Miércoles, 21 de noviembre de 2012 | Hoy
Cuenca del Ludueña
Una de las consecuencias del modelo agropecuario de las últimas décadas es la menor capacidad de absorción del suelo, lo que significa mayores volúmenes de escurrimiento sobre la superficie y arrastre de partículas de suelo. La construcción de terraplenes para el ferrocarril, a fines del siglo XIX, interrumpieron el libre escurrimiento de las aguas, actuando como represas, teniendo como efecto en períodos de precipitaciones pluviales intensas, el embalse de las aguas y su lento drenaje. A inicios del siglo XX la ciudad se extiende sobre el valle de inundación del arroyo Ludueña y lo va ocupando progresivamente, incluidas las áreas bajas entre los terraplenes ferroviarios, con políticas de loteo indiscriminado y construcciones que dieron lugar a barrios condenados a sufrir reiteradamente inundaciones. Las obras realizadas desde 1930 hasta acá, tales como la presa retardadora del Ludueña, intentan disminuir el problema de las inundaciones. Pero nunca se logrará resolver completamente el error histórico de construir en el lugar que naturalmente le pertenece al agua. La situación se agrava con las cada vez más notorias evidencias del cambio climático; se duplicaron las lluvias extremas en los últimos 30 años. Las diversas actividades industriales, los feedlots, las descargas cloacales, agroquímicos y fertilizantes que se arrojan en la cuenca, tienen el arroyo como destino final, ya sea directamente o a través de los desagües pluviales, a lo que se suman cantidades de basura que se tiran al mismo. Tamaña acumulación de materia orgánica y tóxicos, provoca frecuentemente mortandad de peces, bioindicadores sensibles a la contaminación. Aunque escandalosamente tarde, Los Verdes vemos auspiciosamente la creación del Comité de Cuenca del arroyo Ludueña, que requiere gran vocación de participación democrática, tanto de gestores públicos como de los diversos actores de la cuenca. Una tarea prioritaria de este comité debería ser la realización de un inventario exhaustivo de industrias, asentamientos y todo tipo de fuente de vertidos, para ejercer una política de adecuación y evitar vuelcos al cauce del arroyo. La ciudad de Rosario cuenta con una ordenanza que regula el uso del suelo en correspondencia con las planicies de inundación del sistema Arroyo Ludueña, pero sin implementación. El manejo de la cuenca requiere gran voluntad de trabajo entre áreas y actores diversos y una visión integral que va más allá de la ejecución de obras hidráulicas.
Gonzalo Gorostarzu y Elba Stancich
Los Verdes Santa Fe
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