Viernes, 16 de marzo de 2007 | Hoy
Por Beatriz G. Suárez *
"El progreso considerable, es haber comprendido efectivamente el hecho de que el cielo está vacío."
Charles Melman
Jean Pierre Lebrun inicia su libro El hombre sin gravedad (una jugosa entrevista al psicoanalista Charles Melman) refiriendo que hoy día los jóvenes denuncian por ejemplo el tedio que produce estar casados y por ello tener que circunscribirse a una sola mujer "pudiendo tener muchas"
("en mi juventud, tuve muchas chicas; las cogía en los autos, en los garajes, en cualquier lugar, entonces hoy "una" mujer en la cama ¡es desabrido!..."). Dice que en definitiva la tendencia a tenerlo todo se impone a cualquier tipo de pérdida que supusiera obtener una parte de algo, en este caso conservar una pareja, un trabajo o lo que fuera. Reflexiona que a la gente le parece incongruente, no obvio, el duelo que imponen ciertos actos de la vida.
Recordé la primera página del libro viendo al oficial Séptimo Gerlo quien el pasado miércoles lucía orgulloso en el salón blanco de la delegación de gobierno provincial cuando el gobernador Jorge Obeid dispuso reconocerlo junto a cuatro compañeros de la Patrulla de Caminos por lo ocurrido en el peaje de General Lagos siete días atrás.
Fue de público conocimiento que la noche del 7 de marzo estos policías realizaban un control de rutina en dicho lugar de la autopista RosarioBuenos Aires cuando detuvieron el paso de un Peugeot 306 a bordo del cual viajaban una pareja y un chofer. Los uniformados pidiendo documentos y la apertura del baúl advirtieron una conducta sospechosa encontrando entre gallos y esa medianoche una mochila con 200 mil dólares. Se supo que uno de los pasajeros de origen paraguayo intentó sobornar a los uniformados.
Primero les ofreció 50 mil dólares y luego 100 mil. Sin embargo la poli rechazó la coima deteniéndolos oportunamente. No la tomó aún sabiendo que jamás ahorrará esa suma en toda su vida, en cierto sentido hizo una renuncia que abarcó el resto de su existencia.
Este acto era destacado el miércoles por el gobernador quien decidió inmediatamente una distinción ascendiendo al mencionado Gerlo al grado de subinspector por su "honestidad y hombría de bien".
Es decir que en la larga noche del "quiero todo" o "quiero más", en el infinito camino del consumo, alguien hizo una renuncia.
Y es muy cierto, más allá de lo que pueda juzgarse de moralmente intachable, que resulta cuanto menos raro. Extraña la abstención, esta palabra "no" extraviada en el goce moderno.
Melman diría de la falta de gravedad que supone la pérdida, el peso, de ciertos valores (por ejemplo) y a su vez el infinito sometimiento del hombre de hoy quien quiere el matrimonio pero no por ello a perder entonces fiestas, amantes, novias, horarios, restricciones, tragos y harenes diversos. Digo con él que curiosamente la pregunta actual es: "¿De dónde viene que haya que pagar el precio de una elección?". Esto podría
compararse a un policía que cumple su rol pero se le dispara el tiro por la culata del quiero todo. Bien distinto a otras épocas donde hacer esto
implicaba la lucidez de no hacer lo otro. Lejos quedó aquél "Quien siembra vientos recoge tempestades" y se lo cambió más que otras veces por "Querer el oro y el moro".
La vista gorda a los 200 mil dólares hubiese sido seguir engordando la panza policial que a veces rebalsa por encima del cinto, esa frente a la cual uno se pregunta si tanto peso puede correr a los ladrones.
Es rara esta aguja en el pajar, raro este dejar pasar los dólares en vez de pajearse una noche en pleno campo o bañarse de verde como lo hacía el tío Rico. El policía parece haberse escapado de "gozar a cualquier precio" como refiere el libro.
Lo realmente interesante es por parte del Estado poder sancionarlo. No para tomar ejemplo ni para destacar un rechazo sino mas bien para dejar sentado en un acto que no solo embuchando puede alguien hacerse de algo (en este caso un ascenso) y que la perversión (donde se titubea la ley, entre otras cosas) no abre, en sentido estricto, un camino , sobre todo el camino del deseo, que es el directamente perjudicado cuando vemos a miles de jóvenes sin poder, justamente desear, excepto tener y acumular.
Además que todo sea en torno a la policía es más impactante aún. Digo, desde quienes se encargan de hacer cumplir las leyes no es poco dar fe de dicho cumplimiento.
Porque si los hombres seguimos sin gravedad un día nos vamos a elevar por el aire y los bienes van a quedar abajo sin poder ser disfrutados.
Las cosas van a quedar sin nosotros.
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