Jueves, 30 de marzo de 2006 | Hoy
Este es el eje convocante a un seminario que dictará el autor de la nota, que se llamará "El amor rarito". Plantea que en el análisis el "amor de transferencia" atraviesa todo el proceso.
Por Alberto Sladogna *
Freud inventó el psicoanálisis a partir de un amor raro, rarito. Ese amor fue conducido demasiado rápido al territorio de la histeria, es decir, a los avatares de sus encuentros con algunas y algunos pacientes afectados por la histeria. Ese desplazamiento dejó de lado un pequeño hecho, el análisis se le presenta a Freud a consecuencia de los efectos corporales que el neóteno, en este caso él, sufría: distensiones estomacales, fatiga, pérdida reiterada de la energía, dificultades para la concentración. Freud sufría el conjunto de los avatares de la humanidad moderna y posmoderna: los hijos de Dios están fatigados, a consecuencia de otear en su horizonte el declive, quizás hasta la muerte de esa figura referencial y organizadora de la vida cotidiana de los cuerpos.
Si algo enseña la experiencia analítica es que el amor es lo único que cuenta en ella. Su inicio, su camino y su final están marcados sólo por una cosa: el amor...de transferencia. Su carácter transferencial no le resta su condición de amor, es decir, el amor de transferencia es una de las realizaciones del amor, y él reitera una y otra vez, que no hay un amor que luego encuentra diversas formas; al contrario, el análisis pone en juego un elemento: cada amor es el amor, fuera de ese estilo no hay un amor ejemplar con el cual comparar las diversas formas. El amor cuestiona cualquier posibilidad epistemológica dirigida a establecer una "norma", un "concepto", una "teoría" amorosa. Así, este único nudo de la clínica impacta y orienta las formulaciones doctrinarias destinadas a transmitir; entonces, quizás, una formula no daría cuenta del horizonte de la experiencia que se trata de transmitir, entonces ¿Cómo transmitir? Si el amor de transferencia organiza la partida analítica, cómo es que al final de la misma, se ha sostenido con cierta "inocencia" al final se produce la "eliminación de la transferencia" o que allí se produciría una "transferencia de trabajo". Si tomamos al pie de la letra esa posturas nos queda una pregunta: ¿Y el amor de esa transferencia dónde quedó? ¿Cómo quedo afectado el amor en el final? ¿Será el objeto de una separación, de un divorcio, de un duelo, de una tristeza pospartida del análisis, qué será de él?
El amor es una experiencia rara, rarita, en inglés americano se dice "queer". Convengamos que el psicoanálisis es una experiencia rarita en tiempos pos humanos; esa experiencia otorga un estatuto semejante rarito al psicoanalista. Subrayemos un trazo: cómo es posible que el psicoanalista provoque el amor, lo sostenga y al final de la partida, se "haga" cargo del suicidio del objeto y de una acción que provoca una acefalia. Recordemos a Freud cuando dibujó la cura como una partida de ajedrez de la cual se conoce la apertura y el final. Ese final incluye a veces la caída del Rey. ¿Cómo es posible soportar esa posición sin tener en el horizonte una comunidad analítica? Una comunidad analítica no sería ajena a las incidencias del amor y se desplegaría a partir del amor..."de las transferencias". Y esta constatación ¿a dónde nos conduce?
En este punto seguiremos una experiencia de Giorgio Agamben cuando se propuso estudiar un tema amoroso: la amistad en los tiempos actuales. Una amistad requiere colocar sobre la mesa las miserias de sus protagonistas, un punto cercano a los avatares de una cura analítica. No dejaremos de lado algunas ficciones desplegadas por Michel Houellebecq (Ver: La posibilidad de una isla, Alfaguarra, 2006), en particular, aquellas que apuntan a un mundo construido por Rael: lazo social sin sexualidad, sin muerte, sin deseo. ¿Será sólo ciencia ficción? Será que hoy la ficción es la única ciencia. Se puede constatar que la sexualidad ha sido superada como misterio cuando se logra separarla de la reproducción. Ante ello, ¿el psicoanálisis requerirá seguir teniendo en su horizonte el diálogo sólo con la ciencia y su universalización? Qué se ganaría, qué se perdería. En el punto de tensión entre ambas experiencias será posible recuperar algunas cuestiones desplegadas por dos formas del amor: el amor extático en sus debates con el amor físico. Estos amores y sus consecuencias continúan vigentes en las condiciones preliminares de toda experiencia analítica, es decir, de cada una de las curas que un psicoanálisis conduce, allí volveremos a encontrar, quizás, el nudo que la neotenia requiere efectuar con el amor, sea el que éste sea, para dar un lugar vivible a tal o cual humano.
*Propuesta de Seminario. Informes: [email protected] [email protected]
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