PSICOLOGíA › CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS FAMILIARES Y SUS EFECTOS EN LA SUBJETIVIDAD
Los nuevos lazos familiares que desplazan y sustituyen a los tradicionales, asentados en una autoridad paterna que ha dejado de ser tal como fuera entendida. Donde reinaba la verticalidad y el temor se impuso la horizontalidad del vínculo.
› Por Graciela Giraldi y José Manuel Ramírez*
La familia ha cambiado. La autoridad paterna caracterizada antiguamente por su verticalidad en la que reinaba el temor de los hijos pasó a ser horizontal, donde la pareja de padres está enterada que asumir la autoridad ante los hijos es lo contrario del autoritarismo. Dicha metamorfosis de la autoridad paterna tiene consecuencias en el lazo actual de la familia del niño y del niño mismo y de los jóvenes, con el pediatra, el maestro, el psicoanalista. No hay que desesperar, nuestra civilización es más realista, porque se apoya en la inexistencia del padre ideal de todo saber y poder, el que nos ordenaría la vida y nos sacaría las papas del fuego.
Dicha modificación en la relación de la familia y en la autoridad del padre puede apreciarse también y claramente en la película Los descendientes. Desde un punto de vista tradicional pareciera que el padre es desvalorizado en tanto no le brinda sobre todo una de sus hijas un respeto atinente a su lugar de padre y consiguientemente de autoridad. Tan es así que cuando el padre hace una referencia a lo que él consideraba una falta a la autoridad de parte de esa hija, ella lo mira atónita como diciendo que no se trataba de eso. En verdad, se muestra allí con claridad que comienza a tratarse de una nueva forma de lazo entre padre e hijos, un lazo no basado en una verticalidad ni en una autoridad que le correspondiera por el solo hecho de ser padre sino más bien en una paridad que no implica un desconocimiento ni un rechazo al padre sino más bien una adecuación del amor a la realidad de una relación y no sólo por el ocupar un lugar o por el uso de una investidura.
En realidad, esa hija con el padre tiene una relación de mucho amor y de mucha preocupación, a pesar de que las apariencias muestren cierta actitud irrespetuosa o desaprensiva con respecto a él. Él también había descuidado a su mujer y a sus hijas metido como estaba en sus asuntos laborales. Hasta los intereses eran prioritarios respecto de cuestiones de familia y de otras valoraciones respecto aún de sus propios ascendientes.
Esa modificación en la relación al padre, llama a la responsabilidad de cada practicante del análisis a responder a las problemáticas infantiles y/o juveniles haciendo uso de la invención en nuestro trabajo diario. Subjetividad de nuestra época que sufre no sólo porque las cosas no funcionan como quisiéramos, sino porque sabe que el malestar cultural es estructural. Nuestra civilización padece de los impasses generados por las falsas ciencias, cuando se evalúa, se clasifica y se etiqueta por igual a todos los niños y jóvenes en base a un protocolo de preguntas y respuestas preestablecidas: fracasado escolar, drogadicto.
Como al niño lo traen sus padres a la consulta, ellos nos hablan angustiados o desesperados sobre lo que consideran el síntoma de su hijo. Pero también tendremos que localizar qué dice el niño sobre cuál es su padecimiento.
De modo que si la infancia del siglo XXI está amenazada por la medicalización y por los manuales clasificatorios, quienes recibimos las problemáticas de niños y adolescentes no podemos desentendernos mirando para otro lado, ni bajar los brazos en nuestra acción, sino que tenemos el deber ético de alojar lo más singular de cada niño o joven: su síntoma.
Cuando decimos síntoma, queremos decir que la problemática que se presenta tiene sus determinaciones, su explicación, que no se trata de un desarreglo que habría que poder llevar a la situación anterior al desarreglo sino que, justamente, un síntoma es metáfora de lo que no funciona o de lo que funciona de otra manera, es decir, un pedido de ayuda, pero sobre todo que puede tener una explicación, una solución que no necesariamente es la adaptación y que ese sujeto pueda vivir y producir con eso que esconde el desarreglo: su deseo que sostiene inconscientemente al síntoma.
*Psicoanalistas.
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