Domingo, 18 de noviembre de 2012 | Hoy
CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
Por Adrián Abonizio
* "Joven de 22 años dejó la tribu del Chaco (Mocoví) para triunfar en Capital como modelo", reza la placa bordó del canal. La presentadora la expone, la estimula a sonreir y mostrarse. Ella se mantiene digna en su guapura, en su gracia de monte. La periodista de pronto, la interrumpe, pues deduce que la nota se debilita. Recita mirándole los pechos -¿Y a estos te lo hizo la tribu".
* Hoy ha visto una aparición teatral insuperable. De un cubo verde y rectangular destinado a la basura ha emergido una morocha, los labios pintados y cierta belleza indomable y festiva en medio de aquello horroroso que es el salir desde dentro de las entrañas de los desperdicios. Un macho de la manada, cacique digno aún, le sostenía con un palo la tapa, esperando que ella surgiera de allí con alguna perla exótica, con algún tesoro envilecido.
*-Tiene un traje prestado, barba de dos días y es mago de casamientos allá por el Bajo. Todos lo conocen: Hace pases con cartas plásticas, chistes de doble sentido y termina la función órgano en mano cantando canciones picarescas. Transpira como un marrano y luego de cobrar los 200 pesos bebe sidra fría y brinda a la salud de los novios. Cuando está borracho entonces se produce el milagro: Empieza a tocar como un dios musica clásica en su instrumento, hasta que alguien, con prudencia o de malos modos, según el lugar, le pide se calle pues todos prefieren la cumbia.
* La descubrió en un concurso de belleza pero bajo el escenario. Hambreada, sin documentos. Es aún con más de cuarenta años una beldad alucinante de piel oscura. El tipo la casó enseguida y sin poder dejarle descendencia la esclavizó con tareas hogareñas y zurcidos interminables para su lona de camión. El vive desesperado por los celos. Una vez, por denuncias espúreas le pegó: Desde ese día todo le sale mal por eso es que la ve como a una entidad superior, con superstición y ceguera. Ella ya no permite que la toque. El va muriendo, ambos lo saben hasta que su bilis de marido se agote, lo queme y fallezca por pretender encerrar la belleza entre barrotes. Pero ella ya es libre porque tiene el espíritu ocupado en el amor que vendrá un día.
* El pibe, alto, con ropa deportiva declara ante las cámaras que el agua ha invadido el barrio y se lo ve mojado pero tranquilo como un dios acostumbrado a los pesares. Entonces recuerda que él fue uno de los que construyera el terraplén, el murito del barrio cerrado y ahora empieza a comprender que la maldición ha empezado a emerger en forma de espuma barrosa y que no vale ni un jornal, ni el motor mojado de la heladerita que está como durmiendo la siesta sobre su cama.
* El Matarratas le llaman, porque se especializa en la cacería. Las sorprende donde sólo él sabe que andan y sólo cobra el servicio a voluntad. A veces, cuando en la casa no hay ninguna y teme no alzarse con algo de dinero, va hasta el baldío donde, disimulado en el yuyerío tienen su criadero en una jaula y despena a una, para dejarla expuesta ante sus contratistas.
* Bella como una deidad pasa en la moto sin casco y carga gas oil para hacer suspirar a todos los playeros. Ha alquilado por dos mangos la casucha del fondo, cerca del canalcito de agua estancada. Tiene trabajo en el súper, es nueva en el barrio y no sale con nadie. Ninguno ha descubierto que guarda el más recóndito de los secretos. Ser un hombre.
* Están filmando un corto y han pedido autorización a los jefes caciques del barrio. Los dejan terminar el trabajo y luego les quitan las cámaras. Sólo las devolverán a condición de que filmen el robo que se habrá de efectuar esa noche en un maxi kiosco del centro. Luego, con el cd, regresan contentos a verse en un rancho, tomando cervezas y festejando ser los primeros en protagonizar su propia peli de acción. Los pibes de cine sólo les pidieron una condición: Que no haya tiros. -Sin tiros, admitieron. Y les devolvieron los equipos intactos y un pack de cerveza en lata.
* Ella vende cosméticos vencidos a la gente de paso. Los ofrece por Ayacucho al sur con una caja de cartón pintada de rosa. Muestra las uñas de sus dedos todas de diferentes colores. Andy Warhol la subvencionaría. Lilita Carrió la internaría. Yo la describo y le invito un café con leche en el bar de calle Bustamante. Ella lo rechaza con una sonrisa de piercing por miedo a mi enamoramiento y a mi auto nuevo.
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