Martes, 15 de diciembre de 2015 | Hoy
Por Pablo Bilsky
Federico Basedas nació en una familia de clase media, pero ya desde muy pequeño desarrolló una sensibilidad especial por el lujo y la riqueza. Lo fascinaba el brillo de las joyas y los diamantes. Cuando niño, se quedaba observando, absorto, durante horas, las vidrieras de las joyerías. Las prefería a los dibujos animados o los videojuegos. Sus superhéroes eran los millonarios. Cuentan sus padres que a los cinco años era capaz de distinguir un diamante falso de uno verdadero. Y recuerdan que una vez les hizo pasar un mal momento ante una señora enjoyada. A los diez años ya se lo conocía por el apodo que lo acompañó toda su vida, "bling", que remite al brillo de los diamantes. Sus primeros palotes muestran intentos de dibujar Ferraris y Lamborghinis. Ya en la escuela primaria, había inventado una versión diferente de la canción de Pipo Pescador "En el auto de papá". Odiaba al Chavo.
Federico se licenció en la Escuela de Turismo Alta Gama de la Universidad Apostólica Saint Pancras. El viaje de egresados consistió en una gira de un mes por algunos de los sitios más lujosos del mundo. El periplo incluyó el hotel de once estrellas Burj Al Ibn Arab, en Dubai, que pertenece a la familia del jeque y cuenta con más de diez mil metros cuadrados de oro, especialmente en los baños. Y también un viaje en el tren Maharajas's Express en la India. Sin las debidas credenciales, permisos y tickets de viaje, traspasar el cerco perimetral de seguridad que rodea al tren puede significar una condena a la pena capital. Incluso el numeroso personal de servicio, que hasta posee chips de rastreo instalados en el cuerpo, debe rogar y arrodillarse para pasar los controles y poder acceder a su puesto de trabajo. Esto forma parte de una ceremonia tradicional que los pasajeros aprecian y fotografían con delectación.
Apenas consiguió su licenciatura, Basedas empezó a trabajar como cronista del semanario de turismo de lujo "High Level". Viajó por los destinos más exclusivos y publicó sus experiencias. "Las tareas previas al escalamiento se realizan con una minuciosidad quirúrgica. Revisar los arneses, las sogas, los aparejos y los equipos resulta de vida o muerte", narró en la crónica titulada "Sopa rancia" en la que cuenta sus aventuras en el sistema cloacal de Hong Kong.
"El coordinador del grupo eligió la ladera norte, muy escarpada pero algo más densa y firme. Al escalar icebergs de detritos, el grado de consolidación lo es todo. Nos enfrentamos a grandes montañas formadas por grasa, jeringas, condones, pañales, toallas higiénicas y una variedad infinita de desechos humanos. Flotan en mares de aguas servidas, corrosivas, y su forma y consistencia son muy variables. La sopa rancia es una pasta de olor nauseabundo, una suerte de crema muy inestable", señala la nota, en la que se brindan detalles de los tours que ofrece la agencia internacional Musty Pottage, famosa por construir un centro el buceo alta gama en las aguas servidas de un vertedero a cielo abierto en Sonapur, a 30 kilómetros de Dubai, Emiratos Arabes.
"El lujo fue su pasión. Federico fue además un precursor, porque apreciaba no solo el lujo de objetos, sino también el lujo de la experiencia, que apunta a sentir momentos de voluptuosidad que luego pueden recuperarse en el relato. El lo vio antes que nadie, y hoy el turismo de la experiencia alta gama mueve miles de millones de dólares", recordó Rafael Krauss, colega de Federico y editor de "High Level".
"Federico descubrió que lo importante de los viajes y las experiencias lujosas tenía que ver con el relato. Me contó que lo intuyó a los 12 años, cuando observó cómo sus padres les contaban a sus tíos un viaje a Mar del Plata. Percibió cierto hastío, dolor y envidia en los tíos, y supo que allí había algo poderoso, un tesoro, un filón a explotar. No hay que olvidar que la gente, antes de las redes sociales, hasta se tomaba el trabajo de escribir postales, solo para despertar el odio y la amargura en sus parientes", agregó Krauss.
Basedas se desempeñó además como asesor de coleccionistas de arte para la feria Art Basel de Miami. No solo los asesoraba sobre qué piezas comprar. Intervenía, además, en el diseño de las fastuosas fiestas que organiza Art Basel. Los millonarios se esmeran por ser los más excesivos y exóticos a la hora de ofrecer banquetes. En su libro "Lux", donde recoge sus mejores crónicas, Basedas describe en detalle la fiesta ofrecida por el banquero chino Man Mo. Trescientas personas vestidas de ositos de peluche les dieron de comer en la boca a los invitados, con pequeñas cucharitas de oro y diamantes que, tras el último bocado, eran abandonadas entre los labios de los comensales. "Nunca comí una pechuga de paloma tan exquisita, nunca las burbujas de champán transportaron tan encandilante cantidad de rayadura de oro", escribió Basedas.
La incorporación de metales y piedras preciosas a la comida fue otra de sus especialidades. "Hay que acercar la joyería a la cocina", decía.
"Precursor del lujo de la experiencia, difundió como nadie ese tipo de actividades, que hoy superan en facturación al lujo de objetos. Solo hablaba de lo que había experimentado. Federico se balanceó a más de mil metros de altura, en una diminuta hamaca, sobre el volcán activo Kilauea, en Hawai, con la lava calentándole los fondillos. Se sentó sobre un sable de ónix lagunera en Pakistán, mientras comía cholgas Juan Hernández gratinadas. Y en una mina de diamantes de Jwaneng, Botswana, con los ojos vendados, distinguió una gema moissanita de una imitación mientras recibía fuertes enemas de Dom Perignon. Y fue él quien popularizó la experiencia guau de hacerse estrangular por un gorila Beringei Beringei en las montañas de Virunga, en el Congo. Sí, el entrenador toca un tamborcito y el animal afloja, pero puede fallar", recordó Krauss.
"Era muy creativo, un talentoso. Fue tentado por varios partidos políticos. No aceptó cargos. Pero brindó asesoramiento estético y diseñó la imagen de una fuerza política. Quiso imponer el dorado como color del partido, pero no le hicieron caso. Encima degradaron su idea y adoptaron el amarillo, que es como una parodia del dorado. Globitos amarillos. Se ofendió mucho y renunció. Sin dudas era el mejor. Y murió en su ley, con los stilettos Christian Louboutin puestos", concluyó Krauss.
Basedas falleció la semana pasada en el restaurante Baumanière de París. En principio se creyó que murió atragantado por los hilos de plata que contenía el postre de chocolate que estaba degustando. La autopsia reveló que, en realidad, fue un diamante lo que causó la obstrucción fatal.
Cuando Basedas comenzó a toser, atragantado por los hilos argénteos, uno de los comensales que compartía su mesa, un banquero estadounidense cuyo nombre no se dio a conocer, intentó salvarlo realizándole la maniobra de Heimlich para desobstruir las vías respiratorias. Pero uno de los 1896 diamantes del reloj Hublot XC del millonario se desprendió, dio un salto y fue a dar al gaznate del pobre Basedas.
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