Suplicios archivados

El estado Vaticano ha decretado la exhibición de parte de sus archivos hasta ahora secretos. Doce siglos de historia, es decir mil doscientos años de ocultamiento institucional de una las iglesias más importantes de la Tierra podrán ser observados por algunos historiadores y científicos.

Por fin podrán verse los documentos del proceso inquisitorial contra Galileo Galilei, a quien bajo amenaza de tortura se lo obligó a retractarse de sus teorías acerca de los movimientos del Planeta Tierra alrededor del Sol. Galileo había llegado a elaborar sus argumentos en base a experiencias de cálculo y medición con instrumentos creados por el mismo, sus verdugos sólo contaban con la autoridad discutible de los dogmas y el terror de la fuerza.

También será posible conocer el proceso que envió a la hoguera a Giordano Bruno por sostener posiciones e ideas contradictorias con las autoridades eclesiásticas. O bien el Index o listado de obras prohibidas para la lectura, de diversas orientaciones filosóficas, científicas y políticas opuestas a las circunstanciales alianzas políticas del Estado Vaticano.

Esta institución continúa contradiciendo --contra toda evidencia científica-- la teoría de la evolución de las especies elaborada por el biólogo Charles Darwin, pues no coincide con el relato del antiguo Testamento, se opone a los métodos de planificación familiar y las técnicas fertilización asistida. Se sigue estigmatizando a las mujeres y dictaminando sobre el destino de sus cuerpos.

Acaso la apertura de los archivos Vaticanos permitirá saber por qué tantas filósofas y científicas fueron motejadas de brujas. Por eso ardieron en las llamas.

El Sumo Jerarca ha reivindicado públicamente las acciones del Santo Oficio, de la Inquisición en el presente llamada Congregación para la Doctrina de La Fe. Esta apertura parcial de los Archivos Secretos del Vaticano es sólo algo de luz para que lo principal permanezca oculto.

A tantas preguntas siguen faltando muchas respuestas.

Carlos A. Solero

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