Dom 05.06.2016
rosario

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

Pedacitos de cielo

› Por Adrián Abonizio

  • Se imaginó el cuento escuchado en un canal: el asesino de innumerables víctimas les arrancaba las falanges y luego ponía el trozo de dedo para abrir puertas con memoria táctil, blindadas de acero y dólares. No estaba mal, salvo por el olor a carne tumefacta, y que el tipo no llevara una lunchera con hielo para ahuyentar el perfume. Pero no, sencillamente los extraía de un bolsillo de su perramus como quien convida caramelos. Hasta que el maltrato a los perros lo delató, por no darle de comer a su mastines atraídos por la fragancia se llevaron hasta el jardín un par de sabrosas falanges. Un vecino lo advirtió horrorizado y llamó a la policía. Por eso cayó el asesino, por la falta de humanidad hacia los animalitos y no por sus crímenes casi perfectos. "Pedacitos de cielo" denominaba el criminal a los deditos, que vivía en Oregón y nada sabía de tango.

  • Con restos de elástico y una horqueta armábamos la gomera. Con retazos de medias, la pelota de trapo. Con sobrantes de madera, el karting, con potes usados de pintura decorábamos la bicicleta, y con fracciones de cuerina nos tapaban los agujeros de los pantalones a la altura de la rodillas. Nada se tiraba, todo se transformaba. Un maniquí suplía a una mujer y un cartón con cuerdas dibujadas, a una guitarra. Con pedacitos de cosas nos hacíamos otras. Eramos frankensteins jovencitos armados como se podía. Y el cielo era magia pura titilante de estrellas, sin conservantes ni propagandas.

  • Un aerolito es un cachito cósmico desprendido, un pedacito de cielo, un moco escapado de la gran nariz universal, un granito en la cara de un monstruo,una expurgación salina con sobrante de cosmos, la excrecencia de algún dios. El día que caiga con su tamaño aumentado, ya no quedará más Tierra y más nada. Lo único que habrá de sobrevivir habrán de ser la televisión, Lilita Carrió y las cucarachas.

  • Un trocito de papel era la salvación: el machete, donde figuraba la respuesta final, escondido en la parte del portaligas de la media. Entonces, con sus dieciseis años en plenitud, descubre que mostrando una parte de sus muslos al profe que deambula por los pasillos inquisitivo hará de ese movimiento algo ocasional, sugestivo y recurrente: tanto que el tipo no puede sacarle la vista de encima. Ella lo mira de frente, recriminándole. Él gira la cabeza con pudor y entonces ella, recoge entre el nylon y su propia piel el pedacito de escrito salvador que le evitará rendir en marzo. Mañas femeninas para defensa de lo masculino, tan previsible como inofensivo.

  • Partes de un todo, para muestra basta un botón, solo la puntita. Dichos populares acerca de los retazos de algo que no se entrega, no se da, solo en un pequeño lugar errático que no hace el todo sino que lo resguarda, esquiva y oculta."Estoy un poco embarazada", dijo aquella futura madre."Estoy más o menos contento de estar acá", dijo aquel músico con una sinceridad brutal. "Estoy un poco vivo", se dice el fulano a veces, cuando se ve empujando de un carro llamado Vida, siempre en el lodo y con un esfuerzo enorme. Pero la guarida lo espera y eso lo salva de morir de pena. La casa, música, algunas plantas que van creciendo y la ausencia de dolor.

  • A veces, para torturarse imagina políticos mendaces, incapaces de una horma humana con que escribir poemas sobre el cielo estrellado, por ejemplo y le da naúseas. Luego, se siente más fuerte y puede ingresar al consultorio del dentista sin miedo alguno. El horror lo fortalece.

  • Pasan ambos en moto en rojo, rozando los autos. El de atrás lleva la caña de pescar como una espada de toque para torneos medievales. Ve cómo se engancha en la parte trasera de una camioneta y que ambos ruedan sobre el pavimento. Cuando arriba ve un fluído en el suelo que parece sangre, teme lo peor. Son por suerte los pedacitos de carnada que llevaban para engañar peces. Y fueron ellos mismos pescados por la parte trasera de una Chevrolet 1969, echa, justamente pedazos, para no desentonar.

  • "...los años de la infancia pasaron, pasaron... La reja está dormida de tanto silencio y en aquel pedacito de cielo se quedó tu alegría y mi amor. Los años han pasado terribles, malvados"... canta El Portugués con fondo de lamparitas y cielo de chapones mientras agoniza la noche y el Carnaval del año '55. Y al culminar el tema llora el cantor mientras saluda caballerosamente. Los músicos que lo han detectado piensan que es por la emoción de tan bello tema. Solo Maurito, el del violín, sabe que lo hace porque se teme, vaya a saberse porque le ha confesado El Portugués que le recuerda al proscripto General Perón y sus sueños hundidos en el océano que separa a ambos. "No sé bien porque lloro -comenta el tipo-. Debe ser por los años terribles y malvados". "Y sí", asiente Maurito, que lo consuela convidándole un Clifton.

  • Como Eisenhower, Marcos Alonso piensa que el país que controle el clima controlará el mundo. Lo que diferencia al presidente norteamericano de este agricultor zamorano es que el primero veía el mundo desde el cielo de los gobernantes, y al español se le viene encima. Porque a Marcos, 45 años, sus viñas, chopos, almendros y nogales se le están secando como si de una maldición bíblica se tratase. Sus cultivos se mueren irremisiblemente cada vez que llueven partículas del cielo. Los análisis dicen que son de aluminio y brillan con el rocío de la mañana. Son experimentos para cambiar el clima. A la mayoría de los agricultores de los 32 pueblos de la comarca de La Guareña (Zamora) les sucede lo mismo desde hace unos años. Todos miran al cielo en busca de respuestas. Con miedo de que los pedazos de cielo los terminen abatiendo.

  • --Solo un pedacito- clama él en el pasillo, apoyado como un peso muerto sobre su amada, sabiendo cerca a su madre que no duerme y está alerta. --Solo un pedacito-, gimotea por lo bajo, con el pito afuera. Ella, que no concede, ha resuelto abandonarlo. --Nadie que se rebaje así merece que me acueste con él. Parece un perro alzado-. Al otro día le escribe despidiéndose. El habrá de conversar con los amigos en estos términos: "Esta mina me terminó cansando, quería de todo, todo el tiempo", mientras arroja el humo al techo cancheramente.

  • Da Vinci mandaba robar cadáveres para trozarlos y dibujarlos; Jack el Destripador, por perversión; Cortéz con Atahualpa, por dominación; y yo acá, por oficio, se consuela el carnicero culto mientras filetea con talento una cabeza de cerdo seccionándole el cogote del resto del cuerpo.

  • La cárcel de Zeballos y Suipacha era y es un mamotreto impúdico y triste sobre la vida. Hay un pabellón donde un preso, el Hormiga Benítez, logró que dejaran un lugar de ventana abierto, empuado y eléctrico pero que permite ver ese pedacito de cielo que lo mantiene vivo y todos los saben. Si su novia vive a la vuelta y a cierta hora en ciertos días los dos miran al mismo sitio. En la leonera inmunda aquello parecería un desatino, pero todos saben y respetan la matriz de esa religión del preso que hace más de diez años jura y perjura que ese cachito de aire en el techo que lo vincula al amor le permite estar vivo. Y todos le creen.

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