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Carezco de currículum en esta provisoria presentación de cargos. No saqué fotocopias de títulos y cursos, sólo tengo una hoja de gomero amarilla, anotaciones breves y percepciones mías, del mundo, sus maestros, o de sus medicinas.

Me piden que acredite mi ser, que certifique una pila de escombros que ha de ver un burócrata, presenté un poema tierno, mal aprendido (errores de gramática y de diversa índole). Me dicen que no sirve para entrar al gobierno.

Hay ítems extensísimos donde poner foto y peso, si mi buena presencia o mi mala conducta; fui a la policía a pedir los registros, encarpeté mi barrio, desamparos y líos.

Antecedentes, idiomas, hijos, documentos, propiedades, estados, años, color de pelo, últimamente de eso poseo casi nada, soy un escarabajo que ha de pisar cualquiera, crocante y enterrado, administrado a duelos.

Ponga, si, no, desde cuándo, una referencia, teléfonos, patrones, entidades civiles.

Mi misión es de hierba, resbala en el mercado, escribo más que en hojas en pampas que no sirven.

Un señor cortical de bigote muy grueso extiende un puño a mí, grita pase el que sigue. En la fila tenaz donde alargo mis días transcurre en folio denso, desnudo, lo que digo.

Presente en letra clara pretensiones de sueldo, apellido materno, ponga años vividos, domicilios y sexos. La llamaremos pronto, analizado el caso.

Me chupa esta bandera, me absorbe como en tubo, doy mi melancolía, trabajo de aguatera. Abecedario en puño a través de la niebla, del vivo castellano, un toque, simplemente. Diluvios de hache solas, existires tan secos a la luz de una eme.

En ese formulario las palabras me miran. Yo: les respondo a ellas. El trabajo confuso, carente de alegría, avisos clasificados, jubilados.

En el desagüe propio de la vida.

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