Guerra por el papel

La trascendencia de las palabras del ex presidente Uruguayo Tabaré Vázquez pone al desnudo de la magnitud de connivencia que tienen los estados con las megacorporaciones del capital.

Que se considere enemigos a los vecinos/ pobladores de un territorio al que defienden reunidos en asamblea para la protección del entorno ambiental en el que están asentados muestra que además de paranoia la razón de existir de esa institución es garantizar las ganancias empresariales aun al costo de una guerra.

Estamos siendo testigos de cómo en las últimas décadas en Latinoamérica los ataques armados a poblaciones indefensas han sido particularmente cruentos.

En la región amazónica fuerzas armadas del Perú, Bolivia y a veces Brasil han atacado y asesinado de modo impiadoso a quienes se oponen a la devastación de los recursos naturales. También en territorios bajo dominio del Estado argentino se perpetraron esos ataques, recordemos por ejemplo la represión en Andalgalá o la padecida por los pobladores Qom en Formosa.

En el caso de Vázquez no es banal su actitud sino que muestra una vez más los delirios megalomaníacos de gobernantes que cambian de color para escalar y que bien pueden hacer discursos en pro del medio ambiente cuando conviene o minimizar los efectos letales de sustancias tóxicas si están asociados a los capitalistas que destruyen la biodiversidad con tal de acumular ganancias.

Debemos estar siempre alertas pues más allá de las máscaras de ocasión y los discursos de campaña están los hechos y éstos dicen por sí mismos con contundencia que los derechos de los pueblos nunca están garantizados sino con la lucha social autogestiva y autoorganizada.

Carlos A. Solero

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