Jueves, 10 de enero de 2013 | Hoy
PSICOLOGíA › EL VALOR DE UN CUENTO INFANTIL RESIGNIFICADO EN CLAVE CONTEMPORáNEA
Cada cuento bien contado resulta un llamado a despertarse
un poquito, especialmente en estos tiempos de aceleración, de
consumo de la imagen y del empuje al individualismo yoico.
Por Graciela Giraldi*
Pedagogos y educadores suelen resaltar los efectos que se logran en el aprendizaje escolar de niños pequeños por medio de la narrativa de cuentos infantiles. Bajo esa perspectiva didáctica, tanto en las guarderías maternales como en los jardines de infantes los maestros dan cuerpo a las ficciones infantiles prestando cada vez su voz al "había una vez".
Podemos percibir que más allá del saber popular acerca de que a los niños en su primera infancia se les ayuda a conciliar el sueño contándoles cuentos, cada cuento bien contado resulta un llamado a despertarnos un poquito, especialmente en estos tiempos de aceleración, de consumo de la imagen y del empuje al individualismo yoico, donde no hay lugar para los diferentes y diversos sueños o anhelos infantiles en la medida que resultan excluidos por no ser útiles ni rentables para el mercado. El niño mismo ha pasado a ser un objeto de un consumo y en ese aspecto se corre el riesgo de que pronto ya no existan los niños traviesos, juguetones ni imaginativos, sino niños robotizados.
Por fortuna y para paliar mi pesimismo, recientemente tuve un acontecimiento imprevisto al participar de una fiesta de fin de curso, a la que fui invitada por mi nieto y en la cual él junto a sus compañeritos de jardín de infantes contaron y dramatizaron para sus familias el cuento de los tres chanchitos y el lobo.
No salía de mi asombro, pues sin querer los niños y sus maestras habían elegido para nosotros un cuento que de niña escuchaba con atención una y otra vez y que yo misma he contado repetidamente a mis hijos y actualmente a mis nietos.
Se encuentra en Wikipedia por internet que dicha fábula de los tres cerditos y el lobo no tiene datos de autoría. Sin embargo, es una fábula que aparece en el siglo XVIII y que se hizo famosa hace dos siglos a partir de que Walt Disney la convirtió en una película.
Les decía que mi sorpresa fue escuchar en dicha ocasión un nuevo cuento sobre los tres chanchitos y el lobo, una nueva escritura del cuento realizada en acto por este grupo de niños junto a sus maestras y la directora del establecimiento escolar.
Me pareció notable el giro de 180 grados dado a los personajes y la original dinámica inyectada al cuento: El lobo ya no era voraz, ni destructivo, ni temerario como en el viejo cuento sino un lobo amigable, compañero, alegre y hasta cómico.
Los viejos tres chanchitos llamados Práctico el mayor, Dormilón y Holgazán los menores se olvidaron de sus papeles tradicionales y de los nombres que les habían puesto para unirse en un proyecto común de construcción de una casa pidiendo colaboración a las flores y a otros animalitos: las abejas, los sapos, las hormigas, los conejos, los bichitos de luz y las mariposas.
Cada especie de animales aportaba su trabajo haciendo uso de su especial habilidad, así como las flores pusieron su aroma, colores y cadencia. El final de la obra (la casa) se festejó con alegría entre todos, y los tres chanchitos invitaron al lobo a sumarse al festejo en una alegre ronda de baile y canto, con el suplemento del acompañamiento acompasado de manos que hacíamos desde el público los mayores.
Aprendí de este cuento nuevo contado y dramatizado por estos niños, docentes y algunos padres que si bien algunos viejos valores morales y éticos como el trabajo, la solidaridad y el respeto por lo diferente aparecen devaluados en nuestro siglo XXI, se los puede reintroducir en la educación y crianza de nuestros niños a través de la literatura infantil, en vías de alojar las cuestiones subjetivas de nuestro niños.
En este nuevo cuento, se pone de relieve mediante el papel del lobo compañero la transformación que ha tenido la imago paterna a lo largo de las civilizaciones: del temor al padre que dice que no y castiga al padre confiable que dice que sí al deseo del niño, ese nuevo padre compañero que puede disfrutar del lazo con su hijo/a, jugando en una plaza como también contándole un cuento o una historia inventada por él.
Los lazos fraternos de los tres chanchitos también hoy día transitan por otros caminos. Así lo resaltaba este nuevo cuento que nos contaron nuestros chicos. Ya no era el hermano mayor el que debía abrir forzosamente el camino a seguir por sus hermanos menores, sino que los tres chanchitos se unieron en un mismo proyecto, contando con la ayuda de los demás animalitos.
Y, colorín colorado, este nuevo cuento de los tres chanchitos y el lobo que me contaron unos alegres niños se ha terminado.
*Miembro EOL Rosario y AMP.
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