Mar 15.10.2013
rosario

SOCIEDAD › LA FILóSOFA Y ENSAYISTA LAURA KLEIN ESTARá MAñANA A LAS 19 EN LA FACULTAD DE PSICOLOGíA DE ROSARIO

"Les importa más prohibir el aborto que erradicarlo"

En 2005 su libro "Fornicar y matar, el problema del aborto", causó revuelo al cambiar los términos de una discusión social por entonces incipiente. Este año, volvió a la carga con una edición actualizada llamada "Entre el crimen y el derecho".

› Por Sonia Tessa

La poeta, filósofa y ensayista Laura Klein es una mujer que no se conforma con ideas preconcebidas ni respuestas fáciles. Pero su primer desafío es repensar las preguntas. Hace ocho años, en 2005, su libro "Fornicar y matar, el problema del aborto", causó revuelo al cambiar los términos de una discusión social que por entonces resultaba incipiente. Su desafío fue pensar más allá de la dicotomía "a favor o en contra", que impedían avanzar en la reflexión. Este año, volvió a la carga con una edición actualizada del mismo libro, pero con otro nombre: "Entre el crimen y el derecho". Klein estará el miércoles, a las 19, en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario para presentarlo. "Los que están acusando a las mujeres que abortan de asesinas, cuando hay un aborto espontáneo no dicen que murió una persona. Entonces, lo que les importa no es erradicar el aborto sino que esté prohibido", apuntó la autora, antes de su llegada a Rosario. Klein agregó: "Las mujeres tenemos el poder de decidir dar o no vida, aunque no tengamos el derecho".

Klein está convencida de la necesidad de "darle lugar a la experiencia" de abortar como parte de un debate público que considera más bien basado en acusar o victimizar a las mujeres. De hecho, cuando su libro estaba naciendo como proyecto, en 1994, Klein encontró respuestas al mirar un programa de televisión donde expertos y activistas debatían sobre el aborto con argumentos científicos. A un costado, un grupo de mujeres iban a dar su testimonio. "En un momento la conductora del programa se acerca a las mujeres que estaban en otro espacio, que habían ido a testimoniar como abortantes, ya no sobre 'el' aborto, sino como el verbo abortar. Y ellas la miraron y dijeron: 'no sé de qué están hablando'", relató sobre aquel programa que le iluminó esa escisión entre experiencia y discurso por el que se colaron los argumentos de su libro.

-¿Qué pasa cuando te preguntan si estás a favor o en contra del aborto, qué provoca esa pregunta tan taxativa?

-Es una pregunta a quemarropa, de interrogatorio, donde los medios de comunicación se alían con las prácticas disciplinarias y de control. Entonces, te arrinconan, te acorralan. Hay que hacer mucha fuerza para sustraerse al sí o el no y pensar lo que es obvio, que no hay nadie que esté a favor del aborto, o estás a favor del aborto legal o del aborto clandestino.

-Tu libro se basa en la necesidad de darle lugar a la experiencia del aborto.

-Yo veo que los argumentos del debate, tanto para legalizarlo como para condenarlo, se alejaron de la experiencia, discuten si se trata de un ser humano o no es un ser humano, cuándo comienza un ser humano, qué características hacen que seamos humanos y no lo que se juega en el trance por el que tiene que pasar una mujer que se queda embarazada sin querer estarlo, que es si puede decidir o no. Tiene que decidir o no si va a tener un hijo, si tiene derecho o no, ese tendría que ser el debate.

-Esa experiencia incluye una decisión que no se puede postergar...

-Sí, creo que se debate como si el tiempo no existiera, pero acá estás conminada y compelida a tomar una decisión porque no tomarla es tomarla. Entonces. Lo que aquí a mí me llama mucho la atención es que todo el debate con las metáforas de si es un inquilino, es el dueño de la casa, si es una residencia temporaria, es el lugar donde cayó, es una muela, es un parásito, todas las metáforas que se usan como una especie de lucha entre la mujer y el embrión para ver quién es más víctima, quién tiene más derechos, hacen parecer que para comprender el aborto hay que destruir el embarazo, hay que dejarlo afuera como si fuera una mujer con un embrión, y una mujer embarazada no es eso.

-Se trata de justificar la situación de las mujeres que abortan.

