Miércoles, 14 de julio de 2010 | Hoy
Respecto a la planificación del uso de las tierras urbanas, las reglamentaciones urbanísticas de una ciudad para el futuro, la contemplación de los intereses de los sectores de menores recursos y la equidad por el acceso a la vivienda digna, no son tenidos en cuenta por nuestros ediles.
Por esa razón, el ejecutivo municipal actúa independientemente de las leyes, ordenanzas y reglamentaciones que deberían ser parte del abc de una gestión de gobierno y adecua ese accionar a satisfacer más las presiones corporativas que las propuestas con las que compitió electoralmente no hace tanto tiempo.
Si hiciéramos un inventario de las ordenanzas y pudiéramos establecer una calificación por interés en ellas de parte de nuestra sociedad, nos llevaríamos una sorpresa. Si ese inventario lo trasladáramos a la inversión en obras públicas destinadas a mejorar la calidad de vida de los rosarinos, nos encontraríamos con no solamente otra sorpresa sino también, con una profunda decepción.
La ciudad sigue sucia, descuidada, arrastrando vicios y malas costumbres de edificaciones sin previsiones de servicios esenciales (luz, agua, cloacas y desagües) y sigue midiéndose el "progreso" por la cantidad de metros cuadrados construidos en edificios de alto valor inmobiliario pero de muy inaccesible posibilidad para los sectores medios.
Jóvenes matrimonios, ambos ocupados en relación de dependencia y necesidades insatisfechas de techo propio deben posponer sus modestas ambiciones por falta de ofertas de viviendas sociales y esto constituye ya un serio problema social.
En una ciudad que, como Rosario, se nutre de hijos de aquellos inmigrantes italianos, españoles, polacos, etc., que aspiraban a la casa propia, nuestras autoridades desde hace décadas no han hallado solución a los problemas habitacionales y la demanda que crece exponencialmente sigue sin siquiera estudiarse colectivamente, ya no solamente en el Concejo Deliberante, sino abarcando además los estamentos académicos de nuestra Universidad, en la que parecería no encontrarse el incentivo o interés por la búsqueda de soluciones.
Este tema, como el del transporte urbano de pasajeros, siguen siendo asignaturas pendientes de nuestra dirigencia y deberá ser motivo aglutinador de reclamos y voluntades para plantearlo como derechos en el acceso a una mejor calidad de vida.
Angel M. Contestí
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