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El actual gobierno del Estado argentino dio sus primeros pasos con medidas que marcaban con claridad su rumbo devastador.

Los primeros decretos y resoluciones de los actuales funcionarios fueron orientados a despedir masivamente empleados de la administración pública. Como complemento de esto, el aparato represivo estatal se lanzó con saña contra los trabajadores de la empresa avícola Cresta Roja. Al poco tiempo tomamos conocimiento del protocolo antipiquetes que anunció la ministra de Seguridad.

No es casual que quien tiene a su cargo el Ministerio de Justicia haya recibido a una apóloga del terrorismo de Estado que sentó las bases de la desmembrada trama social. Proceso gestado por la dictadura cívico-militar-empresarial (1976-1983).

Hace ya casi cuatro décadas, el filósofo León Rotzitchner explicaba cómo se había dado en la política argentina la inversión de la fórmula del estratega militar Von Clausewitz. Es decir "que ahora la política es la guerra por otros medios".

En otros términos, se combinan dispositivos represivos varios: la propaganda política alienante y falaz, el shock económico y por supuesto la lisa y llana represión.

Con esto logran el disciplinamiento social, siembran el miedo a caer en el abismo del desempleo y la exclusión social. Fomentan el egoísmo y el individualismo cerril.

El presidente de la Nación, anunció su veto a la ley de emergencia laboral en la empresa Cresta Roja, rodeado de empleados en paro por no haber cobrado sus salarios. A estos trabajadores se les ofrece y aceptan contratos por 180 días.

No serán las leyes lo que frene la prepotencia arrolladora del capital, sino la lucha solidaria de los de abajo.

Las sociedades del capitalismo son esencialmente desiguales, y por lo tanto no sólo están desigualmente distribuidos los recursos materiales sino también los simbólicos.

Paradojas de la demagogia populista conservadora.

Todo un símbolo de los vientos que soplan en la región latinoamericana.

Carlos A. Solero
Miembro de la APDH Rosario