Domingo, 25 de marzo de 2007 | Hoy
Por Luis Novaresio
Uno: ¿Cuánto hace que no cantás el Himno Nacional? Pensá. Hacé memoria. Pero te digo cantar. Cantar, cantar. No hablo del rato de mover los labios para aparentar estar en el acto cuando en realidad se trata de controlar otra cosa. ¿Cuánto hace? Te hablo de ese raro sentimiento que viene de la escuela, guardapolvos o uniforme aburrido, ganas de empezar a sentir que tomabas decisiones, te hablo de la adolescencia más madura, contrasentido de sentir que dejabas de ser pibe para esconder la mochila de un compañero y hacer nacer algo parecido al ser patriota, todo entonando a Blas Parera y Vicente López y Planes con ganas de cambiar las cosas. Creo que si es cierto que en la escuela primaria se planta la semilla del amor a tu patria es en la adolescencia de los dieciocho, de los diecinueve (¿todavía adolescencia?) en donde germinan los primeros frutos. Se me ocurre. Será entonces por eso que cantábamos Oíd mortales con ganas de que nos escucharan hasta los muertos. Será también que jurábamos, sin necesidad de mano en el corazón para sentirlo golpear, con ganas de hacer morir todo atisbo de mancha en nuestra nacionalidad.
Hace mucho, me decís. Hace mucho que no lo canto. Y yo. También yo.
Dos: Como contó en este mismo diario la periodista Sonia Tessa, el movimiento de Mujeres en Lucha nació ante la desesperación de ver cómo la revolución productiva se llevaba, martillo de remate en mano, las tierras de sus esposos, de sus hermanos, de sus familias.
Dicen que gritan a la par de las voces que en 1912 se pronunciaron en Alcorta por la convicción de que la tierra es para quien la trabaja. Desde mediados de 1995, vienen gritando. Y siguen.
Aseguran que hay unos quince mil productores comprometidos que vieron cómo se esfumaban cien mil explotaciones en todo el país arrasadas por la imposibilidad de pagar las deudas de los créditos tomados para sembrar. En lugar de veinte mil grandes estancias, queremos un millón de chacras han dicho en cuanto congreso visitaron. Ana Galmarini, Ana Riveiro, Ema Martin y Sara Coll saben de qué se trata cuando se habla de defender sus derechos.
Tres: Libertad, Libertad, Libertad. Tres veces. Ha de ser duro mirarlas a la cara cuando ellas te lo dicen, te lo cantan. Mujeres que aparentan un cuerpo frágil, curtido del sol del campo que se lanza sin vueltas en estas pampas. Aparentan. Duras como una estaca clavada por los que saben, siguen cantando. Oyen ruido de rotas cadenas. Y se lo hacen escuchar a todos los que vienen a llevarse la tierra. Noble igualdad. Duele. Duele. Y el secretario del juzgado que ha de tener que leer el acta, diciendo y vistos y considerando, piensa en la nobleza y en la igualdad. ¿Qué habrá podido considerar Usía, su señoría, el tribunal o el excelso magistrado para haber logrado que ellas, solas, canten? Sting pensó en ellas bailando solas con sus pañuelos blancos. Bien podría hacerlas poema a ellas, a éstas ellas, cantando.
Las provincias Unidas del Sur. Acá la cosa debe haber sido mucho más sencilla. Ni Unidas ni Provincias. Apenas, hoy, destacamentos políticos del dueño de la caja nacional de los impuestos que seguimos pagando para que el inquilino de turno del poder decida comprar fidelidades y obsecuencias. Triste. Supongo que el rematador no se debe haber amilanado ante esto.
Cuatro: El 12 de septiembre de 2003 Ana, Ana María, Sara y Emma cantaron el himno en Chivilcoy. La misma Sonia Tessa escribió en este diario: "por ese acto el juez Rogelio Massón ordenó que las expulsara la policía. Las llevaron con violencia, estuvieron detenidas varias horas, y fueron denunciadas por resistencia a la autoridad y lesiones leves. Desde entonces, rechazaron la alternativa de cumplir con una probation porque implicaba reconocer que habían cometido un delito. "No aceptamos porque no podríamos ir más a parar un remate, y además, nos imponen un trabajo solidario cuando ya lo hacemos", argumenta Emma. De modo que el juicio oral y público puede terminar con condenas de hasta un año de prisión. Y por eso convocan a todas las organizaciones sociales del país a apoyarlas para impedir que se criminalice la protesta social. Al día siguiente, las militantes fueron liberadas. El remate se había hecho, pero gracias a una presentación del movimiento agrario, sus efectos quedaron suspendidos hasta que la Justicia defina (o no) su nulidad por haberse realizado a puertas cerradas y por un precio vil. Mientras tanto, la familia continúa explotando sus 42 hectáreas, y Mujeres en Lucha considera que "existen muchas posibilidades de mantenerles la propiedad".
