Sábado, 2 de noviembre de 2013 | Hoy
Por Miriam Cairo
A esta altura de las investigaciones, los argonautas de la página última llegamos a pensar que si hay algo paradojal, inaprensible y misterioso, es el lenguaje. Y en ello, nos avenimos a que también la idea de relación (sea abierta, cerrada, horrible, deshecha, feliz, inconclusa) tiene connotaciones diferentes para cada sujeto, a tal punto que hay quienes niegan la posibilidad de relación, aun teniendo una o varias, pero de esto nos ocuparemos en otra oportunidad, si es que nos resta aliento.
El lenguaje a veces nos resulta invisible. Lo usamos tanto que no prestamos atención a lo que dice. Pero el lenguaje, heteróclito, (otra vez Saussure se inmiscuye porque andamos merodeando su territorio) desacorde, complejo, fuente de todo malentendido, dice mucho más de lo que nosotros estamos dispuestos a escuchar. A esta conclusión llegamos algunos de los argonautas que surcamos el mar de tinta negra en nuestra cáscara de nuez, porque en definitiva, desde que comenzó esta investigación, nos hemos dejado subyugar por el poder arrollador del adjetivo y desviamos la atención del sustantivo, que tiene la función nuclear en todo sintagma nominal que se precie, desde Saussure hasta Chomsky, desde Andrés Bello hasta la maestra mejor paga de cualquier escuela argentina.
Por ello, ¿qué es una relación? ¿Sirve de algo la definición de la RAE? Puede ser un comienzo. El diccionario nos ilustra: "onexión, correspondencia, trato, comunicación de alguien con otra persona. Usada más en plural: relaciones de parentesco, de amistad, amorosas, comerciales". Es decir, que en una relación hay algo que une, algo que comunica.
A lo largo de la navegación hemos tropezado con la idea de amor (tan heteróclita como el lenguaje), por lo tanto, los argonautas nos permitimos ir ajustando un poquito más los alcances de estas dilucidaciones, para poder enmarcar mejor el objeto de estudio: demos por sentado, entonces, que una Relación Abierta se funda en el amor. Y esto no quiere decir que desconozcamos que no es siempre el amor la materia fundante de una relación, sino que, en este caso específicamente, es necesario considerar el amor como algo dado en la Relación Abierta (RA) porque de lo contrario, el ejercicio de abrirla, no comprometería ningún prejuicio cultural, y le restaría interés para pensarla.
Entre las muchas voces que nos están ayudando a deliberar, surge con más brío la de Juanele Sauce, quien dispara contra el barullo intelectual que nos embargara cuando lanzamos la pueril pregunta de si "en una RA entra todo". Para el susodicho, los argonautas de la cáscara de nuez caímos en "la confusión, casi infantil", (glup) "entre relación abierta y amor hippie, sesentosa" (uf) "cuando en realidad hay una diferencia numérica" (debimos haber convocado a Paenza) "entre ambos tipos de relaciones. Una RA es entre dos", ¡caramba! (el caramba es nuestro) "una relación tipo falansterio de Fourier implica solamente mayor a once" (plop). "Generalmente una relación abierta es clasista pero no combativa" (esto nos encantó), "solamente se admiten personas de la misma clase económica, social, cultural, etcétera. Es una práctica casi exclusivamente de clases urbanas algo educadas".
Inmediatamente nos viene la voz de Vasiliza Nazcka: "de la relación abierta a los límites de la interpretación", dice, y qué bien nos hace.
Manuel Ismael Duarte Bravo, desde Ecuador, ha sabido decir que "si una relación es abierta para determinadas circunstancias seguramente no puede ser abierta para todo el mundo". Y nosotros, los argonautas que naufragamos en una taza de café, inferimos que esta restricción excede cuestiones de clase, cultura y topografía, y entra a tallar, como en el arte, como en la poesía, la inaprensible noción de gusto.
Mariana Kesselman, feminura, voz de camelia, dice: "La palabra Abierta me gusta más que la palabra Cerrada, pero ambas penden, sospechosamente en la palabra Binarismo". Lo cual es muy perspicaz y suma más interrogantes al interrogante, porque la bigamia no sería una RA, sino una RC (relación cerrada) de tres.
Según nuestra náufraga hipótesis, en una RA, hay una voluntad de las partes por abrirla para que entre aire. Pero no nos detengamos ahora en estas suposiciones contaminadas por el exceso de cafeína y sigamos escuchando otras voces.
Por su parte, La Grulla Nicoleña, ante la pregunta, ¿qué se abre en una relación abierta?, responde que se abren las puertas para ir a jugar, haciendo el necesario intertexto con el Arroz con Leche y la señorita de San Nicolás.
La tercera pregunta formulada fue, ¿qué se abre en una relación abierta?, y a Juanele Sauce le pareció que el interrogante iba detrás de alguna definición grosera, pero superado el fastidio que esto le produjo, respondió que "entre ambas personas se abre la posibilidad de explorar a otras personas y hacer comparaciones cualitativas y cuantitativas para optimizar satisfacciones personales. Ante lo cual, podemos deducir que en una RA, lo que se abre es la puerta de la experiencia sexual como resultado de la inquietud erótica que los integrantes de la RA se atreven a plantear". Y esta aclaración no es menor, porque en la trasnochada mesa de bar, alguno de los argonautas aventuró que una RA era una cosmovisión del vínculo con menos posesión en cuestiones que van más allá de lo sexual, sin embargo, no hubo al respecto consenso entre los noctámbulos intelectuales interactivos.
Finalmente, digamos que ya es hora de convocar aquí la voz autorizada del doctor en Psicología Clínica Saúl Fuks (profesor de Psicología y Especialista en Psicología Comunitaria, por citar apenas algunas referencias que sirven para tener mínima noción de su conocimiento sobre estos temas) quien a raíz de sus investigaciones sobre crisis de pareja, puede decir que en los casos investigados "surge el poder de lo local". Esto, en términos básicos, para que nosotros, los argonautas de la cáscara de nuez comprendamos, quiere decir que cada pareja necesita definir y redefinir constantemente tres cuestiones: la confianza, la afinidad y la intimidad. "Las parejas que estudié, que lograron redefinir su relación (cuando esta parecía haber llegado a su fin) sin ayuda de terapeutas ni otros expertos externos (curas, rabinos, sabios, etc.) lo hicieron gracias a que pudieron conversar y reformular esos tres nodos. ¿Qué es nuestra intimidad? ¿Cuánta intimidad queremos/soportamos? ¿Cuáles espacios están cerrados y cuáles abiertos a 'otros'?".
Como queda en evidencia, nuestra curiosidad no estaba mal orientada, más aún si tenemos en cuenta otro comentario de Saúl, quien suma a nuestro catálogo de relaciones una que, nos parece, puede convertirse en leit motiv: la Relación Juguetona (RJ), definición acuñada por los integrantes de las parejas que lograron reconstruir su vínculo.
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