Miércoles, 4 de marzo de 2009 | Hoy
El período previo al ascenso del nazismo al poder en Alemania se caracterizó, entre otras cosas, por un nivel de degradación moral y descomposición social propiciado por la barbarie de la guerra y las consecuencias de ésta: escasez de alimentos, crisis económica, hiperinflación, exacerbación de nacionalismo militarista y agudización de las contradicciones sociales y culturales.
En efecto, el período que va de 1918 a 1933 es tumultuoso y a su vez exhibe muestras de claro heroísmo de parte de algunos y un abyecto servilismo a las fuerzas destructoras, racistas y genocidas en ascenso por parte de otros, lo cual cobrará mayor magnitud cuando el nazismo se consolide en el poder y hasta su caída en 1945.
Resulta asombroso e irritante observar como algunas luminarias del pensamiento del siglo XX aportaron su grano de arena para que el horror se enseñoreara, afectando a millones de personas, desde los jóvenes y no tanto enviados a la guerra por el fanatismo hitleriano, hasta las víctimas del holocausto exterminador de más seis millones de personas.
En tanto, el filósofo Martin Heiddegger lucubraba razonamientos filosóficos sobre la metafísica y adhería sin límites al nazismo aniquilador de vidas humanas.
Otros como el filósofo Kart Lowith marchaban al exilio a resistir la barbarie belicista y continuaban sus estudios sobre la realidad social, produciendo obras magníficas como su libro sobre Weber y Marx.
Entre las figuras muchas veces olvidadas de ese tiempo oprobioso deseamos rescatar a la distancia a Rosa Luxemburgo, militante socialista y revolucionaria activista por los derechos de los trabajadores y las mujeres, asesinada por los matones de Nozke y arrojada a un canal de Berlín, y también a Kurt Eisner, activista del socialismo, denostado por Max Weber y asesinado junto a los anarquistas Gustav Landauer y Erich Mushan luego del fracaso de la revolución proletaria de 1918/19.
Nos parece importante evocar estos acontecimientos y a estas personas que no claudicaron aun en tiempos sombríos en que muchos con su indiferencia avalaban las masacres.
El presente es complejo y la crisis actual puede ser el inicio de un período en el que broten ideas y acciones destructoras de vidas a gran escala, estar alertas con pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad puede ser un buen estímulo a la hora de pensar y actuar.
Carlos A. Solero
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