Martes, 18 de septiembre de 2012 | Hoy
Multitudes y señales
Resulta siempre un desafío para el análisis sociológico la comprensión del comportamiento de las masas, fenómeno complejo y polifacético por la multiplicidad de factores que operan en dichos fenómenos. El tema ha sido abordado de modo diverso desde los ya clásicos estudios de Gustav Le Bon y Sigmund Freud, pasando por libros fundamentales como Psicología de masas del fascismo de Wilhem Reich, y sin soslayar el aporte sustancial de Elías Canetti en Masa y poder, al que se denomina como una investigación de antropología patológica. Muchas transformaciones se han producido en las últimas décadas que a su vez han generado no sólo una variación en los modos de convocatoria y autoconvocatoria masiva, sino también el carácter de esas concentraciones de población. A diario se producen movilizaciones y no siempre se les presta atención en los medios informativos, aunque esos acontecimientos son una explícita emisión de señales que permiten visualizar los diversos malestares sociales. Ejemplo de esto son las asambleas de vecinos en distintas provincias, oponiéndose a emprendimientos de la minería a cielo abierto, contaminantes de cursos de agua y del medio ambiente de modo integral, destructores de ecosistemas y de la biodiversidad. También las marchas de mujeres demandando el respeto a decidir sobre sus propios cuerpos, repudiando la violencia de género y contra el infame fenómeno del feminicidio. Las recientes marchas producidas en varias ciudades de la región exhiben reclamos variopintos, lo llamativo en este caso, es que muchos de los participantes no se muestran solidarios frente a las irritantes desigualdades que genera el sistema económico y social vigente. Este es un claro síntoma de la fragmentación social imperante, de la ruptura de la trama de solidaridades básicas y de la emergencia de nuevas formas de manifestarse que parecen ir esbozándose en los escenarios actuales. Las sociedades desiguales multiplican los escenarios de conflicto y habrá que observar el devenir de estos procesos para desentrañar las claves, que permitan a las acciones colectivas romper con el aislamiento y la atomización para encaminarlas en sentido genuinamente transformador de realidades que, además de la irritación, deberían también despertar la solidaridad.
Carlos A. Solero
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