Martes, 17 de noviembre de 2009 | Hoy
Por Irene Ocampo
Solas estamos aquí. El viaje que emprendimos desde aquel "me gustaría que nos veamos" apartó los temores. Hasta acá llegué por vos y por mí también. De nuestro camino recorrido nos sorprendimos más de una vez. Y el cara a cara, el frente a frente desmiente todos los supuestos. La realidad supera a la ilusión.
Demoramos las caricias hasta que ya no pudimos más. Las manos se tocaron con tibieza y timidez. Supimos del calor, de la intensidad del deseo, por esa mirada y por el pulso en la punta de los dedos. ¿O fue el beso el que inauguró el paso a las lenguas, los labios, la pasión desbordando en líquidas bocas?
Caprichos de mujeres. La luna espejándose. Dos que se abren al misterio. Y la música que suena en ritmo de balada, tropical y sensual. Aclimata la voz dulce la noche que se debate entre nubes de tormenta, y vientos que remueven lo más viejo y arraigado.
Abrazo que acerca la piel al roce, al conocimiento y al reconocimiento de una en la otra. Ritmo cardíaco apasionado.
Amor I love you cantamos con Marisa. Y la alegría se expande desde las almas, las miradas, las sonrisas, las bocas se buscan y comienzan el juego de ir y venir por la piel de la otra.
Intenso es el sabor de tu boca en la mía. Como la calidez y tersura de tu lengua, que no sabe y quiere conocerme. Saber de mis reacciones, de mis sabores, de lo que me lleva al delirio y lo que me eriza.
Cóncavas y convexas. Sintonía de cuerpos hablando en su propio idioma. ¿Será esto el estallido del deseo? Porque ya no sé más si estoy arrodillada, de pie, o a punto de caer en tus brazos, otra vez.
Y una vez más, y otra más. Y las ropas que empiezan a buscar dejarnos desnudas, prefieren que las dejemos olvidadas por el piso, sobre la mesa, en una silla. Los zapatos quedan tan bien estacionados en el living.
Y se hizo muy corto el camino hasta tu colchón. ¿O en realidad no caminamos? ?¿a ver hasta dónde llegamos?? La pregunta queda sin respuesta. ¿O el ilimitado goce puede responderte? ¿hasta donde vos quieras?
Me acuerdo de María Gabay, cuando habla del espejo, de todo lo que se dice sobre dos mujeres amándose, y ese juego tan poético, psicológico... Y de cómo es tan real esa imposibilidad. No hay espejo. Somos dos, y distintas. Y si encajamos es por puro movimiento acrobático. Sos la red que me sostiene. Caída libre hasta tus manos que enciende en mí la ardiente búsqueda de tu placer.
¿O es esa boca semiabierta y tu mirada en mis labios la que me dice: este es mi gozo?
Puertas y ventanas abiertas. Luces encendidas. Sólo hay controlado desborde, desenfreno, movimiento continuo. Vos, abierta en mi mano. Yo, abierta en tu boca.
Sigo siendo la viajera. Y querés saber de mi peregrinar. Yo no le canto a la luna, tampoco, sólo porque alumbra. Le canto porque ella sabe de mi trajinar. Y vos querés que te cuente de mi viaje interplanetario hasta vos. Te hablo y te exitás. Parece que respiráramos el aire de un planeta extraño. Una atmósfera que sólo tiene energía sexual. O en elementos de este tierra, aire que alimenta la llama. ¿Oxígeno que se entrega a la combustión? Seguramente me equivoco, porque hay llamaradas de todos los colores. Hay adentros y afueras. Entramos. Salimos. Doblamos la curva del placer. Encontramos a la vuelta una cima por remontar. Caemos al valle húmedo. Nos adentramos en esa mata que reverdece otra vez más la intensa búsqueda del éxtasis. Y los ojos ya no ven nada más. Todo es puro tacto, y calor. Te resbalás sobre sobre mí. Me deslizo hasta vos como si me derritiera.
¿Y cuándo dejar de acabar?
No hay respuestas fáciles. Se pulsa el alegre gemido. Tu boca abierta, el cuello en tensión, el pecho abierto y tu piel que estalla en mi piel. Cantan las aves tan extrañas para mí, que soy del planeta del litoral. Amanece otra vez en la ciudad. Esto no es el fin. Esto es apenas el comienzo.
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