Jueves, 8 de mayo de 2014 | Hoy
Aulas y talleres
El despliegue de fuerzas policiales, gendarmería, prefectura naval, etc. en el territorio santafesino y en particular en la ciudad de Rosario pone en evidencia una vez más el empeño estatal y su diligencia en este rubro.
El vertiginoso ritmo en esta materia no marcha en paralelo cuando se trata de la cuestión educativa, ya sea de la infraestructura escolar o de las partidas para reparación de establecimientos o bien de las demandas salariales para los docentes.
De hecho, cuando en la década de los noventa del pasado siglo XX, en plena orgía neoliberal del menemato de la Alianza, cuando se abandonaban a su mala fortuna o bien se reconvertían o destruían las escuelas técnicas y de oficios, muchos de los que hoy activan sus acciones con las fuerzas federales miraban hacia otro lado y ponían su empeño en otras cuestiones como sostener la convertibilidad.
La destrucción de la trama social que genera y multiplica violencia lleva décadas y no días o meses.
Alguien dijo allá por el antepasado siglo XIX que cuantas menos aulas se construyeran más celdas serían necesarias. Agorero pronóstico o cruel realidad?
Como afirmaba Ezequiel Martínez Estrada no se trata de quitarle la gorra al tiñoso y solazarse en ese juego, sino de reflexionar sin ataduras y con ética sobre los problemas que no aquejan como personas de a pie que somos. Despreocupadas por las alianzas electorales y los conciliábulos de caudillos de mayor o menor monta.
Las contradicciones sociales saltan a la vista, es cuestión de accionar solidarios.
Lo importante es que se construyan y utilicen más aulas y talleres con una pedagogía emancipativa, liberadora que contribuya a la concientización y como plantea Paulo Freire que la educación sea una práctica de libertad.
Carlos A. Solero
Miembro de la APDHRosario
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