rosario

Miércoles, 15 de diciembre de 2010

CONTRATAPA

Un hombre enamorado de otro

 Por Silvina Crosetti

Quise ser un poeta. Pero no tenía tema. Eso sí, tengo la capacidad para encontrar errores en casi todos los libros que leo. Al principio los dejaba pasar, después empecé a marcarlos con un lápiz. Quién sabe, alguna vez podría escribir a las editoriales y mostrarles lo mal que hacen su trabajo. Tengo la carta redactada, todavía no me animo a dar el primer paso.

También creo que si me dieran algún tema, podría escribir. A puertas cerradas para no contaminarme con los ruidos del mundo, cuando tenía veintipico, busqué muchas veces cómo empezar. Agarraba las revistas de moda de mi vieja y usaba el azar. Todas tenían frases muy poéticas. Pude ensayar mi primer poema.

Mucho antes de que existieran las computadoras, fui un pionero del cortar y pegar. Me imaginé mujeres esplendorosas cubiertas con toda clase de ropas descriptas como si fueran partes del cuerpo. Y por supuesto que no cualquier parte, sino las que simbolizaban todo eso de lo femenino: el corazón, la boca, los tobillos, etcétera. Yo creo que tengo pasta de escritor. Y si pasta no hay, por lo menos la necesidad.

Entretanto me enamoré de un hombre, pero no soy gay. Se llama Dante. Es como Dios. Se puso a repartir justicia y mandó a todos los tipos que conoció al infierno, al purgatorio o al paraíso. Yo no había nacido todavía, así que no me pudo mandar a ninguna parte. ¡Hubiera ido con tanto gusto! Yo quisiera ser él. Pero como no puedo, se ve que me enamoré. ¿Qué voy a hacer? ¡Es una desgracia! Me quiero convertir en su ángel de la guarda. Quiero someterme a sus deseos sin ninguna clase de pudor. Me gustaría que me hable. No puedo estar quieto.

Perdón, ¡entro y salgo de unos estados tan raros! Cuando me conecto con mi dios, puedo decir cosas poéticas. Esto debe ser el verdadero amor.

Encontré la Divina Comedia en Internet. Sí, la obra cumbre de Dante Alighieri. Obra cumbre: el colmo de la frase hecha. Odio las frases hechas. La pantalla decía: "Este texto es muy extenso. La descarga podría demorar para aquellos visitantes con conexiones lentas. Les suplicamos paciencia".

Soy paciente.

La imprimí toda. ¡Son tantas páginas! La estoy leyendo. De a ratos me siento muy incómodo y me tiro en la cama. ¿Saben lo que dice?: "vi más de mil espíritus lloviendo desde el cielo que gritaban con furia: ¿quién es este que sin haber muerto anda por el país de los muertos?".

Es insoportable.

Estuve encontrándome muy seguido con él. Las casualidades no existen, me dirán, y es cierto. Yo andaba buscando. Fui a un museo y sin comerla ni beberla me informaron sobre el "Infierno del Dante". Sí, ya sé, otra frase hecha para la colección: el Infierno del Dante, el lugar adonde iban los pecadores. ¿Y qué habrá que hacer para ser un pecador? Un pecador digno. Había unas esculturas sobre las historias del Infierno. Dos enamorados se besaban casi completamente chupados por un remolino y no les importaba nada, ni siquiera morir. El amor, el amor. En voz alta dije: "Esto es la perdición". Y nadie me miró.

Después siguieron las burlas del destino. Una compañera de trabajo, que se ríe de mi apellido, contó que había empezado a leer La Divina Comedia. Así, tan de repente, un día dijo: "todas las mañanas leo dos páginas, para no olvidarme de lo mal que puedo estar si hago determinadas cosas". No sé, no me gustó. ¿Qué cosas podrá hacer esa ridícula? Como si fuera capaz de algo memorable. No la soporto.

Después lo encontré esculpido en un edificio, mutilado y con la nariz rota. "Unione e Benevolenza", decían unas letras de bronce sobre la fachada. Dante tenía las retinas ahuecadas, pero podía ver mucho más lejos que cualquiera, y el yeso roto en su nariz lo hacía más majestuoso. Fue la última vez que lo vi. ¿Tengo la nariz de Dante? Yo creo que sí, se me curva para abajo. Se me dibujan también estos dos surcos hasta la boca como a él, puede ser. También descargué toda su galería de imágenes de Google. Aunque ni falta que hace, su presencia está en mi mente. Qué arquitectura noble la del edificio de la Unione e Benevolenza, firme como una roca, ¡uy! otra vez. Se me salen las frases estúpidas. ¿Muros bellos?. No, "bellos" no es una palabra aplicable a muros. Me quedo sin palabras. Nada tiene mucho sentido. ¡Pero Dante me llena el corazón de admiración!

Hice mis averiguaciones, todo ángel de la guarda las hace: Dante, un hombre de veintipico de años, conoce a Beatriz, La Mujer, y empieza una vida nueva. Perdón, Beatrice. Nunca tuve facilidad para los idiomas. La cosa es que la vio dos o tres veces, y eso le bastó para escribir y ser Dante. Yo a él ya me lo encontré muchas veces.

Estoy muy raro. Por un lado vivo mi vida común de todos los días, bastante incierta, y por el otro pienso todo el tiempo en este hombre. Es una buena historia sobre cómo comenzar una vida nueva. Pero ¿de qué sirve transformarse en un gran poeta para terminar en el infierno porque Beatrice te olvida? Voy a ir a buscarlo por cielo y tierra. Tengo todas las noches libres. Voy a viajar todo lo posible. Me crecieron alas. ¿Se me notan?

En Italia la gente existe también en este momento. Suceden otras cosas. Todas las noches voy a viajar. Creo que empiezo a formar parte de algo más grande, no sé, soy paciente. Estuve siempre en el lugar incorrecto y en el momento injusto. Yo soy de otro tiempo. Un camaleónico italiano. Estas palabras son de suma utilidad para los escritores de biografías contemporáneas.

Sé que puedo inspirarme de muchas maneras. Ayer prendí una vela, apagué la luz, me acosté en el piso y puse un CD de Sinatra, que era italiano, como yo, un italiano trasplantado. Con calma y constancia, algo se me ocurrirá. Todo es cuestión de ensayar. Estoy encontrando una verdadera conexión con mi verdadera identidad.

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