Jueves, 9 de marzo de 2006 | Hoy
PSICOLOGíA › LAS FAMILIAS EN LA ACTUALIDAD. NUEVOS CONFLICTOS
Los avances colaboran en las modificaciones que se producen en los modos de organizarse socialmente. La familia es uno de ellos, y sus nuevas formas, traen formas diferentes de malestar.
Por Laura Vaccarezza*
Si echamos una mirada retrospectiva en el tiempo podemos comprobar que cada época se ha caracterizado por sus cambios, sus particularidades y sus propias revulsiones. Afirmaciones tales como: "Esto antes no ocurría", "Ya no hay ideales", "Adónde vamos a ir a parar", etc., aparecen generalmente frente a "lo nuevo", a lo diferente, a lo que desestabiliza el orden establecido hasta ese momento y obliga, de un modo u otro, a definirse, a tomar posición.
Los avances científicos colaboran también en las modificaciones que se producen en los modos de organizarse socialmente. La familia es uno de ellos, y sus nuevas formas, si bien constituyen un avance, traen también consigo formas diferentes de malestar que surge como respuesta o como interrogante a esa nueva realidad social.
Este es el tema que hoy nos convoca: "Las familias en la actualidad. Nuevas modalidades nuevos conflictos".
Constatamos día a día cómo la familia, como núcleo social primitivo, ha ido cambiando y tomando nuevas formas: familias monoparentales, como consecuencia de separaciones, viudedad o por elección; familias interraciales, debido al aumento de la inmigración; familias con niños concebidos por nuevas técnicas de fecundación, en las que aparece la figura del donante; familias con niños adoptados en el extranjero; familias constituidas por personas del mismo sexo, etc. Todas ellas como nuevos retos que invitan a reflexionar desde diferentes ángulos: antropológico, sociológico, educacional, legal y asistencial.
Los psicoanalistas encontramos en la clínica nuevos interrogantes con los que se encuentran tanto el propio sujeto, como la sociedad en general: "¿Y si me animo y tengo un hijo sin padre?"; "Dos madres y un niño?"; "Mi padre y su... ¿cómo lo presento?"; "Qué le digo a mi hijo cuando me pregunta por su padre?".
Si los roles establecidos en el modelo familiar tradicional cambian, si en la realidad constatamos nuevas formas de relación, ¿cómo las nombramos? ¿Qué decimos de ellas? ¿Nos agregamos a las críticas escandalizadas? O, por el contrario, nos detenemos a reflexionar acerca de la repercusión que tienen tanto en el entorno del sujeto como en su propia subjetividad.
Como siempre, los hechos van por delante y a posteriori se plantea una interpretación, una posición frente a los mismos y, sobre todo, una manera de nombrarlos. Nombrar lo que ya existe en la realidad es el modo simbólico de hacerlo entrar en el entramado social y no dejarlo forcluido por la ignorancia, que como sabemos es una de las pasiones del yo.
Por ello, dar a esta nueva realidad una respuesta políticamente correcta, como podría ser "no hay que ser retrógrado, está todo bien", no nos parece suficiente. Lo que sí está bien es la igualdad de derechos para todos y, si bien es necesaria e indispensable, no basta con la promulgación de una ley, ya que esto sólo no cambia a una sociedad, no elimina sus ideologías y sus prejuicios.
No se trata de fomentar: "todo es posible si ése es su deseo"; no se trata de fomentar la perversión: "si eso es lo que quieres, hazlo", "si eso es lo que deseas, aquí lo tienes". Asesinar también puede ser un deseo. No se trata de promover un deseo "sin ley".
¿Qué ley? Nos hemos de preguntar. Existen leyes sociales a las que todos estamos sujetos, en la medida en que formamos parte del entramado social, y existen también leyes del inconsciente, particulares para cada sujeto. Me refiero a que cada uno pueda saber, aunque sea un poco, cuáles son las motivaciones de sus actos.
Hemos de pensar entonces que no se trata de decir lo que está bien o lo que está mal, no se trata de estigmatizar o de prohibir porque sí. Se trata de saber, de interrogar ese deseo particular y de cómo el sujeto, consecuente con su deseo, se inscribe socialmente.
Este es el punto que propongo tener presente para nuestro trabajo. No basarlo en nuestra ideología, nuestra moral, de la cual cada uno dará cuenta en su vida y socialmente, sino desde una posición ética, de respeto al otro. Cerré las primeras jornadas de Acto con una expresión de deseo "Que se repitan estos encuentros", y hoy estoy aquí presentando la segunda jornada.
* Médica. Psicoanalista. Miembro de Acto, Centro de Asistencia, Barcelona.
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