Jueves, 15 de mayo de 2008 | Hoy
En una de las escenas más inquietantes de la película Matrix un personaje lanza esta sentencia: "bienvenido al desierto de lo real". La Argentina de estos años es una muestra cabal de cómo simulacros, apariencias y dobles y triples discursos no logran esconder realidades sumamente crueles, devastadoras.
La desigual distribución de los recursos materiales, ha ido erosionando identidades, destruyendo lazos sociales, desgarrando redes de intercambios materiales y simbólicos. La imposición del monocultivo agropecuario no sólo destroza ecosistemas sino que impone como único válido el pensamiento único. La hipocresía y el cinismo de las clases y elites dominantes se traduce en nihilismo y desesperación para muchos sectores y clases sociales que transitan sin cesar la barranca hacia el abismo.
El lock out patronal agropecuario es el emergente de una crisis más profunda, de larga data, cuya genealogía hay que rastrear en los orígenes mismos del país.
Estamos en vísperas del bicentenario de 1810. Ayer máscaras fernandinas. Ya estaban en la trastienda los Alzaga, los Martínez de Hoz, los Anchorena. Ya por entonces profesaban un cerril desprecio por el pueblo. Hoy continúan en su senda de exterminio.
Nosotros como siempre planteamos la necesidad de la organización desde abajo, por convicción, por ética, por supervivencia.
El desierto de lo real no invade con su ferocidad, resistir solidarios es el imperativo de la hora.
Carlos A. Solero
Miembro APDH Rosario
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