rosario

Domingo, 10 de agosto de 2008

CONTRATAPA

Alcanza tus sueños

 Por Luis Novaresio

"La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti".

John Donne

Uno: "Tengo un problema de ingeniería. A pesar de que, en su mayor parte, estoy en excelente condición física, tengo diez tumores en el hígado y me restan unos cuantos meses de vida. Soy padre de tres chicos y estoy casado con la mujer de mis sueños. Sería sencillo lamentarme, pero eso no resultaría benéfico ni para ellos ni para mí.

¿Cómo invertir mi tiempo tan limitado?"

Dos: Debo decir que he resistido todo lo que he podido los intentos Tupperware. La primera vez (confieso que fueron apenas dos) que caí en esas convocatorias de muchos para sentirme sermoneado sobre las ventajas del PVC o lo que seafue a los diecisiete o dieciocho. Una amiga de alguien dijo que nos invitaba a una reunión para lo que sólo debíamos confirmar asistencia y no preguntar más. La birome y la carpeta negra en sus manos oficiaban de suficiente misterio. De lo que estoy seguro es que en el medio estaba Sergio F., uno de los mejores compañeros de la primaria y secundaria que tenía un proyector Super 8 y solía conseguir películas calientes (comparado con el caño de hoy y la Tota Santillán, me da vergüenza decir que eran pornos) para que, con la excusa de los idiotas trabajos prácticos de la más idiota materia actividades, prácticas, claro, nos juntáramos a ver a señoritas polacas o húngaras jadeando en blanco y negro. No exagero. Y eso que soy modelo 64, te dije ante tu cara de asombro propia de estar frente al sobrino de los Lumiere. Resumen que aceptamos. Porque fuimos unos cuantos, incluidos el porno proveedor de Sergio.

Sobre Avenida Pellegrini, a la altura de Corrientes, en una galería que todavía está, y a la que años después volvería a leer mi destino a través de una pitonisa que usaba un vaso de agua (pero ese es otro cuento), había un salón forrado de papel de diario. La cosa era que nadie viese desde afuera. Ni hacia afuera, también. Sillas ordenadas, una mini tarima y en un rato un señor que entró al ritmo de una música de desfile americano para explicarnos que vender joyas nos podía convertir en ricos. Fotos (diapositivas, perdón la antigüedad) de casas que nos íbamos a comprar con el oro 18 a la venta, dientes blancos de familias que enjoyaban al mundo, alegría "llame ya", todo un gesto precursor de lo que ahora se ve en la tele a las 3 de la mañana si pasás de largo a los predicadores divinos. Venta piramidal de mercaderías basada en el carácter fetichista de ellas. Mucho marxismo, pensé y no te lo dije. Lo otra vez que caí en esta suerte de convocatoria masiva para descubrir "el secreto" fue para vender ropa interior de altísima confección, pirámide mediante, reunión a la que fui por motivos de lo más mundanos. Era un levante. Y encima me fui solo.

Cuando hace unas semanas me mandaron el video de un profesor americano que acababa de morir de cáncer, visitado por diez millones de internautas en 4 días, sentí que iba a tener que hacer un click en la computadora que representarían 4 clicks en mi familia, 16 en la de sus conocidos, 256 en los siguientes y así hasta ganarme una máquina de hacer pan ATMA que jamás usaría porque nunca se encuentra levadura, eso ya se sabe. La curiosidad vence al tiempo, me dijiste. Y, filosofía barata, hice click.

Tres: "Sigo los procedimientos médicos, pero sé muy bien que esta película está por terminar. No puedo controlar las cartas, sólo juego cada mano. Esto que te estoy contando no es sobre la muerte, es sobre la vida y cómo vivirla.

Pero es en especial sobre los sueños que hemos tenido de infancia y cómo conseguirlos. Los sueños de mi niñez, los sueños de tu niñez... Eché un vistazo a los álbumes de infancia y encontré que en todas las fotos aparecía sonriendo y me veía siempre soñando".

Cuatro: Randolph Frederick Pausch, nació el 23 de octubre de 1960 y era conocido como docente de realidad virtual en la Universidad Carnegie Mellon (CMU) en Pittsburgh, Pensilvania, Estados Unidos. Estaba casado y tenía 3 hijos de 1, 3 y 5 años. La revista Time lo nombró una de las 100 personas más influyentes del año y el libro que detalló su última clase dada el 18 de septiembre de 2007 trepó al número uno de su tipo, según la lista de best sellers que The New York Times publicó en julio. Ya ha sido traducido a 32 idiomas y ha vendido en todo el mundo más de cinco millones de ejemplares.

En agosto del 2006, a Pausch se le diagnosticó un cáncer de páncreas metastatizado. Comenzó un tratamiento muy agresivo para el cáncer que incluía cirugía mayor y quimioterapia experimental; sin embargo, en agosto del 2007, le dijeron que el cáncer había metastatizado al hígado y al bazo, lo que significaba que era terminal. Entonces, Pausch comenzó una quimioterapia paliativa, que intentó prolongar su vida todo lo que fuese posible. El 2 de mayo del 2008, un PET scan, una especie de tomografía, mostró que su cáncer se había extendido a sus pulmones y algunos ganglios linfáticos en el pecho.

