CONTRATAPA
› Por Adrián Abonizio
Algo en su olfato de perro de la policía le dijo que debía seguir al patrullero hasta la taquería. Sabía que habría de desarrollarse algún hecho que él palpitaba molesto, por eso los mantuvo cerca y cuando se detuvieron y bajaron al gordito con las manos en la espalda sencillamente dió un portazo al auto y subió la escalinata. Lo saludó el cabo de entrada quien le preguntó a quien buscaba. El respondió con un apellido japonés y el tipo se rió, moviendo la cabeza "Estos son así. Se les dice cualquier cosa y por tener uno mayor autoridad apoyan aunque no hayan entendido ni jota el chiste posible". Caminó por el pasillito y se sirvió agua helada con una mano: en la otra llevaba la tacita de plástico que le ofreció al reo que estaba en el banco cabeza gacha, todavía con las manos esposadas. -Ey, gritó con voz de trueno que hizo dar un respingo a Aldo. -Vení, vení le dijo al cabito rubión. -Decime, ¿Así se trata a un sospechoso? Mirá: tiene las muñecas hechas mierda, ¿O no ven que le pusieron un talle menor?. Yo, yo...Yo, las pelotas, comprate un yo-yo para el caso. Una mano le detuvo el gesto que señalaba al policía joven- Eh,defensor de solitarios. Era El Colo, el del teléfono, su compañero de apenas 48 horas atrás, cuando dejara la dependencia. Lo llevó a su oficina. -Ja, ¿Ahora defendés pobres y ausentes che?. -Mendiolaza suspiró; nunca se había sentido así, libre, pero con un cuerpo ajeno. En otro momento le hubiesen empezado a doler las sienes y hubiese desentreñado el kilombo en un ratito de análisis pero ahora estaba fuera de la institución y su amigo, el Colo era quien ocupaba su escritorio.
Sacó un cigarrillo y sin preguntar lo encendió. El Colo, por cortesía solo abrió la ventana. -Mirá vos, ya te instalaste en mi lugar rápidamente. -¿A ver? Fotos de esposa, hijos y perro. Yo no tuve ni de Perón, pero son estilos. -Sí, se rió el Colo. Mi estilo es la familia y el amor. -El mío es haberlos perdido. Y ambos carcajearon por las frases que ya parecían de una telenovela. -Dale, servite de este café verdadero que ese parece tinta. ¿Qué te pasa que venís detrás del gordito del pasillo? -No sé, pálpito profesional, a lo mejor mi primer caso como particular. ¿Qué hizo además de robarse una torta?. -¿Torta, que torta?. No sabemos; ayer amasijaron un agente durante el robo a la joyería Lux y el gordito este, Aldo Zampapiglietta como se llama, estaba siendo interrogado por el mismo tipo que lo detuvo presuntamente porque manoseó a una mina, que justo, justo era la socia del choro, ¿me seguís? -Clarito. ¿Y qué hizo además el gordo? -Nada, se dejó detener y anduvo a los gritos proclamando su inocencia, luego boletean delante suyo al agente que lo tenía haciendo declaraciones por abuso deshonesto en la vía pública, todo muy confuso. Encima huye.
Miró el techo que bien concocía y lanzó una bocanada. Luego el gesto de Belgrano en un cuadrito y el ciprés del patio del que sólo se podía ver parte de su follaje -Es un pichi. Debe haberse hospedado en el hotel más piojoso y vuelto a él. Un miembro de una banda no hace eso. Además no anda por los bares cagado de hambre metiéndose una tarta en el bolsillo del saco, sin arte. Yo lo ví. Es un papelonero con mala suerte. -¿Vos lo viste? Ah.. ¿Por eso estás acá? ¿Eso pasó?. Llaman a la puerta, entra el agentito colorado que al ver a Mendiolaza se pone más colorado -¿Usted es homosexual, señor? Cada vez que me ve se ruboriza, espero que sea de odio. -!No señor! y se cuadra. El Colo suspira. -Vaya Martinetti, el comisario no pertenece ya a la Fuerza y tiene un consagrado sentido del humor, retírese. -Con tipos que se ponen nervioso de nada es seguro que los sospechosos mueren en el traslado por algún tiro que se le les escapa. -Dejá de cuestionar todo, que así te fue, alarga el Colo mientras lee el papelito insignificante que le alcanzó el agentito.
-El tipo es de General Villegas. Sin trabajo fijo por ahora. Laburó de mil cosas y jamás tuvo una entrada. Tiene esposa y dos hijos. Ahora le pregunto que hace en la zona y lo largo pero lo voy a tener vigilado. -Dejalo que es tan boludo que se vigila solo. Mira la habitación a la que jura no volver a entrar nunca jamás y agrega: -No hace falta preguntarle nada. Debe ser separado y está huyendo de la Justicia matrimonial no de algún delito. Y está en la zona buscando trabajo. El Colo se cruza de brazos, mira a los ojos tratando de estarse serio -¿Y cómo sabés tanto de un pobre infeliz?. -Olfato de perro viejo y mal culeado: ¿Sabés por qué el agentito ese que achuraron lo tenía en un callejón en vez de llevarlo directamente a la comisaría si lo estaba acusado públicamente de acoso?. El Colo no quiso arriesgar.-¿Porque se habían enamorado?.-Me extraña: se dió cuenta que no tenía un pedo que ver y lo intentaba coimear. En eso se produjo el choreo y el agente corrupto por cincuenta mangos recibió lo que merecía; el cuetazo de un 38 corto.
El Colo enmudeció y buscó un camino alternativo. -Ajá, y además del acertijo genial, ¿cómo carajo sabés que lo bajaron con un 38 corto? -No se va a reventar una joyería ni con un 22 que queda chico si hay kilombo ni tampoco con una bazooka que queda grande. El 38 va justo, amigo. Se largó a reir sinceramente y aplaudió de gozo. -¿Por qué abandonaste esto gil? Si seguís siendo el mejor, te lo juro por ellos, dijo señalando la foto enmarcada de plástico. Soy el mejor pero tengo los riñones de plomo de tanto correr en vano. El Colo se tomó unos instantes e inquirió como quien hace la pregunta final con que desbaratar al participante. -¿Y cómo adivinaste que el tipo efectivamente estaba buscando trabajo por la zona? -Ah, por adivinación de vidente...Coincidimos esta mañana en el bar y noté que dejó de lado el diario completo para empezar a marcar en birome la página de avisos, ¿elemental, no?. El integrante de una banda criminal no anda buscando trabajo ni robándose comida torpemente, según creo. Buenos días, amiguito detective.
Al Colo, en cuanto se quedó solo, le entró un torbellino de bronca. Tomó el interruptor. -Soy yo, dejen ir al gordo boludo, ese tal Aldo Zampapiglietta. Decile que lo salvó uno que pasó y declaró su inocencia. ¿Apellido? Qué se yo, poné cualquiera. Mirando el Cristo de bronce agregó: -Escribí que el tipo se llamaba Cruz y fue el mejor sargento de la policía.
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