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Martes, 6 de febrero de 2007

CORREO

Cambio climático

Por estos días, y luego de la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático realizada en París, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático dará a conocer un informe que pondrá datos concretos a las alteraciones producidas por el hombre en el clima del planeta. Conviene tener muy presente que no hablamos de cambios en un futuro difuso y en alguna región lejana, las alteraciones se producen aquí y ahora. Las alertas meteorológicas son un dato cotidiano, palpable. Probado está, por los informes de los expertos, que las causas de los desórdenes climáticos no nacen de la fatalidad, las causas son humanas. Por esto, nuestra propia acción se torna una responsabilidad ineludible. Y en esto apelo directamente al partido de gobierno y a sus legisladores, que tienen mayoría en ambas Cámaras y por lo tanto la potestad de convalidar o vetar las iniciativas que esperan su tratamiento en el Congreso Nacional.

No es para nada ajeno al cambio climático el paisaje de una Argentina desforestada, con prevalencia de monocultivo, sin política agraria y energética, sin planes de ordenamiento territorial que promuevan un desarrollo sustentable. Es también grave la inexistencia de sistemas de control sobre las emisiones contaminantes, sobre las grandes obras de infraestructura que ni siquiera cumplen con la realización de los estudios de impacto ambiental que exigen las leyes vigentes. En el mismo sentido, y como medida de cortísimo plazo, insistimos, como lo hiciéramos el año pasado, con la urgente necesidad de aprobar la ley ﷓iniciativa del Diputado Miguel Bonasso﷓ que propone declarar la emergencia forestal para detener la depredación de lo que queda del bosque nativo, que ha sido trabada por el propio bloque oficialista. La ley permitiría planificar un uso sustentable de este recurso que cumple un rol fundamental en la conservación de los suelos y la regulación climática. La cuestión ambiental y el equilibrio ecológico no pueden estar librados al humor y los fines del mercado. El crecimiento debe tener en cuenta la calidad de vida y la preservación de los recursos naturales y su capacidad de regeneración, o no es crecimiento. Son los principios preventivos y de control las columnas sobre las que deben erigirse las políticas públicas en materia medioambiental. Es, por esta razón, una tarea indelegable la puesta en funcionamiento de los mecanismos de control del Estado sobre las obras y actividades para regular y controlar los impactos ambientales que producen. Contra los que postulan la oposición entre el cuidado de ambiente y el desarrollo, aseguramos que la variable de la protección medioambiental constituye una oportunidad, y no un contratiempo para el desarrollo: la oportunidad de imaginar nuevas pautas de producción y consumo, nuevas actividades y, en consecuencia, nuevos empleos que dejen atrás los viejos patrones del desarrollo basado en la depredación de la naturaleza y del hombre.

Susana García

Diputada de la Nación

Bloque ARI

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