Domingo, 24 de diciembre de 2006 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: Y me dice el padre Claudio Castricone. ¿Sabés que un grupo de jóvenes le escribió a Jesús? Me río. Se supone que los curas no mienten, pienso. Y no se lo digo. Pero él se da cuenta y se ríe. Géneros literarios. ¿Escuchaste hablar? Es el modo de de interpretar, en tiempo y espacio, lo que se escribe. La Biblia es un libro que debe ser así leído. Y sí. Le escribieron a Jesús. Ahora entiendo, le digo al cura.
Dos: Querido Jesús: Hace días que te hemos escrito una carta, pero no nos atrevemos mandarla. Lleva malas noticias. Se acerca la Navidad, el día en que Vos querés venir a la tierra. Hemos pensado que no vale la pena que vengas. Es mejor. No vengas.
Las razones por las que nos parece inútil tu visita son muchas. En
las fiestas de Navidad todos los años pasa lo mismo: unos días de fiesta,
mejores comidas, vestidos elegantes, mucha bebida, noches sin dormir... Y luego, todo y todos continúan como antes de las fiestas.
Vemos que son muchas las cosas que están mal por aquí y no parece
que se vayan a arreglar. Gente sin trabajo o mal pagada, matrimonios que
viven sin amor, pueblos que no se ayudan. En las ciudades hay robos, violaciones, miseria. Y en muchas partes del mundo guerra y hambre.
Tu Navidad es un comercio. Se hacen regalos a quienes ya tienen o aquellos de quienes se espera algún favor.
Muchos matrimonios no se ponen de acuerdo en donde festejar y están
aquellos que no se quieren reunir porque están enojados con algún miembro de la familia. ¿Te parece que esto es celebrar la Navidad? Otros, en lugar de estar contentos por tu nacimiento eligen sentirse tristes recordando a sus parientes o amigos que ya no están. Parece que confunden esta fecha con el día de los difuntos.
Por eso te decimos que no sirve para nada que vengas. No despiertes a los pastores, no llames a los ángeles, no hagas caminar en vano a los Reyes. Quédate en el cielo y lo pasaras mejor.
Perdoná nuestra humilde opinión pero somos realistas. Atentamente. Jóvenes decepcionados.
Tres: La primera impresión fue el olor. A ramas quemadas. Ramas raras. Aunque no creo que sea eso. La semipenumbra de esas naves idénticas, altas, con techos en forma de cono que cerraban en vitrales que representaban pasiones dolorosas que me hicieron olvidar de esos aromas iniciales. No creo que a esa edad, me dijiste, hubieses podido expresarlo de esa forma. Pasiones dolorosas en vitrales, te reíste de mi. Claro que no, pensé. Pero no saber expresarlo era apenas una incapacidad momentánea que se curaría con el tiempo. Podía sentirlo, te lo aseguro. Más tarde, ya de grande, terminada esa infancia de unos pocos años, lo diría así. La Iglesia es la misma por la que paso todos los días para ir a trabajara. Hoy la miro, el semáforo me da unos minutos, y me río de aquel miedo pueril hoy mutado a costumbre por la presencia. El miedo es ahora indiferencia. Un triunfo. Sin dudas. Después de ese olor a quemado, rancio, incienso, me decís, vi pinturas de un hombre que sufría. Sufría por arrastrar la cruz, sufría por las piedras, sufría por los clavos en sus pies y en sus brazos, por mirar hacia el cielo que lo abandonaba. Sufría. Dolor.
Eso es la Pascua, no las Navidades, te enojaste conmigo. Es cierto. Ahora, también más grande, puedo diferenciarlo. Pero algo habrán hecho mal los que me enseñaron a tu Jesús si, de pibe, a mí me grabaron el hombre de la barba que sufre. Jesús sufre. Jesús es engañado. Negado, tres veces antes de que cante el gallo. Le duelen los clavos, se desangra, le dan vinagre. Jesús no entendido y los fariseos que se le ríen. Jesús es sufrimiento. Por todos nosotros, para nuestra salvación, lo que vos quieras. Y no me digas que es sólo la Pascua. Hay Reyes que se pierden, pobreza dolorosa e injusticia en su pesebre, Herodes que degüella. Sufrir.
¿No hay otro Cristo que no duela?
Cuatro: El padre Claudio Castricone me dice que lo raro no es la carta enviada. Sino que Jesús respondió. Ah bueno, le alcanzo a decir. No me deja agregar nada más. Me dice: La mente pura siempre ve solamente lo bueno en cada cosa, pero la mala se encarga de inventar el mal. No puedo decirle más. Salvo que me cuente qué contestó Jesús. Me lo lee. Queridos amigos. Les agradezco su carta. La hemos leído con José y María y la hemos comentado todos los del cielo. Me han escrito que no vale la pena que vaya. Aquí se equivocan porque ya estoy entre ustedes y más aun, dentro de ustedes. En estas vísperas del 25 de Diciembre, quiero recordarles algunas maneras de celebrar la Navidad porque muchos cristianos, más de los que imaginan, la celebran muy bien.
Cada vez que piensan en los otros entienden la NAVIDAD. Cada vez que rezan y ayudan a rezar descubren la NAVIDAD. Cada vez que admiran la belleza, la vida, la justicia, la bondad, aún los que se dicen agnósticos o ateos, ellos quieren y admiran la NAVIDAD. Cada vez que se deciden perdonar, consolar, comprender, crear alegría, anticipan la Navidad.
Y el cura siguió leyendo. Con pasión. Cada vez que descubren sus miserias y las aceptan y cuentan consigo mismo y conmigo, desean la NAVIDAD. Cada vez que los mayores ven a los niños como semejantes a Mi; cada vez, que los niños saben ver en los mayores a mi Padre, hacen venir la Navidad. Cada vez que se prepara o eres ya un buen profesional, honrado y capaz, aseguras una vida de NAVIDAD. Cada vez que buscan a los pobres, a los que no tienen nombre, a los necesitados, celebran y hacen celebrar la NAVIDAD.
Estoy con ustedes. Y con cada uno de ustedes. Jesús.
Cinco: La Navidad es la fecha que más conmueve del año. Y a mucha gente, estoy seguro. Muchos que dicen recordarlo. ¿Y si así fuera? ¿Será que los que creen, vos mismo que me estás leyendo, no pueden pensar en la revolución de ese hombre que hoy, dicen, vos mismo, que nace? El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella. Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición, atravesamos desiertos intransitables. Es mejor dar que recibir. El que de ustedes esté libre de pecado, que arroje la primera piedra. Es más fácil que pase un camello por el ojo de aguja que un rico entre en el reino de los cielos. Muchos son los llamados pero pocos los escogidos. Ofrece tu otra mejilla. Y claro: ámense los unos a los otros y a tu prójimo como a vos mismo. No como si fuera el prójimo. Como si fueras vos mismo. Y siento que no es el amor empalagoso, de novela rosa de las 3 de la tarde. Hablo del amor al distinto, al contradictorio, al que disiente, del que pelea de otra forma, del que espera, del que desespera, del que no tiene, del que no puede. Amor genuino.
He ahí la revolución. Si al menos hoy, o mejor, desde hoy, amar al otro como al prójimo fuera la ley de cumplimiento voluntario, no habría incienso, cruz, sangre, clavos, orgullo, piedras, hambre, indignidad, revolución productiva, crecimiento sostenido, complot, políticos, gobernantes, representantes, inquilinos del poder ni nada.
NI nada. Habría otra cosa. Y no esta.
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