Sábado, 18 de febrero de 2012 | Hoy
Por Miriam Cairo
Cuando el sol derrumbó su puerta ya era tarde: ninguna noche por venir podría arrasar el hambre de vivir, nacido el 28 de julio de 1930 en Cuenca, Ecuador, en casa de Rafael Galarza Arízaga. Su esposa, la maestra rural, Rosario Zavala Samaniego, que repartía entre los niños pobres el pan del alfabeto, llama a su hijo, Jaime. Luego él se nombraría a sí mismo el diluvio, el puño universal, el hombre suelto.
El niño, como pájaro haragán, pasa horas tendido en el huerto, con las alas abiertas al calor y a la luz. La madre no sabe que así, de cara al sol, se preparan ciertos niños para ser, cuando hombres, guerreros y poetas.
Al ver las idas y vueltas del niño alrededor del sueño, la madre vaticina que será un gitano incorregible. Y el niño, que desde antes de nacer ya caminaba, y que no es un ejemplo en aritmética, tiene desde entonces, en los pies, un dolor de caminos.
Por haber comido a temprana edad el pan del alfabeto, en quinto grado funda el periódico manuscrito El escolar y en el colegio secundario dirige la revista anual Antorcha. Es la hora de publicar los primeros poemas. Pero también la hora de ver a la raza indígena humillada. La hora de inaugurar el dolor en la palabra.
En 1947 abandona los estudios y ya en Quito frecuenta otros pájaros, otros poetas como César Dávila Andrade. Esa manera de mirar el mundo, esa manera de batir las alas lo llevan, en 1948, a inscribirse en el Partido Comunista. En un país dividido en latifundios, el poeta reacciona en versos contra el señor que somete a sus peones a hierro imperdonable. Por dolor, por coraje y por ternura, el joven poeta se dedica a formar células comunistas entre Cuenca y Cañar. Desde entonces es perseguido y enjuiciado por su trabajo con los indígenas de la región.
Los aires de gitano y de cometa, despuntados en la niñez, le sirven para escapar de prisión y no abandonar la lucha. En 1959 participa de las protestas universitarias en Guayaquil y es testigo de la masacre de estudiantes. Cae preso y en la cárcel escribe el cuento "Levantamiento", con el que gana el primer premio en el concurso Cuba Libre. Pero ésta no sería la única vez que caería entre rejas.
Luego de trabajar un año en la Agencia de Noticias Prensa Latina en La Habana, en 1965 vuelve a Ecuador desde la clandestinidad, y poco después es injustamente apresado. El poeta se defiende en versos desde su celda: "Señor Juez: si yo asalté ese banco a Ud. dice,/ que me premie la Patria. Es un banco extranjero./ Yanqui por más señas/ (...) Señor Juez:/ Ese banco respira/ con los pulmones de los indios./ Se alimenta con carne obrera/ en cinco continentes./ Se nos bebe los mares/ los ríos y el petróleo". Diez meses en prisión no debilitan al poeta, al puño universal, al hombre suelto: organiza una huelga de hambre con sesenta presos. Poco después cae el gobierno militar de turno y los sesenta presos salen vitoreados por el pueblo. A un paso de la noche, el poeta dice que "es fecunda la cárcel./ Se aprenden múltiples/ materias. Por ejemplo/ que el sol no es para todos/ o bien que la justicia/ tiene precio/ o que nadie es tan solo/ en este mundo/ como un recluso al cual/ jamás visita nadie".
Entre el periodismo, la poesía, la militancia y la ternura, el poeta gitano lleva sus pies de diluvio a Cuba. Con alas de cóndor llega a Chile. Con ojos de atravesar vientos vive en México, hasta que vuelve a Ecuador y como Director del Departamento de Investigaciones Socio Económicas de la Universidad de Loja, en 1970, redacta un lacerante informe titulado: "Los campesinos de Loja y Zamora", sacudiendo otra vez la conciencia nacional de su país al denunciar el fracaso de la Reforma Agraria.
Otra dictadura lo condena a vivir en la clandestinidad desde donde el poeta da paso al ensayista. Surge el libro: El festín del petróleo. Los versos se estiran hasta ser frase que denuncia a las compañías transnacionales. Como en un cuento sin hadas, cae el dictador y asume un gobierno nacionalista y revolucionario que le permite, al poeta, salir de la clandestinidad. El poeta del coraje y la ternura, que no fue bueno en aritmética, consigue el dinero a través de colectas y préstamos para editar 5 mil ejemplares de su libro. El festín del petróleo se revela como una joya literaria que no descuida la denuncia directa. Por su publicación lo llevan preso.
Recluido en el Penal García Moreno, le ocurre un hecho que merece ser narrado por sus propias palabras: "El 20 de enero de 1973, una enorme humanidad trasponía la estrecha puerta de una celda del Penal García Moreno, tenebrosa prisión de Quito, la capital ecuatoriana. Era Julio Cortázar, el celebrado escritor argentino. Al día siguiente, el diario El Comercio informaba que la razón de esta visita consistía en su voluntad de solidarizarse con el autor de estas líneas, preso a raíz de la publicación de su libro El Festín del Petróleo". Julio Cortázar, admirador de la poesía y la ensayística del poeta, le comunica que Sartre, de Beauvoir, García Márquez, entre otros, piden por su libertad. Desde la celda del presidio que a lo largo de un siglo molió los huesos de un millón de hombres, entre "héroes, artistas, ladrones,/ asesinos, leprosos, tísicos,/ reos del malquerer de un magistrado,/ culpables de robar una gallina/ o de llamarle dictador/ al dictador de turno", funda el periódico Segunda Independencia. Escribe allí el proyecto del Manifiesto Ecuatoriano, cuya tesis se fundamenta en que el Ecuador es una dependencia estratégica de los Estados Unidos. El coronel que lo condena como autor intelectual del asalto al City Bank, más tarde se va a Chile a seguir su vocación sirviendo al dictador Augusto Pinochet.
En Cuenca, un grupo de mujeres toman la gobernación y en todo el país se desencadena una ola de protestas reclamando por la condena absurda que pesa en su contra y el poeta, el diluvio, es liberado.
Entre rejas y caminos, va tejiendo su obra el poeta que viene a esta sombra para amar la flor y el fusil. Con un hilo de dolor cose ojo con ojo y da a conocer un reportaje al ex agente de la CIA Philip Agee, donde desnuda los siniestros detalles de la intervención de la CIA en Ecuador. Lo amenazan de muerte.
Siguen años de lucha, de escritura, de denuncia y de siembra. "Así/ rebelde,/ florecido en fusil,/ fusilado de flor", el poeta nacido de la profesora rural que repartió el pan del alfabeto entre los pobres, tiene la autoridad para decir que la poesía debe volver a la ternura.
Y yo me permito agregar que a los argentinos todavía nos faltan páginas sustanciales en el libro que damos en llamar literatura latinoamericana. Una de las más admirables le corresponde a Jaime Galarza Zavala.
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