Cinco: La tomografía por emisión de positrones (PET) se hace exclusivamente en la Argentina en 3 lugares. En Mendoza, en un Instituto y en dos de la Capital. Sucede que hace falta tener un ciclotrón cerca del tomógrafo que produzca una materia radiactiva que se extingue (sic) en pocas horas. Cuando te acompañé a hacerte el examen escuché atentamente a la médica del Hospital Italiano que decía que los tumores o células malignas se alimentan de azúcar. La glucosa que te inyectan tiene positrones que se adhieren a esas células y al liberarse esa parte del átomo emite luz. Esa luz es captada por los aparatos y reflejan si hay actividad maligna en tu cuerpo. Así de sencilla la explicación de un procedimiento genial y sideralmente mucho más complicado. Te pusieron una vía en tu vena, tomaste un litro de aparente jugo de naranja, rancio líquido con contraste para la tomografía y luego de algunas horas de espera, en silencio, para no provocar actividad muscular que también requiere de azúcar (¿te acordás tomando un sobrecito de azúcar luego de correr en el parque?) te inyectaron esa glucosa radiactiva. Luego acostarse en una camilla algo incómoda localizada en el Polo Norte del diagnóstico, los equipos necesitan frío, te dicen y vos, sin voz, pensás si ese necesario semejante frío. Te pasean con camilla y todo de arriba a bajo como si fueras un pollo a rostizar que en vez de girar, asciende y desciende, te sumergen en un tubo con olor a Procenex aroma de la montaña y vos cerrás los ojos para saber si a oscuras sos menos claustrofóbico y final de la historia. Que no alces a las criaturas de tu casa ni abraces a ninguna persona embarazada (SIC, por lo de persona). Son amables, entienden el porqué de tu presencia allí.

Cuando quise que vieras el video del profesor que dio una charla sabiendo que era la última de su vida, me dijiste que en algún momento de aquella tarde dentro del tubo radiactivo lo entendiste mejor a Pausch. Maldijiste en silencio, para no confudir al aparato entre una puteada y una célula embromada, tu idiotez de tener que esperar hasta estar ahí para entender que la vida tiene un sentido tan obvio como su finitud y tan maravilloso como la sonrisa tuya con los que amás. Pensaste que nada es inalcanzable salvo que vos mismo decidas ponerlo lo suficientemente lejos o alto para tener la excusa de echarle la culpa a los otros, acción mucho más cómoda que hacer lo que querías. Supiste, me contaste, que no tenés nada que demostrarle a los demás hasta que no sepas, vos mismo, que eso de verdad vale porque lo querés y no perjudica a nadie y entonces sí, pensar en lo que dicen los demás, entendiéndolos, no juzgándolos, porque a lo mejor esos otros no tienen el valor de buscar lo que quieren y se conforman en juzgar al prójimo. Te diste cuenta, con el último bamboleo de la camilla, que todo es más sencillo, más directo y menos mediato. Como lo sabías sin pensarlo cuando éramos pibes, me dijiste. Y por eso hoy vamos a celebrar el día del niño. Y el resultado estupendo de tu PET.

Seis: La última conferencia de Pausch se tituló "Alcanzando de verdad sus sueños de la niñez" y comenzó con su ya célebre frase "tengo un problema de ingeniería y sé que esta película está por terminar". En ella cuenta los sueños que tenía de niño y cómo logró realizar la mayoría, menos el de ser jugador profesional de futbol americano, aunque de ese sueño frustrado fue que aprendió más cosas. Luego explicó cómo surgió en él el interés por apoyar a otros en alcanzar sus sueños. Por último expuso las lecciones aprendidas, como, por ejemplo, buscar la bondad en las otras personas. Randy Pausch dictó su última conferencia el 18 de septiembre de 2007 en un programa anual que todos los profesores debían cumplir fingiendo hacer la charla como si fuera su última lección. Porque se iban a morir. Pausch aclaró que no había metáfora. Que en pocos meses se iba a morir. Si googleás o "youtubeás" el nombre del científico aparece en inglés o subtitulada la clase. Allí hice click. Y hoy, con el riesgo de que te sientas esperando en Avenida Pellegrini que te quieran hacer vender calzones o collares de oro, te propongo que vos también lo hagas. Hacé click.

Luego de la charla Pausch anunció que se tomaba licencia para disfrutar con su familia sus últimos días de vida. Nadó con delfines, fue a la playa, le enseñó a su hijo mayor a andar en bicicleta y no dejó de cambiarle los pañales al menor, todos los días. Lo más importante no es que el padre de ustedes esté presente, les escribió a sus hijos. Lo más importante es que sepan que los quiso y quiere mucho.

El 26 de julio de este año, Pausch murió.

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