Socialdemócratas

Por estos días, quedó una vez más patéticamente en evidencia el malsano pragmatismo para permanecer en las alturas al que apelan algunos de los jerarcas socialdemócratas del Cono Sur.

En efecto, el veto del doctor Tabaré Vázquez a la ley que garantiza el derecho al aborto a las mujeres en Uruguay muestra que le importan más las opiniones del clero católico que las verdaderas necesidades de las integrantes del género femenino a disponer libremente de sus cuerpos. Al igual que en otros tópicos, el presidente oriental elige las posiciones más recalcitrantemente conservadoras.

Lula Da Silva, presidente de la República Federativa del Brasil, en tanto, firmó con el príncipe de la Iglesia Católica Joseph Ratzinger, el antiguo inquisidor de los teólogos de la liberación, un tratado para instaurar la enseñanza de la religión en las escuelas públicas de Brasil. Este gesto lo emparenta con Benito Mussolini, el duce fascista, quien firmara el tratado de Letrán que otorgó al papado la sede Vaticana en el territorio de Roma.

Mussolini, antiguo militante socialista, redactor de virulentos manifiestos y libelos ateos, en el devenir de sus aventura política se dedicó a incendiar periódicos revolucionarios y a perseguir y encarcelar socialistas y anarquistas.

En fin, como decía el anarcosindicalista alemán Rudolf Rocker, la maldición del pragmatismo, plaga que sabotea las posibilidades de transformación social. La maldición del pragmatismo que teje alianza con los poderosos y condena al oprobio a los humildes, oprimidos y despojados del mundo. Que lucubra pactos espúreos y que activó la perversa mano de Nozke partiendo el cráneo de Rosa Luxemburgo, una de las mentes más lúcidas y brillantes del siglo XX.

Carlos A. Solero

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