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Domingo, 24 de marzo de 2013

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

El que olvida pierde

 Por Adrián Abonizio

* Mira la cara del muerto José Alfredo Martínez de Hoz y nada siente. Ya ha pasado el dolor, es como un cadáver de la familia de mala reputación a quien él hacía mucho no veía ni hablaba. Sabe de su picadura mortal, de su cobardía, de su falta de sensibilidad y su egoísmo, pero no alcanza a dimensionar la ira que tuvo y que ya no. Su hija, quien se sienta a la mesa, se lo recuerda y eso que ni había nacido. "Por él perdimos la casa, papá. Y mataron a tu primo. Y cerraste el taller". Se sirve pasta y necesita bajarla rápido con mucho vino. El que olvida pierde.

* Tiene que ir a una Inspección Técnica, lee en la agenda pero su inconciente resuelve ver Infección Técnica. Luego, en la pantalla del tele lee Ruptura de Lesiones Coronarias en vez de Apertura de sesiones ordinarias. Hoy es un día descalabrado donde habrá que cuidarse de lo que se lee, se dice y se oye. Como las añosas señales de trenes sobre la ruta: Pare, Mire, Escuche.

* "!De entrada, niños les diré que soy una maestra muy, pero muy gritona!" es la carta de presentación de la dama encaramada en el centro del aula. Los chicos que ya aprendieron a no temblar, elucubran cómo putear por lo bajo, decir lo que se considera malas palabras mientras ella, vocifera para conjurar la hechicería parlante. Saben que mientras grite estarán a salvo porque nadie puede oir y aullar al mismo tiempo.

* Siente lo mismo que siempre: Va por una calle en auto y al pasar por una casa velatoria descubre en la puerta muchos chicos y chicas jóvenes. Deduce que el finado es uno de ellos, alguien que cayó de la rampa hacia el abismo. No es bueno que muera gente joven en la guerra; no, no, eso no le gusta. Por eso apenas si mira. Pero sus dos vecinos fueron soldados de Malvinas y él apenas si los saluda.

* Lo ha comprobado en su reciente ida al campo de unos amigos. Abren la casa que hiede a un vago tufillo. Le encargan a él descubrir los cadáveres y despojarse de ellos. En el baño el aroma está mezclado. Descubre un murciélago fenecido en la bañera y dos sapitos en los rincones. Con las aletas de su nariz abierta de perfumista, relata a la hora del almuerzo: "El olor de un sapo muerto es amargo, terroso. El de un murciélago es fétido, pero dulzón. Ha de ser por las diferentes sobacos con que emiten su perfume las divinidades de la tierra y del aire". Y se sirve una plato de sopa tan humeante como exquisito.

* El pibe entra al aula con sombrerito de rafia muy bonito en el primer día de clase. La maestra decide que se lo tiene que sacar. El niño protege su testa y su libertad. Ella reclama por una falta de respeto. El pibe de ocho años solo responde: "¿A qué?" Y es esa frase sola es la que la encrespa a la señora soberana del aula para llevarlo a dirección. El pide que le expliquen, ella que lo expulsen, pero el sombrero, que no es una mala palabra ni una falta de respeto a nadie, permanece en la coronilla del ángel libertario de ocho años. Su papá le ha dado armas para defenderse del nazismo escolar: La palabra.

* Un mes de abstinencia de sedantes soportadas con entereza se derumbó por accidente y confusión. El tipo en vez de una aspirineta, recoge de su caja de medicamentos la pastillita tranquilizante que lo sumerge en un sueño diáfano y protector. Al despertar se maldice y como le duele la cabeza del odio, tiene que tomarse una aspirina de esas, las que lo condujeron accidentalmente de nuevo al vicio. Y como está que explota de ira, se convence de ingerir otro calmante. El día, la vida es una rueda espúrea y traicionera, se dice.

* Ratas, cucarachas y demás pestes, se lee al costado de la camioneta estacionada frente a la vivienda. Su papi es bueno, le trae juguetes, le gustan las pelis de Stars Wars, es amable y huele bien. Pero cuando se va, su mami, una perversa crónica y manipuladora de perfil disimulado le habla acerca de las familias de animalitos que el papá destruye y él no dice nada. En silencio sufre hasta un día no querer ver más a ese padre asesino y ruin que tiene. Recién ahí la madre siente que triunfa y reina, sola y encaramada en la cúspide sobre el conjunto de las especies superiores.

* La salida del colegio es una expo mujer: Las distingue maquilladas, vestidas como al descuido pero ordenadas en el detalle, un aro, los ojos levemente pintados, un pantalón ajustado, la boca roja. Detalles que ha detectado. Al principio pensó que la vereda de una escuela no era un buen lugar para seducir, pero luego entendió el juego: A esas mamás les importa no verse derrotadas, por eso se cuidan hasta el detalle. "No está mal", murmura mientras mira a una mujercita que fuma con aires de reina tras la baranda amarilla, esperando por su cachorro.

* El ha leído que el brandy es vino quemado, por ende, entre un grupo de desconocidos que ignoran que es un borracho perdido, declara su afición a esa bebida, llamándola, presuntuosa, delicadamente brandi "con i latina, como los holandeses", aclara. Empina tinto quebracho barato para que le dure más que es un asco. Pero usa la palabrita aquella. Suena mejor para la dipsomanía que ya sabe poseer y constituye la bolsa agujereada, donde caen el sueldo, las amistades y los recuerdos malos.

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