Cinco: ¿Los libres del mundo responden salud al gran pueblo argentino? Ellas lo cantan. Pero vos y yo, acá, escribiendo, leyendo, nos preguntamos si alguien que vea el remate de entonces y el proceso a ellas ahora dedicará salud a este pueblo. Porque ellas, hoy, en Mercedes, no están solas, es cierto, pero tampoco tan acompañadas. ¿No merecería que vos y yo estuviéramos con ellas? Sí, hablo de nosotros. ¿No merecería que diecinueve diputados nacionales santafesinos y tres senadores de la Invencible estuvieran con ellas y no apenas las legisladoras Susana García y María del Carmen Alarcón? ¿Y los otros dirigentes? ¿Y todos? ¿Y los hombres que deberían rendirle tributo a estas mujeres valientes? ¿Al gran Pueblo? ¿Salud?
Seis: El 25 de junio de 1912, dice el mismo manual de historia de cuando cantábamos el himno con ganas, se realizó una asamblea en la Sociedad Italiana de Alcorta, de la que participaron alrededor de 300 agricultores y entre manifestaciones combativas se declaró la huelga por tiempo indeterminado, hasta conseguir, entre otras reivindicaciones, la rebaja general de los arrendamientos y aparcerías, la entrega en las aparcerías el producto en parva o troje, como salga y contratos por un plazo mínimo de 4 años. No era fácil un movimiento entre todos. Entonces, los arrendatarios y medieros eran en su mayoría extranjeros. E individualistas.
La convocatoria, sin embargo, había surgido de los campesinos de Alcorta, encabezados por Francisco Bulzani, quienes contaban con el aval de los párrocos de esa localidad y de la localidad vecina de Máximo Paz, los hermanos José y Pascual Netri y de los comerciantes de la zona. La respuesta de los terratenientes y las fuerzas represivas no se hizo esperar, motivo por el cual los terratenientes tuvieron sus primeras víctimas. En un acto realizado en la localidad de Firmat fueron asesinados los dirigentes agrarios anarquistas Francisco Mena y Eduardo Barros, mientras en la ciudad de Rosario era fusilado Francisco Netri.
A pesar del violento accionar de los terratenientes, los huelguistas fueron logrando cada vez más adhesiones. Al apoyo inicial de los anarquistas y socialistas, de los curas y los pequeños comerciantes, fueron sumándose los profesionales y amplios sectores populares. Ante el temor de tener que afrontar grandes pérdidas económicas, los terratenientes fueron cediendo lentamente y hacia mediados de 1913 la inmensa mayoría de los arrendatarios habían logrado una importante rebaja de los arrendamientos. El Grito de Alcorta, si bien no modificó sustancialmente la estructura agraria, favoreció el surgimiento de organizaciones campesinas en otros lugares del país, como la Liga agraria de Bahía Blanca y la Liga Agraria de La Pampa, las que participaron junto a la Federación Agraria e un congreso nacional campesino donde, además de los reclamos puntuales a los terratenientes y comerciantes, se reivindicaron los postulados de la Revolución Mexicana encabezada por Emiliano Zapata. Por primera vez en Argentina se enarboló el principio de que "la tierra debe pertenecer en propiedad del que la trabaja".
¿Hace mucho que no releés el manual de Historia? ¿Ni siquiera ahora que navegás en Internet leés Wikipedia?
Siete: El exceso ritual manifiesto suele ser un vicio de nuestra justicia. Así lo dijo hace mucho tiempo la propia Corte Nacional. Y qué es, me preguntaste. Exceso es en demasía, ritual, es un apego insensato a las formas, no al fondo. Y manifiesto es que hasta un crío de cinco años se daría cuenta.
Cantar un himno a la luz del artículo que reprime la resistencia a la autoridad, ¿no es en demasía un apego a las formas que nota hasta un pibe de cinco años?
Ocho: ¿Cuánto hace que no cantás el Himno Nacional? Mucho. Pero mucho. Quizá sea hora de decir que con gloria juramos morir y con dignidad pelear por ella misma al lado de las Mujeres en Lucha que lo vienen haciendo desde hace más de diez años. Ahora. Allí. En un proceso penal que las acusa de resistencia a la autoridad.
Como cuando sentíamos que la patria latía con el corazón. Ahora. Con ellas. Ya.
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