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Corroídos, excluidos

La visita del sociólogo Richard Sennett y algunos acontecimientos de las últimas semanas en la región, son para nosotros motivo de algunas reflexiones que encadenan el luctuoso acontecimiento de la matanza de Denver (Colorado, EEUU) con las trágicas muertes protagonizadas por jóvenes como víctimas o victimarios.

Acaso la patética perfomance desplegada por el ahora tristemente célebre Holmes, que dejó una secuela de muertos y heridos el día del estreno de un capítulo más en la saga del superhéroe enmascarado, sea una versión en miniatura de lo que las tropas de uno de los Estados Imperiales hace a diario en diversos puntos del Planeta Tierra: atacar a poblaciones inermes y desarmadas por sorpresa sembrando el terror.

En su libro La corrosión del carácter Richard Sennett, quien ha escrito entre otras obras El declive del hombre público, señala que las transformaciones drásticas de la sociedad salarial, la precarización y las altas tasas de exclusión social potencian la incertidumbre y amplían la brecha de desigualdad entre las clases sociales, lo cual potencia los niveles de violencia estructural. Esto arroja a múltiples contingentes al abismo de la marginalidad.

Las marcas del neoliberalismo son huellas en el presente. Una somera observación de la realidad social contemporánea nos muestra el laberinto que aprisiona a jóvenes pertenecientes a los sectores menos favorecidos, sobreviviendo paradójicamente cercanos a la opulencia de centros del juego compulsivo y la diversión manipulada.

La industria cultural que incita al consumo y la pobreza casi en un mismo territorio. Por supuesto con las vallas que marcan los infranqueables límites con el rigor del capitalismo en su faz neoliberal.

Como un hilo de Ariadna pueden unirse Denver y la periferia de Rosario con su carga de tragedia y patetismo.

Carlos A. Solero

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