Miércoles, 5 de octubre de 2005 | Hoy
Por Margarita Scotta
Uno
El es vertiginoso; necesita fugarse para disfrutar de una repentina libertad ganada (en un espacio definido por una mirada). Lo fascina el vértigo de tres; entonces, juega a que ella es entregada a otro: Se la saca para ambicionarla cuando entra en el perímetro del tercero. Le gusta más cuando ella resiste. Al filo de una pequeña crueldad, ella casi lo enternece (es que ella está al borde de llevarlo hasta la ternura). Se hace niño para el empecinamiento de una mujer que atraviesa todas las pruebas para mostrarle a él que es distinta; pero ella no estaba contenida en sus planes por décadas. Ahí, él renuncia al juguete. La tira cerca. Quisiera tomarla. Decide hacerlo. Se ubica lejos. Para que se acerque ella. Y cuando parece que es ella quien decidirá, él vuelve a sentir como un ímpetu por la vida en minutos neutros que ahora estallan en el cuerpo. Y él entiende menos el desvío que implica vivir, porque eso podría ser más intenso.
Dos
Ella quisiera que fueran sólo dos. Pero se mimetiza con el truco del tercero que él dispone. Se pierde en él. Para fugarse de él, lo imita; y así gana una libertad fotocopiada. Cuando ella quiere desenmascararle el juego, olvida su propio cuerpo y lo que estaba buscando detrßs de ese hombre. Queda ciega, sorda, muda y se le ha escapado el vaivén femenino. Hace pie en la ilusión porque estß mareada. Ella cree que se podría enamorar. El duda que un hombre también tenga que enamorarse para llegar a una mujer. Los dos se detienen capturados en las imßgenes que se dieron. Anhelan demasiado ir hacia el otro desde allí. Pero cuando ella y él no se ven, sus imßgenes se esfuman y desde el poco de polvo de luz que en definitiva son, refractan brutalmente lo que desean.
Tres
¿El la engaña o sólo a ella le ha hecho saber su verdad? ¿El miente, o de una vez por todas, porque algún día tenía que llegar es sincero? ¿A quién oculta él? ¿Es un hombre logrando esconder su motivo valioso para dejar de ser niño? Un día, tomará una decisión. Pero también podría no tomarla. Porque ella tampoco la toma. Así, también sería posible que el tercero desenlazara de otro modo la fatalidad de sus deseos.
Cuatro
Se conocen en un lugar trivial de un modo extraordinario. En el exterior, ella ha visto el interior de su ropa porque él deja que ella le toque esa piel íntima. Sólo cuando los cuerpos buscan la coartada, el tercero entre dos llega a ser el silencio.
Cinco
Entre la tensión de la relación amorosa dual, donde uno queda enfrentado al otro teniendo que dar lo que se le pide y el otro refleja esta actitud imperiosa de manera idéntica, el tercero convocado instala el juego del deseo y abre a las posibilidades, distiende el tiempo, aligera los pedidos, incluye lo distinto. Alguien tendrß que decidir; alguien podría elegir; pero quizás no lo haga, y tampoco puede imponerse. El tercero viene a representar lo que falta dar, lo que falta obtener, lo que aún no se ha recibido, lo que todavía no se dijo; lugar incierto donde fuga y vuelve como boomerang el deseo, podría ser ocupado por una persona, real o fantaseada, un amigo, un hijo, una fotografía, un recuerdo, un muerto, una sospecha, otra inquietud, una palabra, un silencio.
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