Dom 28.10.2012
rosario

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

Almazen

› Por Adrián Abonizio

* El almacén pertenece a un señor santiagueño, señero y muy adusto, tranquilo como agua de pozo quien siempre saluda con una inclinación de cabeza que le confiere un alma oriental. No se preocupa por nada y da fiado sin pedir devolución inmediata. -Don Chango, ¿nunca pensó en cambiar la Ce por la Zeta y que quede Almazén?. El dueño no entiende, solo sonríe y con eso basta.

* "El corazón a Dios, las manos al trabajo", reza la prolija pintada de la escuela-iglesia. Si aquello no es una proclama esclavista yo soy Papá Noel. -Otro negrero. se oye pensar....gente trabajando para él en una especie de Siberia feliz con duendes engrillados y renos idiotas que hasta son capaces de elevarse la cielo, drogados como están. Hace un dibujito en su libreta mientras desde el bar espía la calle: Es una mujer desnuda flotando en interminables volutas de humo. Actúa como cuando niño: Ante la la presencia de la religión hacía dibujos obscenos para sacudirse la modorra sacrosanta. Pero ya es adulto y sus captores curas están bajo tierra, se dice, reconfortado.

* Cristo, de tamaño natural, luce encristalado, sangrando eternamente sobre sus brazos y su pecho de cerámica. Ella sabe que debe sentir respeto y pena, pero no sabe el porqué: Sólo siente pavor y repugnancia. Nadie le ha insistido conque debe mantener la cordura y no vomitar hasta llegar a la vereda de la iglesia. Nunca más la van a traer, es el castigo. La dejan encerrada los domingos, dibujando sola en la casa estampas sacras: rápido los hace, sin dificultad, luego reproduce las caras de sus actores favoritos. Y copia penes de una revistita que le han prestado en el colegio.

* Dora es la dueña del almacén de la esquina. Le ofrecen una notebook usada pero ella como una horrmiga paciente anota en una libreta los gastos, las deudas y aún los pequeños morosos. Lo demás, las cuentas, las hace en un papel. -Es más fácil con una compu, le dice una chica. -Quiero usar la mía, dice y se señala la sien. Cuando el almacén cierra porque el techo se hunde, ella enferma y solo renace de entre sus huesos cuando reabre el negocio. En el tiempo que estuvo ausente, sin trabajar, había perdido la memoria, recuperada en un santiamén el día que se volvió a poner detrás del mostrador. Los médicos están sorprendidos pero le sugieren seguir tomando las pastillas que ella tira con la primer bolsa de basura del primer día de trabajo.

* En el cementerio hay una imagen de un ángel desesperado, abrazado como borracho a un reloj: No ha logrado impedir que el paso de la muerte indique las horas finales y por eso se está allí, ennegreciéndose de hollín y musgo en vano. Cada vez que lo traen a visitar las tumbas de parientes imagina que el ángel se ha avivado y emprendido el vuelo hacia valles de sol con campos refulgentes. Pero sigue allí, clavado en su pena y en su idiotez.

* Ella tiene la agenda completa de amantes. A cada uno lo hace inclinar ante la imagen en lienzo de una diosa de la generosidad y la abundancia hindú que mira la cama matrimonial donde ella ejerze la capitanía del sexo custodiado. -También vigila que los preservativos sean de buena calidad, advierte una tarde ante el requerimiento ardoroso de un varón.

* -Mamá no lava, ni se perfuma, ni ve televisión: esta todo el día encerrada en su pieza escribiendo en la compu. -Debe ser que esta practicando jueguitos, le contesta su amiga de 8 años a la nena.-No, creo que chatea con un novio que tiene en otro país...así se conocen. Pero un día que la madre baja a comprar cigarrillos y ella espía la pantalla ve imágenes de santos espaciales, triángulos y naves. Corre a decirle a su amiga. -Era verdad, mama está practicando jueguitos pero con extraterrestres. Y le pide café con leche y pan con manteca, hambreada como una pequeña lobita sin manada.

* Canciones más, canciones menos todas hablan de revoluciones y pretenden ser esperanzadoras y guerreras. Resultan un montón de palabras viejas acumuladas en armonías previsibles. El que las canta, se llega a la mesa de las chicas como un Che descendiendo tras el discurso en la OEA. Acepta con humildad las honras sin saber que es un hereje de los vientos poderosos de la poesía. Un traidorcito pequeñín, un advenedizo, un profanador que ni siquiera entiende su miserabilidad. Desafinado, además.

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