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Jueves, 11 de agosto de 2016

CONTRATAPA

APUNTAN AL FUEGO

 Por Gloria Lenardón

Usted no puede gastar gas, ni luz, ni agua.

El no puede gastar gas, ni luz, ni agua.

Ellas y ellos no pueden gastar gas, ni luz, ni agua.

Si no podemos gastar ni gas, ni luz, ni agua, hay que doblar la cabeza y mirar hacia atrás para revisar el pasado; al calor de la rememoración resulta que abrir una canilla, prender un mechero, o encender una lamparita, fueron gestos comunes, por completo corrientes en la vida de todos los días.

El desenvolvimiento normal y básico de una vivienda, su luz, gas y agua, fue en el pasado inmediato un derecho de todos y no una dádiva otorgada. El respeto al derecho, la pretensión de que a nadie le falte lo esencial vuelve inaceptable este presente de restricciones y culpas por supuestos excesos; y sucede cada vez que se usa agua, fuego o luz, porque el costo de sus servicios es demoledor. El que llega en las facturas hace añicos el bolsillo, a la par que retrocedemos en el plano de los derechos adquiridos.

Encender el fuego. Empezó con el más avispado de los que se irguieron primero, el Homo erectus, hombre erguido que supo arrancarle a una pila de ramas mal armada la llama milagrosa. El fuego cuyo valor lo deslumbró le hizo dar el paso más grande de su historia. Gracias al fuego el Homo tuvo calor, luz en la oscuridad, una alimentación que mejoró con la cocción y permitió a su organismo una absorción que le dio masa muscular, así se aventuró con más posibilidades por el mundo, ese mundo que ahora se extendía indefinidamente.

Pero de la historia del fuego saltan chispas en muchas direcciones. El fuego de Prometeo; el mito dice que trepado al monte Olimpo Prometeo le arrancó el fuego a Zeus con un único propósito: devolverlo a los hombres. Indignado con Zeus que había privado a los hombres del fuego, Prometeo se lo roba para reparar la falta determinante para su progreso. Por esa acción temeraria en beneficio de los hombres enfrenta castigos horribles. Atado a una roca el águila que lo atormenta, lo atacará una y otra vez, infinitamente, ya que Prometeo es inmortal; la agresión dura hasta que vienen en su socorro y dan muerte al águila. Con Prometeo libre, Zeus quema su furia contra el benefactor de los hombres en la oscuridad de su morada.

Sin un Prometeo cerca, hay quienes quieren arrebatarnos de nuevo el fuego. Desde el fondo de los tiempos el fuego permanece pródigo; darle vida, aplacarlo, sofocarlo, hacerlo revivir, es una responsabilidad diaria, y fue así hasta que llegó la factura de su servicio en este invierno del 2016, una factura que obliga a resignar siglos de historia, y abstenerse, decir no al fuego. Cuando el frío no deja vivir, la propuesta es que en vez de fuego: frazada, o cualquier cosa que cubra.

La llama azul del mechero, primer ingrediente determinante para hacer una comida, después vendrá la mezcla, a fuego lento o arrebatado, del resto de los ingredientes con que se cuenta. El fuego delicado, el fuego azul y silencioso del mechero que transforma lo crudo en cocido, en comida que se llevará a la mesa, mientras se sufre el hambre ansioso del primer bocado, la urgencia de llevar los primeros bocados a la boca. ¡Me muero de hambre!, es una de las frases que expresan la vuelta a casa después del trabajo.

Con fuego, al calor de la decisión tomada, crepitan las marchas. Para que el fuego esté presente y su presencia no peligre, la gente salió a la calle, al ruidazo, salió a reclamar. Y reclamó no solo porque ya no puede pagar el fuego donde pone la cacerola sino que tampoco le queda resto para poner algo en la cacerola.

A enorme distancia de los reclamos, los dioses del limbo se ocupan de los negocios del oro negro y sus adyacencias: "Por el gas entregado al sistema de transporte (boca de pozo) las gasíferas pasarán de facturar de menos de 4 mil a 7 mil millones de dólares anuales. Si se toma como referencia el costo de producción de YPF, reciben casi 5 dólares por la unidad que les cuesta 1,9 producir... El tarifazo del gas empezó con una transferencia a las gasíferas por alrededor de 3 mil millones de dólares anuales".

Que el ruidazo del reclamo tenga peso, el fuego es para los humanos; es un reclamo que no va a tirarse al fuego.

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