Racismo e impunidad

En recientes declaraciones públicas el titular de la Sociedad Rural Argentina expresó nuevamente su desparpajo. En efecto, habló el terrateniente que gracias a los canales clandestinos realizados en las tierras de su propiedad, sumergió bajo agua a toda una ciudad: San Antonio de Areco.

Este sórdido personaje líder de una de las corporaciones más representativas de la elite dominante despotrica ahora contra los sufragantes que no le brindaron favores de sumisión a sus candidatos en las primarias convocadas por el actual gobierno.

Acostumbrado a mandar a las tropillas y la peonada, Don Hugo no comprende que el régimen de la democracia liberal vigente desde comienzos de la pasada centuria permite a cada ciudadano a introducir en la urna el trozo de papel con los nombres que los partidos políticos proponen.

El mecanismo de la democracia delegativa es discutible en cuanto a las maniobras y la demagogia que promueve, por nuestra parte adherimos a la autogestión social y las asambleas libres. Esto no impide que nos irritemos e indignemos cuando un exponente de la oligarquía terrateniente y ganadera sale a ningunear a los de abajo. A lanzar a los cuatro vientos su desprecio por las ideas y acciones de los demás.

Claro exponente de una clase expoliadora, prebendaria e implacable, Don Hugo cree estar en la época de Roca o bien durante la década infame.

Dice José Hernández en su poema Martín Fierro: "El tiempo sólo es tardanza de lo que está por venir".

Don Hugo y unos cuantos más deberían recordar el lúcido aserto de E. Martínez Estrada: "Cuando el caballo se aviva se acabó la equitación". Carlos A. Solero