SOCIEDAD › LOS HIJOS DEL EX CURA MAC GUIRE SE PRESENTARON COMO QUERELLANTES PARA QUE SE INVESTIGUE LA DETENCIóN DE SU PADRE EN LA DICTADURA MILITAR.
Según los testimonios del propio ex sacerdote tercermundista ante la Conadep, habría estado detenido ilegalmente en un predio de los salesianos en Funes. Ahora la justicia federal deberá determinar si se está ante el descubrimiento de otro centro clandestino en la región.
› Por Sonia Tessa
Martín, Lucas y Federico Mac Guire son adultos, hijos de Santiago Mac Guire, el sacerdote tercermundista que dejó los hábitos y se casó con María Magdalena Carey. Los cuatro se presentaron el viernes como querellantes en la justicia federal por el secuestro, el 18 de abril de 1978, del fallecido cura que tuvo una labor pastoral indeleble en el Bajo Saladillo. La presentación, patrocinada por las abogadas Gabriela Durruty y Jesica Pellegrini, indica que Mac Guire fue trasladado a un centro clandestino de detención llamado "Ceferino Namuncurá" en Funes, que pertenecía a Los Salesianos. Allí fue sometido a torturas, de acuerdo con la propia declaración de Santiago ante la Conadep, en 1984. Justamente, a partir de ese dato, la familia solicita medidas de prueba. "Conforme se desprende del relato de Santiago Mac Guire, estamos en presencia de un centro de detención aún no acreditado. Por tanto solicitamos se oficie al Arzobispado de Rosario para que informe si la orden de los Salesianos poseía o posee un predio en la localidad de Funes, así como para que aporten todo dato que sus archivos posean sobre Santiago Mac Guire y las gestiones que su esposa realizó en su búsqueda durante 1978".
Tras su paso por Funes, Mac Guire estuvo dos meses privado ilegalmente de su libertad en el Batallón 121. Allí lo vio al entonces capellán de la policía, Eugenio Zitelli. El episodio está reflejado en el escrito que las abogadas de la familia presentaron ayer, en el marco de la causa Guerrieri. "En la presente causa obra testimonio fílmico en el cual Maguire relata que estando cautivo en dicho lugar, se encontró con Eugenio Zitelli, imputado en la presente causa". Las abogadas reproducen el testimonio de Mac Guire. "Mientras yo esperaba contra la pared, apenas me podía tener con las esposas. A tres metros estaba Zitelli con (Adolfo) Kusidonchi. ¿Saben quién es Kusidonchi? fue el director de la cárcel de Coronda más cruel de la historia. Fumando, tomando café los dos. Por fin me hacen pasar, eran dos pares. 'Qué tal cómo está', me pregunta Zitelli. No pude hacer más que mirarlo seriamente y decirle 'y qué te parece?'. Zitelli me dice 'yo estaba de paso por acá, ¿y cómo anda?'. '¿Y cómo puedo andar? insisto muy mal, el Señor me asiste'. Lo desprecié con la mirada, todo lo que pude. Es lo menos que podía hacer", relató en una entrevista Mac Guire, que falleció el 5 de julio de 2001.
Durante la última dictadura cívicomilitar, Santiago fue secuestrado el 18 de abril de 1978 por la tarde, en La Paz al 800. Volvían de la escuela Juana Manso con su hijo Lucas, de 5 años, que estaba en preescolar. Los interceptaron cinco personas de civil y armadas que introdujeron a Santiago en el piso de un auto, con la violencia habitual. Inmediatamente, lo encapucharon. "A mí me dejaron en la calle. Hubo una situación que yo fui elaborando o quizás me la imaginé, pero recuerdo que a mi viejo no lo vi más. Imaginate, para un chico de cinco años y medio, que a su papá lo metan en una bolsa y lo pongan adentro de un auto", relató Lucas a Rosario/12. "Quedó un tipo en la calle, que era alto, rubio, y dijo que me llevaban. En mi recuerdo infantil, para mí ese tipo era bueno, porque era irme con mi papá", rememoró el viernes, antes de firmar la presentación que lo convirtió en querellante junto a su madre y hermanos. Esa tarde, Lucas recuerda perfectamente que la mamá de una compañera de la escuela lo llevó a la casa, donde no había nadie. Más tarde, llegaron los hermanos, que también salían de la escuela, y la madre, que volvió urgente de trabajar, lloraba por lo ocurrido.
El primer centro de detención ilegal de Mac Guire fue en Funes, en el lugar que supo era de la Congregación Saleciana. "Pudo confirmar su lugar de cautiverio por boca de dos oficiales durante su estancia en el Batallón de Comunicaciones, de nombre Gauna y Berra", relata el escrito firmado por Durruty y Pellegrini. Después lo llevaron al Batallón 121 casi dos meses, donde lo tuvieron atado permanentemente a una cama y le hicieron un consejo de guerra. Una vez "legalizado", Mac Guire pasó por cuatro cárceles: Coronda, La Plata, Caseros y Rawson. Fue liberado pocos días antes del retorno de la democracia, el 3 de diciembre de 1983.
No era la primera vez que Mac Guire conocía la represión política. En 1972 había sido encarcelado junto a Juan Carlos Arroyo, José María Ferrari y Néstor García, todos integrantes del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. Poco tiempo después, el entonces arzobispo de Rosario Guillermo Bolatti lo desplazó de la capilla en la que realizaba su tarea social, para poner en ese mismo lugar a Zitelli. Años más tarde, volvió a encontrar al cura, siempre en sus antípodas.
Zitelli está procesado por crímenes de lesa humanidad dentro de la causa Guerrieri. La semana pasada, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y Umano de Casilda fueron a la Cámara Federal para solicitar que se agilicen los trámites procesales, ya que el sacerdote continúa en libertad gracias a una fianza de 50 mil pesos, que depositó en efectivo. Por lo tanto, el excapellán policial continúa alojado en una casa de reposo que tiene el Arzobispado en Zavalla. Está acusado de privación ilegal de la libertad, agravada, por mediar violencia y amenazas a Graciela Borda Osella, María de las Mercedes Sanfilippo, Olga Delfina Cabrera Hansen, María Inés Luchetti de Bettanín, Elba Juana Ferraro de Bettanín, Darío Castagnani; María Herminia Acevedo de Fernández; Mónica Cattoni, Eduardo Bracaccini y, como probable coautor del delito de asociación ilícita.
Ahora, con el testimonio grabado, Mac Guire podrá volver a acusar a quien lo humilló en un centro clandestino de detención. "A partir de esta iniciativa, mi mamá y mis hermanos recordaron cosas que nunca habían dicho, y van a declarar en la causa, como la irrupción de la patota del Ejército en casa, para interrogar a mi mamá, quince días después del secuestro de mi papá", relató Lucas.
Los juicios son reparadores para la sociedad, pero también para cada protagonista. "Es un momento muy importante, porque a mis hermanos los revincula con una causa que siempre estuvo latente", reflexionó ayer Lucas, que militó casi desde niño en organismos de derechos humanos y la Unión de Estudiantes Secundarios. "Creo que mis hermanos la procesaron desde otro lugar, quizás yo por mi activismo pude procesarlo distinto. Es también es un aliciente porque las últimas motivaciones de mi papá fueron buscarlo a Zitelli, ir a Casilda con periodistas como Carlos del Frade, que le llevaban el apunte. Para mí es glorioso, no sólo por mí, por mis hermanos, mi hermana Bárbara que vive en Brasil, sino sobre todo por mi viejo".
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