Jueves, 1 de diciembre de 2011 | Hoy
Aquellos días
Hace solo una década, y parecen muy lejanos aquellos días de diciembre de 2001, en los que el plomo de las fuerzas represivas acabó con la vida de luchadores sociales y vecinos desesperados con salarios erosionados por el saqueo de los de arriba o simplemente desempleados.
Aquellos días, los precios estaban en escalada y estampida, los docentes universitarios sin cobrar salarios llegando a fines de diciembre y los estudiantes en las calles manifestando su protesta, junto a los trabajadores y a punto de tomar las facultades. El modelo del 1 a 1 multiplicó el desempleo lanzó al abismo a miles de mujeres y hombres.
En tanto una funcionaria, con total desparpajo socializaba las culpas y decía "no sigamos echando leña al fuego", mientras era de las que atizaba la hoguera de la corruptela política.
En medio del caos que generaron las políticas del neoliberalismo capitalista, el entonces Presidente dictó el estado de sitio, y no sólo Rosario fue escenario de la persecución y la muerte en las calles, también Buenos Aires ardió de furia. Multitudes repudiando el accionar estatal. Los organismos de defensa de los derechos humanos enfrentado al poder artillado como en la dictadura.
"Que se vayan todos y no quede ni uno solo", era el clamor del pueblo, los de abajo hartos de la impunidad y la expoliación de los de arriba.
Entre otras víctimas de la represión estatal recordamos a Pocho Lepratti y Graciela Acosta, en nuestra región y en plena Avenida de Mayo al caído trabajador Gastón Riva. Sangre de los hijos del pueblo derramada.
Las asambleas de vecinos fueron surgiendo espontáneas como respuesta autoorganizativa que se autoconvocó, deliberó, decidió y ejecutó una serie de iniciativas autogestivas que aun persisten, huertas comunitarias, imprentas, comedores populares.
Como señala el sociólogo René Loureau, luego el efecto Mulman se apoderó de estas experiencias, los políticos profesionales lograron neutralizarlas y el inconsciente estatal se impuso anulando ese potencial transformador. Otra vez los vasallos quebraron su cerviz ante los poderosos, vuelta a la delegación de voluntades, pero no todos lo hicieron.
Por eso consideramos que a una década las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, no deben ser evocadas como meras efemérides de calendario, sino como lo que fueron: dramáticas jornadas en las que por unos meses empuñamos nuestro destino en nuestras propias manos.
Carlos A. Solero
ApdhRosario
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