Sábado, 1 de diciembre de 2007 | Hoy
En Europa de pos-guerra un cineasta alemán filmó una película titulada: Los asesinos están entre nosotros. En el actualizado tema de la cacería de criminales nazis que diversas organizaciones sionistas han llevado y llevan a cabo por todo el mundo recurrentemente y de una forma maliciosa se involucra a nuestro país; como uno de los principales receptores de esos nazis. Así como muchos de aquellos fugitivos llegaron a EE.UU.; Rusia, Canadá, Australia, América Latina también hubo los que vinieron a Argentina. Por ejemplo Wermer Von Braun el inventor de las demoledoras bombas voladoras V1 y V2 que fuera condecorado por Hitler, fue también condecorado por el Congreso y gobierno norteamericano como el artífice de haber guiado a los astronautas para llegar a la luna. El temible caza soviético MIG fue inventado por técnicos e ingenieros alemanes capturados por los comunistas al finalizar la guerra. El primer avión a reacción de América Latina fue fabricado en la Argentina por técnicos e ingenieros alemanes que llegaron después de la guerra. El ex presidente norteamericano Harry Serguei Truman creó la CIA asesorado por ex integrantes de la GESTAPO, y la inteligencia y contrainteligencia nazi para combatir al comunismo. Por lo que se debe concluir que la verdad por más dolorosa que sea hay que decirla tal cual es y no a través del cristal por el cual se mira.
Ricardo Carreño
¿Puede la difusión de un crimen aumentar la condena de la víctima del mismo? La respuesta es afirmativa si frente a la víctima se halla un poder omnímodo que cuenta con la arbitrariedad de los jueces y el consuelo espiritual de fanáticos y sacerdotes. El hecho en cuestión se desarrolla en Arabia Saudita, una joven de 19 años fue violada por varios individuos y el sistema judicial terminó acusándola de adulterio y castigándola a la pena de 90 latigazos, la condena se intensificó porque la mujer denunció la violación por medios de comunicación masiva. La leyes islámicas no permiten a las mujeres transitar por lugares públicos sino bajo la tutela de un varón de su familia. Ahora bien, en estas latitudes si bien el sistema judicial tiene otros métodos y procedimientos en muchos casos la demostración y pruebas que deben ofrecer las mujeres frente a vejámenes, abusos y atropellos contra su integridad física, psíquica y moral es casi una nueva violación. Ciertos interrogatorios en instancias legales y judiciales son ejemplo de la violencia de género entronizada y de violencia simbólica instituida. La muchacha de Qatif no es un caso aislado en el mundo, en este territorio cientos de niñas padecen la explotación de redes de proxenetas amparados por oscuros poderes. Debemos actuar solidarios con estas víctimas de la dominación que siguen padeciendo el escarnio aun en este milenio.
Carlos A. Solero
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