Viernes, 14 de octubre de 2005 | Hoy
El pasado mes de agosto estuve muy grave y luchando por seguir viviendo, en el Hospital Español y ahora puedo seguir disfrutando de la vida, gracias a los profesionales que dieron todo de sí, acompañándome y sosteniéndome como un vigoroso liquido anmiótico para salir adelante.
Por este valioso medio deseo expresar mi eterna gratitud a los servicios de Cirujia, Terapia Intensiva, Infectología, Hemoterapia, y Enfermería del Hospital Español, por su profesionalismo, contención y calidez humana.
Permítanme nombrar a algunos de ellos con todo mi afecto. Ellos son: Dres. Carlos Salgado, Angel Pravato, Jorge Kohan, Alfredo Zacardi, Alejandra Anziano, Graciela Romero, Miriam Zachino, José Quintana, M. Constantini, Walter Chavi, Silvia Lifton, Lucía Degano. Y al cuerpo de enfermeros y supervisores de terapia y piso: Alfonso, Sergio, Pablo, Marcelo, Jaqueline, Diego, Miguel, Augusto, Gustavo, Gloria, José Luis, Walter, Oscar y Mercedes. Blanca, de farmacología. Sé que me olvido de algunos otros y les rindo igual homenaje. En tan difícil momento estuve sostenida por todos ellos, y por el amor de mis amigos, familia y entorno laboral y por mis fervientes ganas de vivir, honrando a la vida, como decia Eladia. Que sepa, que en Rosario, este ¡Hospital Vale!
Silvia Guarneri
DNI 12.525.012
Recuerdo que hace algunos años en uno de los cursos de Sociología a mi cargo en la Facultad de Ciencia Política de la UNR, había un joven barbado amigo de la reflexión y la polémica. Preocupado y ocupado por las cuestiones sociales, indignado tanto como yo por las injusticias sociales que padecen los pueblos de este continente. De esta Latinoamérica que sigue teniendo como dice Galeano las venas abiertas. Tiempo después supe que ese joven inquieto estudiaba Antropología, lo veía en las marchas y reclamos populares. Lo escuchaba denunciar los atropellos institucionales y judiciales contra los trabajadores y los pobres. Era un hombre íntegro, un cabal compañero de luchas con quien se podía disentir amablemente.
Ahora ya no estás entre nosotros, Ramiro González, tenaz en la lucha, solidario y noble caballero. Más allá de la indiferencia de algunos frente a tu muerte. Los que supimos estrechar tu mano firme no te olvidamos. Y seguimos en la brecha por una sociedad mejor donde el socialismo sea una realidad cotidiana.
Carlos A. Solero
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