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¿Todos bajo control?

Desde sus orígenes ha sido una obsesión para los gobernantes el utilizar la maquinaria del Estado para disciplinar la sociedad y controlar a los individuos subalternos, es decir la mayoría desposeída.

Quizá una de las figuras que mejor representa lo antedicho es aquella esbozada por Platón que hablaba de "los ojos y oídos del rey". Pero a lo largo de la historia, más allá de las lucubraciones de los filósofos, se concretaron las prácticas de los jerarcas. En la Francia del Siglo XVIII los espías pululaban por doquier, tanto en el régimen antiguo como en el que advino con la Revolución burguesa de 1789, el período del "terror jacobino" y sin solución de continuidad.

En estas tierras, si echamos una mirada a los archivos históricos donde figuran las pesquisas y seguimientos en aplicación de la Ley 41.144 de Residencia y la de Defensa Social, mecanismos represivos del régimen oligárquico conservador en auge durante el Centenario, podremos hallar cuáles eran los criterios taxonómicos acerca de la peligrosidad y su clara expresión clasista en sentido regresivo.

Décadas después los tecnoburócratas fueron perfeccionando sus mecanismos provocando redadas de luchadores sociales, matanzas y un genocidio desde 1975 en adelante.

Ahora, en nuestra ciudad más de un centenar de cámaras con un registro de 360 grados vigilarán a la población. Para las autoridades y sus asociados en el proyecto controlador, esto es alcanzar el éxtasis que sólo aparecía esbozado en las distopías de Ray Bradbury, Farenheit 451, o en 1984 de George Orwell.

Ninguno de estos aparatos contribuirá a otra cosa que a magnificar el control social sobre la mayoría de la población, cercenando libertades y derechos públicos e individuales.

¿Todos bajo control? No, sólo los potencialmente considerados peligrosos para el orden establecido.

Carlos A. Solero

Miembro APDH Rosario

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