Domingo, 25 de septiembre de 2011 | Hoy
CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
Por Adrián Abonizio
* ¿Es acaso una campaña del Imperio Informático para meter miedo? En su hotmail primero sale escrito. Advertencia: cuide su cuenta. Luego: Cómo defenderse con alarmas. Y la definitiva: Aviso, te han eliminado. Hay gente de vida cretina que juega a la guerra del miedo, se dice, metiéndose de lleno en el sol de la calle. Y sabiendo que esto no es nada en comparación.
* Casualidad pigmentaria: El conteiner es verde y el pibe que entra, trabando la exclusa con un palo está vestido color loro. Sería Linterna Verde si no fuese morocho, aindiado, anduviera sucio y extrajera de la caverna plástica un par de zapatillas grises que se empieza a probar. Es más ágil que el superhéroe, pues ha salido en segundos y ya está saltando sobre el calzado: Precisa volar por la ciudad y carece de efectos especiales.
* Cada seis meses lo mismo: Se empieza a desmoronar. Es un ciclo perfecto. Siente mareos, depresión, cansancio y abulia. Se hace chequeos que le dan invariablemente mal pero nada grave. Después de pasar por médicos y autorizaciones de órdenes decide un día curarse y se reestablece, aburrido de sentirse mal. -Hasta que un día no salga más y venga la muerte, se comenta para si fatalista y previsible. Pero sabe que no es verdad: Sólo debe aprender a soportarse.
* Ella es como la caja negra de un avión. Así son los secretos de la que cuida el rectángulo lleno de guita del banco español rojizo y aromatizado, mientras afuera bulle la primavera y los reflejos de los autos veloces parecen retazos de filmes que se proyectaran sobre las cabezas de los clientes. Nada de esto dice, con nadie habla de sus imágenes. Algún atardecer va a reventar de colores y la encontrarán en su cama, traslúcida y sin nada adentro. Ese día, recién valorarán su poética.
* Le suena el celular en la cintura, donde ya hace meses ha dejado de usarlo en ese lugar por temor al cáncer. Pero le suena, lo siente reclamarle. Alguien le habla del síndrome del miembro fantasma pero él descree. No obstante, el costado le vibra cinco o seis ves al día. Incluso cuando está desnudo, durmiendo.
* En la ciudad no hay más clásico de fútbol pero lo revive cuando dos empleados de correos, repartiendo correspondencia se cruzan en una ochava. El rubio lleva la auriazul y el morocho la rojinegra, en el diseño de sus uniformes.
* Todo empezó con un casual "-señor, me dice la hora" desde la voz de una jovencita. Luego la notificación que ya falta muy poco para empezar los trámites jubilatorios. En los colectivos ni mira a los chicos sentados por temor a que alguno le ceda el asiento.
* Nunca pensó ni remotamente en la posibilidad homosexual de que gustase de un hombre. Pero ahora que la posibilidad inversa existe -alguien gusta de él, se lo han confirmado-, lejos de horrorizarse se siente calladamente halagado. Sabe que nunca dormiría con otro hombre ni lo besaría, pero gustarle a alguien no deja de ser un viento de nutritivo polen inmerso en la adrenalina del bienestar. Lo reconfortante es que no siente pavor.
* Es rubia, bonita y habla con su celular. Habla apoyada en el semáforo de Santa Fe. Del otro lado la secreta dicha parece estar contestándole. Y sucede que con cada gesto de afirmación de la buena ventura cambia la luz con mayor entusiasmo.
* El la quiere retener en Rosario. Es su hija pero ni la atiende. Lo hace de rabia porque su ex esposa se fue a vivir a España con otro. La mamá, necesita tenerla con ella, pero la hija extraña a ambas familias carnales. Para que entren en razones el juez debería proponerle a los padres que la hija en común se quede a vivir en medio de océano, en una islita donde ellos no la perturben con sus miserias. Pero no tiene imaginación ni sabiduría.
* Sólo su perro y su analista conocen a fondo su doble vida. Ambos a veces lo miran, pero el bicho es el que menos parece cuestionarle alguna cosa. A los dos alimenta puntualmente.
* Ese no encarna más, extiende ella desde el trono arrogante de su soberbia belleza de reina de la videncia adquirida. -¿Por qué?, inquiere él, quien le gustaría atragantarla de un beso o de un baldazo de agua saborizada. Señala a un viejo -es cruel esa basura, susurra. El se siente insignificante y paralizado de tanta altanería. Están bajo una luz violácea y ella le comunica que la rueda de la vida gira en sentido estricto. El suspira -con todo lo que tengo por hacer. -A vos te falta mucho todavía, culmina ella con un apio en la boca. El clima esotérico poco favorece a su idea de llevarla a la cama. Por eso, recio, con la noche perdida, sorprende con un eructo. -!Fantástico! se alboroza ella, !Los espíritus liberan los malos efluvios!. Ahora sí confirma para sí la oración fundacional del macho criollo: "¿Quién entiende las mujeres?".
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