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Es miércoles y en el barrio hace un calor que quiebra el piso. Ignacio M. se acerca y pide no mencionar el nombre del lugar. "No hay muchos pibes que hagan esto, con mi nombre creo que no hay ninguno", explica.

Tiene una botellita de agua en sus manos, son las 13.30, pero lo que más desea, dice, es una birra.

-¿Cómo está el barrio? -le pregunto.

-El barrio está bien. Con sus quilombos de siempre. Igual.

-Hay un rumor, de que el narcotráfico está creciendo en la ciudad.

-Puede ser. El problema es cuando bajan a un transero, hay que arreglar todo de vuelta. Si hay más o menos droga, no sé, creo que sigue igual desde ya hace unos años.

-¿Qué es lo que hay que arreglar?

-Dónde, cómo, quién vende.

-¿Que es ser soldadito?

-Es un laburo.

-¿Un laburo de mierda?

-No sé.

-¿Conocés algún laburo bien?

-No que esté a mi alcance. Una vez cuidé autos en el centro hasta que me "echaron".

-¿Te echaron?

-Vino la policía y me dijo: "Andate". Yo no quería, hasta que me dijeron que me largue ya, a los vecinos no les gustaba. De una, me fui, ya está.

Llega un pibe, Ignacio se para, lo saluda, hablan un par de cosas, vuelve y larga un monólogo: "Yo veo a los mozos... Muertos vivos. Giles laburadores. O como una vez vi a un viejo en la tele, decía, no sé en qué canal '¿por qué no laburan como hice yo toda mi vida?'. Después veías al tipo, ¡mamá, uunnaa caraa!: sin pelo, mala onda ¿Te imaginás, eh? Te daba fobia pensar en trabajar. En ser mozo para servirle a un montón de hijos de remil puta. Aunque es cierto que los mozos se llevan una alta propina. ¿Pero ganar 150 pesos? ¡¿150?! No sé si muchos saben, pero los pibes sí que gastan guita. A veces mucha más que un pibe bien". --¿Peligros de ser soldadito?

-Podés morir cualquier día. Un ajuste de cuenta, un cruce sin razonamiento con alguien que esté dado vuelta y te pegue un tiro. Aparte no lo podés dejar de un día para el otro. Y menos venderte.

-¿Venderte a otro narco?

- Sí, cualquiera cosa. Venderte en general, no se puede. ¿Sabés qué es jodido también?

-¿Qué?

-Estar encerrado 24 horas en esos bunkers. Eso sí que es zarpado. Te dejan una botella de agua. Una sola puerta, estar encerrado 24 horas. Y tenés un montón de droga encima tuyo. Si empezás a tomar, a fumar, a tomar, te podés sentir mal y ¿qué hacés? Nada. Tu compañero te dice: "Tomate un trago de agua, guacho, y dejate de hinchar la verga". Eso es lo mejor que te puede pasar en una situación así.

-¿Se puede pensar o querer cambiar? ¿Como se actúa frente a una situación así?

--Dudo que cuando necesitemos algo llamemos a un periodista.

-¿No todo el barrio está metido, eh?

-No... Sí, tenés razón. El que no quiere esto, listo, no entra.

-¿La educación podrá quebrar? Si me entendés lo que quiero decir.

-La educación la abandonamos. Optamos por esto.

-¿Qué problema hay con la educación?

-Todo. No me concentraba. Me aburría. Con los pibes no veíamos la hora de largarnos e irnos por ahí.

-¿Qué opinión tenés acerca de la educación?

-A mis hijos les voy a decir que estudien. ¿Qué loco, no? ¿Cómo lo harán? No sé. Yo les voy a exigir. Mis viejos hicieron lo mismo conmigo, hasta que... (y hace un gesto como que no dio más).

-¿Qué es lo atractivo de laburar en esto?

-Es atractivo. Mucho más que vestir un uniforme de cualquier cosa. Te respetan... o eso crees. Decime, de empleado, ¿quién te respeta? Igual ojo, no cualquiera puede ser soldadito. Yo no me quiero hacer el machito, porque sé muy bien que en el barrio los hay más, aunque lo niegue en voz alta --ironiza.

-¿Te imaginas otra cosa?

-Yo no sé lo que es mejor. Si vos vieras a mis viejos. No me veo como "Doctor" de grande, con todo eso.

-¿Qué es "todo eso"?

-Eso: familia, casa grande, algún campito, con gato, perro y parrilla.

-¿No te copa?

-Nunca se me cruzó por la cabeza.

-Muchos amigos míos se imaginan así a los 30, a los 40.

-¿Qué tiene que ver eso?

-Para saber qué pensás de tu futuro.

-No sé. Mi vida está acá. En el barrio. Yo voy a tener a mi mujer y mi hijo acá. Capaz algún día, más de grande, eso sí, yo tenga un terrenito en algún lado y construya ahí, con mis cosas.

sebastiá[email protected]