Martes, 12 de febrero de 2013 | Hoy
OPINIóN › PUNTOS DE VISTA. LOS ECOS DE LA ASAMBLEA DEL AñO XIII EN LA ACTUALIDAD DE LA PROVINCIA
En aquella Asamblea no se produjo la declaración de independencia que quería San Martín. Sin embargo, acontecieron hechos que le dieron añadidura social a la revolución política de Mayo. Se reactualiza la necesidad de llegar a acuerdos.
Por Aníbal Ignacio Faccendini(*)
Los diputados arrastran el polvo de pesadas distancias, el calor agota aun antes de que se amotinen los sueños, y sin embargo la voluntad y el tesón de los patriotas desarticulaban la desidia y el desaliento de una siesta fundida en enero de 1813. Las chaquetas sudan y los cuerpos están caminando pensamientos, que crujen para romper las cadenas con España. Otros diputados sostienen continuar sin la declaración de independencia hasta que el futuro diga lo suyo. Han comenzado las sesiones de la Asamblea del año XII. Sí, estamos en el 31 de enero de 1813. Carlos de Alvear preside y sostiene junto a un grupo la postergación de la declaración de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La opinión de José de San Martín es contraria: independencia ahora y que se sancione la constitución. Las distintas posturas invaden las almas de los diputados. Fuerte tensión. Alvear (diputado por Corrientes) salda la tensión a su favor. No hubo declaración de independencia pero sí el manifiesto social que le faltaba a la Revolución de Mayo.
Los acontecimientos de Europa han hecho cambios en las cabezas de los diputados de la Asamblea (18131-1815). Napoleón ha sido derrotado en Rusia. Es destronado en la batalla de Leipzig. En diciembre de 1813 Fernando VII, empieza a retomar el poder. La máscara ferdinanda ya no se sostiene más. La posibilidad de una negociación se abre camino. La esperanza estaba dada en que los británicos medien para lograr evitar la venganza en la recuperación de los realistas españoles de las colonias en el Río de la Plata. Los ingleses aliados a la realeza española en contra de Napoleón tenían lo suyo para seducir. La hegemonía inglesa se imponía sobre la atrasada y decadente España.
No se produce la declaración de independencia, sin embargo acontecerán hechos que le darán añadidura social a la revolución política de Mayo. Estos hechos producidos por la Asamblea del Año XIII serán: 1. La abolición de la esclavitud a partir de la libertad de vientres, 2. Supresión de la servidumbre y de los trabajos obligatorios a los originarios, 3. La declaración de la igualdad de todos los hombres y la abolición de todo título de nobleza, 3. La abolición de la Inquisición, 4. La abolición de la tortura judicial y eliminación de los elementos de torturas y 5. La creación del escudo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fue sin lugar a dudas, un manifiesto sustancial y trascendental para la formación de nuestra nación.
El 31 de enero de 1813, es una señal que sigue interpelando al presente, los doscientos años de la Asamblea, así nos lo recuerda. Con todos sus defectos y a pesar de la hegemonía porteña, marcó el carácter social del cambio político de 1810. En rigor, también marcó el inicio del unitarismo y de la enemistad con el heraldo del federalismo José Gervasio Artigas. Fue un proceso contradictorio de hegemonía porteña y de importantes planteos de libertad no escuchado hasta entonces.
Las instrucciones de los diputados artiguistas traían las mejores banderas del federalismo y la democracia: independencia y constitución. Los porteños, impondrán su historia y expulsaron a los diputados. El puerto se imponía a la nación.
El fantasma de la Asamblea golpea nuestra puerta, reclama aun por cárceles sanas y limpias y la eliminación de los apremios ilegales, no erradicados en su totalidad. Reclama también por una comunidad igualitaria con justicia social y libertad. Demanda aún por un Estado fuerte que monopolice la violencia, que siga fortaleciendo la democracia y los derechos humanos.
