Viernes, 3 de abril de 2009 | Hoy
Por Bea Suárez
Chau Raúl, chau a mi soledad de 19, a la fatiga de no saber quien ser, a aquellos Dioses que nos enfilaron al Monumento ese octubre en campaña o en llamas.
Chau Raúl, chau al voto principal, a los escudos de oración con que empezó mi patria, a la ofrenda adicional que la democracia inicial nos permitió.
Chau a la mujer en que me convertí mientras revolvía química y vos hacías ruido de sílaba buena para reconciliar personas y repúblicas.
Chau Raúl entre el ruido y el último calor de este verano, quema menos el país si se piensa en tu nombre, sólo logra calmarse con agua de Chascomús.
Chau a la secuencia litúrgica que vino entre cuartos oscuros a buscarme para transportarme a mí y a tantos hacia tu acostumbrada paz.
Estar vivo es distinto. Estar como ahora estás es tan simple.
Chau a la construcción regular y progresiva del preámbulo que aprendí mientras ganabas las elecciones por gritar fuerte la Constitución, solamente. Nos, los representantes de ese tiempo, reunidos en una asamblea de nostalgia, recordaremos la templanza del habla que pasó por tu cuerpo para hacernos más buenos.
Chau Raúl, chau a la limpieza de una mirada entre recién nacida y sabia, al brazalete de verbos que evitaron la ruina alguna vez, o a aquella ocasión en que, entre catorce paros, te nos ibas.
Chau Raúl caminando entre lienzos de amor y gente común. Nadie se arrodilla ni baja del santuario, sólo un congreso de hombres y mujeres propulsados a argentinidad y clavel.
Chau a las piedras que tenía en el corazón por los patios y terrazas de los ochenta, al potasio parpadeante, al cloro, a mí misma, desaparecida un poco abajo de una boina blanca y con una franja morada por la asfixia de la juventud.
Chau Raúl, se va con vos mi propia disipación, pero también el rescate que tus manos hacían en el hombro izquierdo, tu saludo. Chau también a toda tu renovación, y al cambio.
Un radical saludo, un festín, un ritual, un poema que crezca y agite el muro de los mediocres.
Chau Raúl. Vibra la Nación mientras te dispersas como un grande, mientras te vas ondulando entre dignidades. Mientras me viene llanto de nena frente al vocero de sus sensaciones políticas.
Te empuja algo al irte al otro mundo, ni la desmesura ni el descontrol, sólo la militancia, la cordura, el descubrir una verdad a la que entregarle la vida. A la que le entregaste tu vida.
Fijo y sólido, tu vida entera.
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