-Justamente, estaba leyendo un volante que me dieron en Bolivia donde se acaba de editar el libro y me invitaron a presentarlo. Era una producción de un grupo de chicas muy piolas y muy militantes que decía: "las mujeres no abortamos por gusto, abortamos en general porque no podemos sostener hacernos cargo de un hijo más". Entonces yo pensaba cómo puede ser que siempre el aborto aparece como una justificación por no poder hacer otra cosa y así queda intacto que el destino natural de las mujeres es la maternidad.

-¿Qué crees que cambió desde la primera edición de tu libro en 2005, ahora el tema está más instalado en la opinión pública?

-Ahora el tema aborto no precisa de un evento excepcional para entrar en los medios. Diez años antes del libro era imposible hablar del tema en los medios, y hace ocho años era muy difícil, ahora creo que en eso se avanzó muchísimo, en el debate social. De todos modos, creo que se ha instalado en un lugar que por lo menos para defender su legalización no es muy promisorio, porque se sigue justificando que las mujeres tienen que abortar porque si no se mueren, o se vuelven locas o porque no pueden sostener un hijo, con lo cual sigue en el lugar de la culpa.

-¿Qué alternativas planteas en el libro?

-Antes, el debate estaba puesto en un lugar más explícito de dos morales enfrentadas: de un lado, anticonceptivos y plantificación familiar y del otro, moral sexual y defensa de la familia. Eso fue hará 30 años, no tanto. Ahora, con un cambio de paradigma muy importante, con la globalización, cuando ya no se oponen libertad y justicia y la vida pasó a ser el "el" fetiche de valor para todo el mundo, ahí el debate se ubica en la bioética y los derechos humanos, sea para atacar o para defender a las mujeres que abortan. Eso complica bastante la cuestión porque se trata de decirle al otro que es un hipócrita. Creo que sería interesante dejar de someternos al campo que nos conminan para justificarnos. Porque hay algo que todos sabemos y es que la que más sufre el aborto es la mujer que aborta. Planteo ir a algo del sentido común y de la experiencia y no estar persiguiendo la zanahoria con argumentos teóricos que están muy alejados de la experiencia.

-Hay una corriente feminista que propone sacarle una densidad dramática al aborto.

-Es muy complicado. Porque creo que tiene una carga enorme pero de varios tipos. Si le quieren sacar carga dramática frente a la acusación de que abortar es un peso enorme y hay mujeres que se quedan mal, sí es cierto, pero de la maternidad hay mujeres que se quedan muy mal o de separarse de un amor o de las negociaciones prostituyentes. Quiero decir, la vida está llena de situaciones que nos dejan mal. Ahora, suponer que la legalización del aborto le quita toda carga es no comprender nada, porque en realidad las mujeres no es que ahora no abortamos, ahora también abortamos y el único problema no es la clandestinidad, la clandestinidad pone en las sombras un montón de cuestiones que tienen que ver con algo no terrible sino denso, que es decidir dar o no vida. Eso es denso no porque sea terrible, es denso porque tener el poder de gestar, implica tener el poder de parir o abortar y es así, tenemos el poder por más que no tengamos el derecho. Suponer que legalizarlo expulsa todos los miedos y fantasmas es no ver que siempre es una decisión densa.

-¿Por dónde debería pasar la discusión sobre el aborto?

-Creo que habría que desmantelar aquellas cosas que son una farsa. Por ejemplo, si alguien dice aborto es igual que homicidio o la que aborta es una asesina. Yo la pregunta que me hago, la podés desdoblar en muchas, no, pero una es que yo aborté. Si lo digo en un canal de televisión o en una radio no me va a buscar la policía en la esquina y nadie se asombra. Ahora, si yo te digo maté a mi hijo de diez años o a una persona desconocida, no es lo mismo. Esto es así para todos. Vos podés conseguir el teléfono de un abortero de hoy a mañana. De un mercenario, alguien que a cambio de dinero mate a un inocente nacido, no. Sólo los muy poderosos o los muy marginales pueden conseguir fácilmente eso. Todos los que están acusando a las mujeres que abortan por asesinas, cuando hay un aborto espontáneo no dicen que murió una persona. Lo que les importa no es erradicar el aborto sino que esté prohibido- concluyó.

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