Decimos Les Luthiers y decimos Fontanarrosa. No se pertenecen, no son iguales, pero son inescindibles. En cada estreno, en cada historia nueva, en cada gesto arriba de un escenario, en cada remate de un acto lleno de gracia, intuíamos la impronta del Negro. Les Luthiers eligió Rosario para todos sus estrenos. Tal vez por cábala, aunque seguro porque aquí siempre estuvo Fontanarrosa. Pero un día el Negro se fue, y el humor perdió un baluarte. Sin embargo, Daniel siempre estuvo. Antes y después. En esos sábados posteriores al estreno, en cada mediodía, se acercaba a la mesa y saludaba casi con rubor, como pidiendo un lugarcito para compartir ese café. Callado, escuchaba los relatos inconcebibles de algún galán verborrágico, y se metía en el relato con esa cara de "no entendí nada" que hizo estallar a millones en carcajadas. Ahora se nos fue Daniel. Ese Buster Keaton nacional, gestual sin palabras, inventor de carcajadas. Chau, Daniel Rabinovich. Camino al Cielo de los Argentinos donde mora el Negro. Pero no te olvides: Después de cada estreno, te esperamos en la Mesa. Como siempre.

(Carta de La mesa de los Galanes del bar El Cairo).