Viernes, 6 de octubre de 2006 | Hoy
30 años después de la dictadura, que no son tantos para la historia de un país, no hemos comenzado aún a rever por qué hubo jóvenes que eligieron la lucha armada o sus organizaciones de base, como instrumento para transformar la injusta realidad y por qué gozaban de la simpatía de un porcentaje elevado de la sociedad, en un marco de permanentes golpes de Estado, violencia, represión y proscripción. Esa falta de discusión y análisis, lleva a que ante circunstancias como estas aparezcan posturas maníqueas que no solo no aportan nada, sino que dividen al campo popular en el momento en que el repudio y la consigna debe ser unánime: "Aparición con vida ya, de Julio López". Gran parte de los desaparecidos y asesinados tenían militancia en la organización armada Montoneros, en sus agrupaciones de base o colaboradores que sabían que arriesgaban sus vidas en esta lucha, y un porcentaje importante de compañeros de otras organizaciones PRTERP, PC, PCR y organizaciones sociales, que de alguna manera estaban ligadas a grupos cristianos, barriales, agrarios, delegados gremiales, hartos de tanta dictadura y desigualdad. Hoy, a quién mas perjudica políticamente la desaparición de Julio López es al presidente Kirchner, que justo es reconocerle ha tenido una política de DDHH que ningún otro presidente democrático tuvo. Si bien se dieron durante el gobierno de Alfonsín, el juicio a las Juntas militares y la formación de la Conadep; los nefastos Punto Final, Obediencia Debida, empezaron a garantizar la impunidad que consolidó Menem. Hoy aparecen grupos que quieren reflotar "la teoría de los dos demonios", el demonio maligno de los militares y el otro también perverso de "la guerrilla". Lamentablemente estos mismos que enarbolan esta teoría concurren a facultades, colegios, gremios, barrios, a los homenajes de todo tipo que se hacen a uno de los "demonios", esos compañeros que participaron de la lucha armada y murieron sin pedir nada a cambio. La causa Etchecolatz es la primera de las muchas en los juzgados federales de todo el país, que se han iniciado gracias a la lucha inclaudicable de las madres, abuelas, familiares que nunca vacilamos ni bajamos los brazos reclamando justicia. Muchas responsabilidades le caben a Kirchner, en lo que esta pasando con López, que en su afán de montar escenarios con los hijos, madres, abuelas, la ESMA, relativizó algo fundamental, el aparato de la dictadura que generó el terrorismo de Estado no fue desmantelado; los militares, la SIDE, los civiles, policías, que constituyeron la máquina desaparecedora y atroz de la dictadura, sufrió golpes, pero no está destruida. La mayoría de los acusados están prófugos, en muchos casos, ni siquiera se los fue a buscar a su casa y allí se encuentran, no son una patrulla perdida, y ante el peligro que corren como en causas de Santa Fe, que lleva adelante el juez Rodríguez o las causas Feced, Funes, o la de Fábrica Militar de Armas, saben que el veredicto no les será favorable, que hay cientos de testigos que conocen al mínimo detalle sus responsabilidades. No los subestimemos, tampoco nos paralicemos, el gobierno que cumpla su parte garantizando la seguridad de quienes lo soliciten, la justicia que aporte lo suyo tratando sencillamente de ahorrarle dolores a quienes han declarado infinitas veces, unificando las causas o tomando como válidos testimonios ya realizados ante ellos, garantizar la integridad psíquica de quienes vuelven a sentir el dolor de la tortura y la violación. Y los miembros de organismos de DDHH, familiares y querellantes, también sería saludable que no hagamos declaraciones altisonantes, y en esto incluyo a Hebe de Bonafini. Ella tiene ganados suficientes pergaminos en esta lucha, pero no tiene derecho a lanzar veladas acusaciones sobre los testigos.
Alicia Gutiérrez
Querellante causa de Funes
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