CONTRATAPA
Murió la abuela
Por Pablo Suárez
Era la última de nuestra familia que había vivido durante un gobierno de Yrigoyen. Era la última de nuestra familia que parió un hijo en su casa. Era la última de nuestra familia que vio a Gardel vivo.
La abuela nació en el `21 a orillas del Arroyo Ludueña y allí murió el martes 24 de julio pasado.
En la década del '60 sus hijos descubrieron el camino de la rebelión y ella el camino de las cárceles donde los fue a ver, a hacerles llegar su amor. El camino de las comisarías para buscar a su hija y a su marido.
El camino del exilio con la nieta a cuestas y los cuerpos vivos, pero destruidos de los otros dos.
Con una máquina de tejer y una "Pastalinda", hizo lo que supo: Tejer y cocinar. Con eso se dio cuenta de que sabía mucho más de lo que se suponía: Supo sacar adelante a los que andaban en la mala.
Era la última de la familia en ser hija de extranjeros.
Había exiliados que éramos pobres, no todos pudieron hacer posgrados, fundar empresas o forjar carreras.
Desde Perú a México, como era de las más viejas de la diáspora, fue la abuela de muchos de aquellos jóvenes que llegaban a la Casa Argentina de México en 1975 a escaparse de la muerte. En aquel temprano momento, con la embrionaria organización de "ayuda mutua" que se trazaron los desterrados, ella les mató el hambre cocinando allí para todo el que llegara. Luego, al irse acomodando, los muchachos se iban yendo y al disolverse la Casa Argentina, ella quedó con una pequeña fábrica de pastas: "Los abuelos" donde a partir de lo que ella sabía hacer, se mantuvo vivo aquello que asocia a la Argentina con las pastas, las empanadas y los sabores y aromas de la tierra donde nacimos. En el exilio mexicano hasta que volvimos en el '84.
Bah, ella ya había vuelto unos días en el '82, a visitar a mi tío en la cárcel de la dictadura. El estaba vivo y eso era importante. Pero estaba preso y eso le clavó un puñal en la mirada. "cómo voy a disfrutar estos paisajes decía en las vacaciones de Acapulco o Veracruz si mi hijo está viendo rejas".
Cuando vino a Argentina en el '82, el gato desapareció de la casa y volvió cuando ella regresó. Se ve que el bicho, aunque mexicano sentía el mismo miedo que todos los demás.
En el 85 puedo ver a todos sus hijos juntos afuera de una cárcel (desde el '73 que no se le daba) y lo demás fue lo de menos.
También fue la única de la familia que vivió todas las dictaduras argentinas.
Luchó cuando hubo que luchar, alimentó de todas las formas posibles a todos los que estuvimos cerca de ella en la buenas, en las malas y en las recontramalas.
Se murió Herminia Macías de Suárez. La abuela para todos los exiliados "mexicanos". Para la familia se cerró la etapa épica, que entre nosotros fue sostenida por ella. Se la llevó. Perdimos una vida, pasamos de pantalla.
Una historia como tantas en este país que dio mujeres que supieron y pudieron bancar los trapos cuando fue necesario.
A los que conocieron a gente como ella, les pedimos que la recuerden de una buena manera: Simplemente entonando un pedacito de "Zamba de mi esperanza", para trazar una buena conexión con esas historias de vida.
Porque es una de esas historias individuales, reales. Para recordar, contar y recontar.
Estrella tú que miraste, tu que escuchaste mi padecer
Estrella, dejá que cante, dejá que quiera como yo sé.