Sábado, 28 de junio de 2008 | Hoy
La reciente sanción en Europa de leyes más que severas para con los inmigrantes es un indicio más de la magnitud de la crisis mundial. Corresponde recordar que en Estados Unidos continúa la construcción de una gigantesca muralla en el límite Sur.
En efecto, los propios Estados que en su momento alentaron la llegada de poblaciones de países empobrecidos para servir de mano de obra barata son los que hoy les niegan a esas personas el derecho a trabajar.
El capitalismo, que se nutre de la extracción de materias primas y recursos naturales de la periferia no está dispuesto a admitir en los países centrales la presencia de potenciales revoltosos que osen reclamar por sus derechos.
Libre circulación de las mercancías, no libre circulación de personas. Tratados de libre comercio y duras leyes migratorias, persecuciones, aniquilamientos, muros y barreras, de hormigón y de papel.
A esta altura ya son muchos cientos los que perecieron tratando de llegar a la "tierra prometida", ahogados en el mar, quemados en camiones, baleados por guardias mercenarias, etc. Es sabido que en diversas latitudes la desesperación impulsa a la huída de poblaciones enteras y al dolor provocado por las hambrunas, las guerras, la miseria se suma que detrás de las fronteras aguardan los que pronto los encerrarán por indeseables.
Siempre se caracterizó este sistema, el capitalismo, por la crueldad de sus impulsores, por su rapacidad materializada en políticas de Estado garantes de la tasa de ganancia a toda costa. Guerras, genocidios, invasiones...
Es evidente que la etapa en plena vigencia ha ingresado en período de racismo activo, en una guerra que no se oculta, ni se maquilla. Porque no es contra la pobreza, es contra los pobres.
Preciso es que estemos muy alertas, esta declaración nos involucra.
Carlos A. Solero
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