Doscientos años han transcurrido, y si bien es el pasado, éste no se quiere desentender de nosotros. Acontece aún en la variante de adolecer nuestro país de grandes acuerdos estratégicos. Ya sea porque los convocados confunden el diálogo con porciones de poder a conseguir o medrar, o bien porque los convocantes no convocan para que no le endilguen debilidad. Por lo que fuera, no hay acuerdos de diálogos estratégicos que hacen al desarrollo de la comunidad nacional. No hay una estatalidad pública que supere lo coyuntural.
El primero de mayo de este año, también, se van a cumplir ciento sesenta años de la sanción de la Constitución Nacional, para ello el país tuvo que tener el Acuerdo de San Nicolás. Urquiza, victorioso, cuando lo convocó, fue cuestionado porque invitaba a determinados líderes políticos no queridos, pero él pudo visionar que había que acordar. Y eso que el panorama era harto complejo: los federales del interior, del litoral y los bonaerenses. Recordemos que también convocó a los liberales unitarios porteños, en eternidad denostados por todas las provincias.
Los aniversarios de la Asamblea del Año XIII y en su momento de la sanción de la Constitución de 1853, son hechos que aún nos interpelan. La realidad a veces es como un laberinto del que, al decir de Marechal, se sale por arriba. Debemos volar alto para llegar a lo mínimo. Para volar hay que acordar con los actores políticos y sociales. El acuerdo es una de las herramientas, no todas.
El diálogo no es con-vencer, derrotar a otro. Demostrando la voluntad de poder de cada uno. No es un acto de con-vencimiento, es una apertura, de escuchar y no de escucharse, de poder ver no sólo la realidad sino su sustancia. Es difícil visibilizar la otredad, pero en mucho vale la pena, lo distinto me suma, en el modo de superación. Como vemos, cuando podemos percibir el diálogo no como una rendición, sino como intercambios de ideas, es un acto de valentía. Dialogar requiere de mucho coraje, porque es exponer el convencimiento de uno a la mirada del otro. Ya los problemas crónicos de nuestro país, como la pobreza, el narcotráfico, la violencia, la inseguridad, el desempleo, la inflación, la falta de una distribución justa de la riqueza y muchos otros problemas estructurales, requieren de acuerdos de los actores políticos y sociales. Sin ésa masa crítica es muy difícil confrontar con los problemas que hacen, lamentablemente, a la cotidianeidad de mucha gente.
El federalismo, es una distribución no aislada de poder, en tres niveles estaduales: municipal, provincial y nacional. Esta distribución se complementa, no para eximir de responsabilidad al nivel estatal que pudiere corresponder, sino para buscar soluciones. Caso contrario estaríamos ante un régimen confederativo, que no es nuestra situación. Federalizar en la gestión pública, es acordar en los tres niveles, sin perder la responsabilidad que a cada uno le compete. Sino caeríamos en un sistema unitario, que tampoco es nuestra situación. Queda claro entonces, que hay determinadas responsabilidades de cada de uno de los niveles estatales, con una carga desigual y combinada. Porque si todos somos igualmente responsables, entonces, desaparece la responsabilidad.
En los sucesos de Santa Fe de los últimos días hay responsabilidades políticas inmediatas y mediatas. Es grave que en Rosario haya habido en los primeros días de este año tanta violencia con tantos muertos. Es grave lo que sucedió en Nuevo Alberdi de nuestra ciudad y también es muy grave que se empiece a instalar que la violencia delictiva desborda a las autoridades provinciales. Es grave que ante tanta gravedad, no se asuma la responsabilidad que le quepa a cada uno. Hay que lograr para el futuro que se llegue a un acuerdo para abordar los problemas de la gente. No hay margen para la especulación electoral. Sería ignominioso.
No hay gestión pública sin responsables. Esas responsabilidades identificadas no son obstáculo para acordar gestiones públicas que hagan al bien común.
Este año dos mil trece, trae los doscientos años de la Asamblea del año XIII y los ciento sesenta años de la Constitución Argentina. Llevan consigo lo que fueron estos acontecimientos: dificultosos acuerdos paridos, que dieron vida a nuestro país.
*Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales. Licenciado en Ciencias sociales. Abogado. Docente de la UNR.
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