaz" a abrir los ojos en la oscuridad a no ser que duplique usted la dosis de "MagnaVox" que le sugerí antes. Y creo que es lógico que en la oscuridad ya no haya oportunidad de ver casi nada, aunque lo mismo pase a plena luz del día. Me despido de Ud. con el debido respeto.
La "Teóloga Despeinada"
Sra. "Teóloga Despeinada":
Lamento haber errado el tratamiento. Tal vez no he sido lo explícita que el caso requería. Vuelvo, a los tropiezos, con lo anterior: las mentes brillantes deben estar siempre dormidas. Despertar es una pérdida de tiempo y de energía. Muchas de las mejores páginas han sido elaboradas en los más recónditos meandros de los sueños. La experiencia me ha enseñado que la lucidez es peligrosa. Baste como ejemplo las calamidades a las que somos sometidos desde la lucidez extrema de los gobernantes de todas las épocas y en todo el planeta. Nadie podría calcular la felicidad que tendríamos si ellos estuviesen siempre dormidos. Disiento con Ud. querida señora en lo siguiente:yo no he sido creada con alevosía, sino con alevosía y ensañamiento, lo que da a mi existencia un esplendor agrio, que infructuosamente trato de transmitir a quien sea. Y en cuanto a lo de impedir que amanezca, me basta con cerrar los ojos y ya está. Un breve parpadeo, y el Universo no existe.
La "Intentadora Tenaz"
"Camarada Lector":
Yo estoy siempre dispuesto a ser malinterpretado. Es más, hago lo posible para que eso suceda todo el tiempo. Ser bien interpretado es un tanto aburrido, porque significa cierta equivalencia entre el intérprete y su interpretador. El malinterpretado va con su desventura a cuestas, y despierta a los otros, aunque ya estén despiertos. Como lector, ya elegí el tono que me distingue: si es auditivo, un CD de Bill Evans, si es visual, los grises de Francis Bacon. Como recién llegado, ignoro cómo se vería un escenario pintado por Kandinsky. He visto sus obras y puedo decir que he quedado fuera de ellas para siempre. O son todas iguales, lo que es grave, o son todas diferentes, lo que es más grave aún. Por otra parte, no he logrado desarticularme nunca, ni descomponerme ni desinflar mi sabiduría simplemente porque no existe y tampoco hacer nada al respecto de mis antiguas convicciones, porque simplemente las he olvidado. Concuerdo con eso de que la libre interpretación está garantizada, aunque no me disgustaría un porcentaje de rigor de vez en cuando. No veo la hora de que llegue la Teóloga Despeinada con sus canapés y sus versos, que escucharé con atención, por más difíciles que fueren. Desde ya estoy viendo el descalabro de la princesa que cree ser, y no creo que haya en sus gestos la menor pizca de candor.
"El Anunciador Invisible."
Sr. "Anunciador Invisible":
Lejos estamos de husmear con el hocico de la noche desde nuestras ventanas. Los textos buscan sus propios puntos, apenas se los suelta. No está bien que señalemos nada con el dedo. Hay otros modos de hacerlo, y ud. como varón (se supone que lo es) sabrá utilizar otras partes de su anatomía. La esencia de leer no lleva ningún sello de ninguna confabulación. Es más, no tengo la menor idea del significado de "esencia de leer". Mucho me temo que las sutilezas literarias se me escapan ominosamente. Sí me han llegado y hondamente, los párrafos referidos a una respuesta impecable: "ocultas permanecen también, entre las palabras, las atroces membranas del silencio". Ojalá yo supiera qué significa esa frase para nosotras. Moriremos ignorándolo. Cuando leo páginas como "Tembladeral" quedamos suspendidas de nuestras propias voces y vemos, claramente, "magnolias teñidas de amarillo". Esta es nuestra respuesta, escasa en sus alcances, inmensa en nuestra admiración.
"Las Noctámbulas Translúcidas"
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